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Un planeta lleno de dunas y playas, desértico y en mitad de la nada, esa joyita habían encontrado para tomarse un respiro todos.

Y también la parejita, que en espacios pequeños secretos pocos.
Que si que el castillo sería enorme, pero no para Pidge y sus cámaras.
Vale, los pillaron por accidente enrollándose en un pasillo apartado, pero los pillaron y tuvieron que confesar.

Pero en esos momentos todos estaban en un pequeño paraíso.
Los días eran tranquilos, bueno, más o menos, las mañanas se las pasaban durmiendo, tal vez con algún que otro mimo.

Joder, que se querían, no iban a estar peleando siempre. Ya no había que fingir tanto. Se sabía y punto.

Las tardes a la playa, si, si, a echarse crema el uno al otro, dando el espectáculo, porque eran unos ñoños de cojones.

Por no hablar de las carreras nadando.
Que eran unos brutos los dos.
Un par de fieras haciendo el capullo en el agua.
Luego al atardecer se ponían a jugar a las palas, con una pelota de color rojo y un par de palas que compro Lance.
Dos jodidos niños pequeños jugando a ver cuantos toques se hacían.
Compitiendo con el resto por parejas.

Y las noches podrían parecer tranquilas, pero sólo al principio, deberían estar cansados de hacer el tonto todo el día, de las charlas en la cena con el resto.

Pero ese era el asunto, que deberían, no que lo estaban.
Lo que estaban era en el pasillo, y comiéndose la boca.

-Te están saliendo pecas por los soles,_Lance le pellizco las dos mejillas, era mentira, no había ni una maldita marca en esa piel perfecta, perfecta y con cicatrices.

-No me jodas, las pecas son cosa tuya,_el medio galra imitó a su chico.

-Joder, bruto, no aprietes tanto,_Lance apartó las manos de su chico y lo besó.

No vamos a mentir, lo besó con ganas, que se estaban comiendo con los ojos, que era de noche, estaban todos dormidos y cansados, ellos no.

Ellos dos tenían ganas de otra cosa, hambre de comerse el uno al otro.

-Eso me dices ahora, pero luego bien que te gusta,_lo empezó a calentar, aunque lo pico un poco.

-No, no, no, abajo vas esta noche tú Kogane,_le aseguró, que toda la dulzura de Lance se convertía en otra cosa por las noches.

Controlando siempre y dentro de un margen, que estaban salidos, pero no eran tan sádicos.

-¿Estás seguro de eso?,_Keith lo acorraló contra la pared del pasillo, podían pillarlos, si, pero no es como si fueran a hacerlo en mitad del pasillo.

Tan salidos no estaban.
Y dándose el lote ya los habían pillado más de una vez.

-Mucho,_respondió el cubanito, que era un chulo.

-Eso ya lo veremos,_le respondió el más bajito.

Cuando Keith quería era un borde, un tosco y un serio, pero en la cama era fuego, que quemaba, que ardía, pero no dolía nada, daba placer.
Lo suficiente como para dejar ronco a cierto cubano.

Lo tenía acorralado y sabía que se iba a dejar hacer, se acercó despacio al principio, luego hizo chocar sus bocas con furia, como si necesitara eso para vivir.
Como si ese choque fuera el de la piedra de un mechero que prende el gas.
Era una pelea por dominar, por marcar el ritmo a seguir.
Recorriendo la boca ajena con la lengua, buscando bocanadas de aire a la desesperada.

-Joder, a veces olvido que eres más bajo,_esa posición no era la más cómoda, no para el cuello de Lance.

-Si entrenases más podrías cargarme,_le dijo, pero de broma no de serio.

-Ahora te aguantas, por capullo,_Lance lo cargó, Keith no pesaba tanto, además se ponía rojo y nervioso, conseguir eso era difícil.

Verlo modo vulnerable era casi tan difícil como verlo modo mimoso. 
Pero le gustaban esas dos facetas de él, le gustaba saber que se sentí seguro, cómodo y protegía entre sus brazos.

-Bajamé,_le pidió sonrojado, aunque se agarró a él.

Pero Lance negó con la cabeza y lo besó, al principio el azabache se quejó, pero no importaba, había confianza.
Se habían empezado otra vez a comer la boca.
Keith rodeaba la cintura del latino con sus piernas, Lance por su parte le agarraba fuerte del culo.
Para que no se cayese vaya, y porque menudo culito prieto tenía.

-Oye, ¿te apetece?, porque me estoy poniendo cachondo,_le susurró, poniéndole el vello de punta.

-Lance, estás algo más que cachondo y yo también, así que vamos,_le mordió la orejita, joder que menudo par.

El cubanito lo agarró más fuerte y salió corriendo,  derecho a la habitación.

Ropa fuera, luces tenues y esa confianza y buena compañía, no necesitaban nada más.
Se tenían el uno al otro.

Si queréis continuación de esta o cualquier otra historieta, os espero en los comentarios.
Mil gracias por leer mis movidas.
Aka 💕

Klance one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora