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-Vale, vale, es solo una lista,_Keith suspiraba armado con bolsas de tela, un carrito y las filas infinitas por recorrer del supermercado.

Su esposo iba delante suya seleccionando el pasillo adecuado, como si él no supiera hacer la maldita compra en un sitio tan jodidamente grande.

Miraba la lista aunque se la sabía de memoria, pero es que no, Lance se distraía con lo mínimo, que si ofertas que si esto es más barato que esto.

-Keith, ¿qué nos queda?,_le preguntaba el cubanito, mirando la carita de fastidio de su chico.

-Podíamos haber mandado la lista y que nos llevasen la compra a casa,_le recalcó, odiaba los sitios llenos de tanta gente.

-Eso sería aburrido,_le respondió dándole un besito en la mejilla,_además viene bien salir de casa y moverse un poco.

-Pero si entreno hasta los domingos,_murmuró aun con el puchero.

-Te haré una cena rica,_y un besito en los labios,_ayúdame a mirar las fechas de caducidad.

Y así entre gruñidos por parte de Keith y búsqueda de algún que otro ingrediente por parte de Lance llenaron el carrito.

La pelea tonta por quién pagaba la compra, cuando realmente el dinero era compartido por ambos, y vuelta al coche, que habían comprado litros de helado, sin lactosa, y eso se derretía.

-Los mochi de mango están mejor que los de té verde..,_la voz de Lance se apagó, mirando hacia un escaparate en concreto.

-¿Quieres un ramo?,_le preguntó Keith a lo que él cubanito negó.

-No hace falta, estás cansado y llevas todo el rato queriendo volver a casa..,_el ojiazul se sonrojó cuando su chico entró y lo dejo fuera con el carro de la compra y un sonrojo.

Dentro de la floristería una chica con una incansable sonrisa le preparó un ramo con esas flores que al cubanito tanto le gustaban, en distintos colores.

Keith salió del establecimiento con menos dinero y un ramo que le tapaba la cara.

-Cuando quieres eres un ñoño,_le medio regaño, que la gente los estaba mirando.

-Ni se te ocurra decirme ñoño,_el moreno cogió el ramo con una sonrisa en la cara y le llenó la carita de besos, haciendo que se sonrojara.

Llegaron a casa, a su pacifica casa custodiada por Cosmo, que saltó encima de Keith a lamerle la cara nada más verlo.

Repartieron las compras y Lance dejo el ramo sobre la mesa, lo miraba y se sonrojaba y sonreía como un idiota, que ese pedazo de detalle era de Keith, de su Keith, y no, no eran unas puñetera a rosas negras ni nada emo, eran coloridas y preciosas.

-No tenias que haberlas comprado,_lo abrazo por detrás, que ahora el ñoño iba a ser él.

-Yo diría que si, llevas una semana horrible, te mereces aunque sea un ramo de flores para sonreír,_la sonrisa tranquila y sincera del ojivioleta reflejada en la vitrina hizo que se le acelerase el pulso.

-Ooh, se me acaba de ocurrir algo, date la vuelta,_le pidió.

Extrañado el de tez clarita se dio la vuelta, el ahora más bajo se mordió los labios, es que su chico a veces era muy inocente, tal vez demasiado.

Ni se lo pensó, ya estaba todo en su sitio, Cosmo correteaba en el jardín o dormitaba en su cunita, así que lo beso con ganas, con ansia y con esa fiereza, es que se lo comía.

-Que buenas ideas tienes,_Keith rió sobre sus labios antes de volver a unirlos, cargó a su chico y lo subió a la isla de la cocina.

-Lo sé, mullet,_Keith suspiro con fastidio ante ese mote.

-Me lo he cortado,_le recordó, robándole un beso antes de dejarlo hablar.

-Te ha crecido,_el cubanito rió y atrajo más a su chico, después de todo la cena podía esperar.

Si queréis continuación de esta o cualquier otra historieta, os espero en los comentarios.
Mil gracias por leer mis movidas.
Aka 💕

Klance one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora