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Donde Lance es un tritón.

De verdad que lo intentaba, pero le resultaba aburrido, aburrido estar ahí abajo con la diversión que había arriba.
El quería ver mundo, estaba cansado de estar siempre escondido de la luz del sol, más aún en verano, solo porque había humanos, bueno, solo tenía que o bien esconderse, o bien subir a la superficie por la noche.

-Lance, olvídate, es peligroso,_Hunk conocía a su amigo y debía de impedir cómo fuera que cometiera ese tipo de locuras.

-Confía en mi, no pasará nada, si se creen que somos un cuento y no existimos, además iré de madrugada, no habrá nadie, pero favor, cúbreme,_le rogaba el moreno, y si, Hunk cedió aunque a regañadientes.

Con cuidado, en silencio y meciéndose por corrientes el tritón llegó a la superficie, a la costa, a un espigón natural lleno de rocas, el mismo en el que todos los inviernos toma el sol.

-La luna es preciosa por las noches, aunque extraño ver el sol,_suspiro hablando a la nada, moviendo su cola azul que se veía favorecida por los destellos plateados.

-¡Joder, joder, joder!,_unos gritos lo alertaron, no como para huir, solo para paralizarse.

Se escondió entre las rocas como pudo, mala idea, si llega a saber lo que pasaba se habría lanzado al agua de cabeza.

-Maldita obsesión que tienes,_esa voz suspiro, estaba comunicándose por un aparato raro,_no hay nada aquí Pidge, las sirenas y los tritones no existen,_al parecer la otra voz del aparato sonaba ofendida, cosa que hizo al chico gruñir.

Es que la curiosidad había ganado al miedo y Lance se asomaba para ver al ser extraño, la luz de la Luna lo favorecía, rasgos finos, cuerpo trabajado, y el pelo demasiado largo, pero es que era muy, muy guapo.
Lo suficiente como para hacer que cometiera una locura, no, Hunk lo mataría, no podía mostrarse al primer humano que veían y solo porque si.

-No puedo,_dijo para si con pesar apartándose de la vista del de tez pálida.

-¿El que no puedes?,_pregunto una voz detrás de él.

Y lo siguiente paso en segundos, pero lo vivieron a cámara lenta, primero Keith había saltado sin avisar frente a Lance, luego vio una cola de sirena, bueno de tritón, donde deberían de estar unas piernas.

Obviamente el moreno se vio expuesto y se asustó, así que le dio un golpe con la cola, el azabache perdió el equilibrio y cayó de las rocas al mar, golpeándose la cabeza.

-No, no, no, no puedo dejar tampoco que se muera, no puedo, no puedo,_el ojiazul tardo poco en zambullirse y recuperar el cuerpo del azabache,_venga, despierta,_lo movió y le dio un par de golpes, y rezó todo lo que sabía.

Una tos, genial, respiraba, pero la cosa se complicaba ahora, porque lo había visto y aunque lo hubiera salvado, se metió en un buen lío.

-No sé si darte las gracias o no,_le respondió el ojivioleta aún sobre su cola, que el moreno lo había acurrucado, estaba aún algo mareado, pero no lo había imaginado.

-Lo siento, es que me has asustado enserio,_le respondió, completamente nervioso.

-No has sido el único, sois, reales, Pidge tenía razón,_Lance tembló, no, no podía hacerle eso a su gente.

-Por favor, no digas nada,_los ojos azules del chico se aguaron dejándolo confundido,_me deshago por los ojos, me convierto en mar, las advertencias eran de verdad,_dijo temblando, de niño siempre le decían que si lo veía un humano se convertiría en mar.

-Sssh, tranquilo, es solo agua, no te estás muriendo,_el azabache no pudo evitar reírse un poco, un poquito, en parte porque le pareció divertido y en parte porque estaba nervioso.

-Pero me sale mar por los ojos,_intentó razonar el moreno.

-Las lagrimas son saladas, y no, no diré nada,_le dijo sentándose a su lado.

-Vale,_le respondió, quedando ambos en un silencio cómodo,_el nombre es Lance,_le dijo con una sonrisa ya más calmado el tritón.

-Keith,_le respondió el azabache.

-¿Puedo tocarlas?,_le preguntó señalando sus piernas, extrañado el de tez clara asintió,_son duras, y se mueven como brazos,_el ojiazul se movía con gracia y movía las piernas del contrario como si fuera un maniquí.

-Y se rompen, no seas bruto Lance,_que Keith era flexible, pero no de goma.

-Lo siento, siempre quise tener unas,_le confesó con algo de vergüenza,_pero no podemos pisar el suelo humano, está prohibido, además nadie te dice que hacer para que salgan,_suspiro haciendo que de su espalda brotase una especie de aleta.

-¿Cómo has hecho eso?,_le preguntó sorprendido el ojivioleta, que la curiosidad que tenían el uno por el otro aumentaba.

Y así pasaron esa noche, y muchas noches más, quedaban a las doce en punto, en ese mismo sitio, en una playa abandonada, en una cala pequeñita.
Siempre hablaban de cosas de sus respectivos lugares de origen, Lance le traía conchas exóticas, plantas luminiscentes, todo para mostrarle parte de su mundo.
Keith le traía comida chatarra que Lance adoraba, le enseñaba películas, le dejaba juguetear con su pelo, mojarle la ropa.
Pasó apenas un mes para darse cuenta de la tracción que sentían el uno por el otro.
Un mes lleno de risas y curiosidad.
Un mes esquivando los sistemas de detección de Pidge.
Un mes de caricias y de cariño.

-Keith, ¿crees que funcionará?,_le preguntó con un hilito de voz.

-¿El qué?,_le respondió el azabache sin entender muy bien lo que pasaba.

-Lo nuestro, ya sabes, si somos algo más,_el castaño abrazaba su cola azul, esa noche se había puesto un poquito más guapo, solo para Keith.

Había tratado de hacer algo con su pelo, poniéndole algunas conchas minúsculas, de las que le solía poner al azabache en su melena, había resaltado un poco más sus rasgos con un neón azul sutil, había estado poniendo monas cada una de las escamas de su cola.

-Yo diría que si,_el azabache lo abrazó por detrás, es que le gustaba, primero que no existían y ahora se enamoraba de uno, peor aún, ese uno le correspondía.

El vaiven de las olas, el olor a sal y los susurros del viento entre las rocas.
Las estrellas tintineando en el cielo y la luna, llena, blanca, explendida y salvaje.
Ellos, acercándose poco a poco, hasta que sus labios se rozaron, ahí se hizo presente la diferencia de temperatura entre sus cuerpos.
Lance era más frío y Keith más cálido, pero no importó, el roce se convirtió en algo más profundo y menos sutil.

El ojivioleta acabó bajo el moreno, que acariciaba sus mejillas con paciencia infinita y saboreaba sus labios, como si fueran más dulces que el chocolate que tanto le gustaba.
Piernas y cola entremezcladas y ambos corazones latiendo al mismo son, mientras sus respiraciones se calmaban y terminaban por quedarse dormidos.

-Te quiero, de querer, querer,_le confesó en un murmullo el más bajito.

-Yo también te quiero, de querer, querer,_el último susurro antes de cerrar los ojos y quedarse dormido sobre el pecho del que era su chico.

El Sol era despiadado, sobre todo al ascender, ocultando la presencia de la luna y deshaciendo el confortable velo de la oscuridad.
Y ahí seguían los dos, podríamos decir que dormidos, pero realmente se estaban despertando.

-Buenos días,_murmuro el tritón, agarrándose con fuerza al azabache que le daba calor, como si fuera una lapa.

-Buenos días, Lance,_le respondió el azabache acariciando su pelito corto que estaba seco.

Y ahí Keith se levantó de golpe, Lance no podía pasar mucho tiempo fuera del agua, o sin estar húmedo, eso era malo, además el sol estaba apuntándolos.
Se sintió mal y culpable, pero algo no le cuadraba, nada le cuadraba en ese momento.
Porque su chico parecía más ligero y su cola no lo envolvía como de costumbre.

-K-Keith, creo que tengo piernas,_apenas murmuro el tritón mirando a su ahora chico.

Si queréis continuación de esta o cualquier otra historieta, os espero en los comentarios.
Mil gracias por leer mis movidas.
Squire White 💕

Klance one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora