Buenos Días Desastre

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Un molesto hombre de extrañas gafas miraba con detenimiento la pelea antes habida. Sus manos en su cadera moviendose al ritmo de sus dedos. Esto demostraba lo desesperado que se encontraba. Su monstruo. ¡Su bello regalo se le fue arrebatado! El Caballero de la Avaricia fue derrotado, por nada más y nada menos que sus propias victimas.

Aquel hombre suspiro, tratando de calmarse. Más después de unos segundos sy furia contenida salio.

Papeles eran arrojados al suelo con desprecio, las pantallas que antes mostraban los hechos ahora yacían rotas por la mano de aquel hombre, que aun sangrando, jamás detuvo sus actos.

Muebles del más caro material, ahora estaban desechos. Y aquellas fotografías que mostraban a las víctimas yacian rotas o quemadas.

¡Maldita sea! ¡¿Por qué nada le salia bien?!

Aquel hombre hasta no ver todo destruido a su alrededor, no se detuvo. Su respiración agitada, y sus gafas descolocadas al igual que su traje. Mostraban lo que su mirada destellaba. Furia, pura e infinita.

Su mirada posandose por el lugar, le hizo darse cuenta lo que habia ocasionado. Y dando un par de respiraciones profundas, tomo control de nuevo sobre sus emociones.

Sonriendo como si no pasara nada, acomodo sus gafas, traje y cabello. Un último vistazo a su persona, basto para sentirse satisfecho. Entonces caminando a una esquina del lugar, donde las paredes se juntan, con un ademan de su mano, hizo que se mostrara aquello por lo cual estaba orgulloso.

Un baston blanco, con extraña forma inspirada en un insecto, e incrustaciones de piedras preciosas, fue lo que hizo que su buen humor regresara. Y tomandolo con firmeza, volteando a la habitación, lo movio de un lado a otro. Y en menos de lo que espero, aquella habitación volvió a su estado original.

Las pantallas desplegadas mostraban el inicio del software, aquellos muebles relucian como la primera vez que entró al lugar, y el crucigrama que habia armado en la pared con todas las fotografias de sus víctimas estaba intacto.

Sonrió una vez más, y pensando en su próximo movimiento, de su traje saco una carta de duelo, esta emanaba un aura oscura y rojiza.

-¡Tú seras mi mensajero!-Menciono con emoción-Asi que ve, y haz lo que debas. Es hora de anunciarnos como se debe...

Y con aquellas palabras la carta salio volando de sus manos, tomando la forma de un Fénix negro, salió volando de aquel lugar por una de las ventanas, traspasando el vidrio.

Aquel hombre ensancho su sonrisa. Sonrisa que se convirtió en una carcajada. ¡Podrán haber ganado la primera batalla! Pero por su vida, que no ganaban la guerra.

El Fénix se alejo, perdiendose a la luz de la luna.

-.-.-.-.-

Astral regreso una vez más al hogar, cerrando la puerta detras de sí. El silencio reinaba, lo cual de cierta manera agrado y extraño, pues en ese casa usualmente no existía tal cosa. Especialmente por ambos hermanos y el constante acoso de Akari a su persona. Yuma le había dado permiso de defenderse, quizá no con golpes o magia, pero si con palabras. Argumentos tan bien elaborados, que al final, eran simplemente ignorados por la mayor.

Astral entonces suspiro, y fue a recoger aquellos utencilios antes utilizados. Limpió la cafetera, y las tazas, asi como las cucharas utilizadas. El grifo abierto era lo unico que se escuchaba, hasta que una voz dulce le hizo saber que ya no se encontraba solo.

-¿Astral? ¿Todo bien?-Cuestiono la nueva intrusa en la cocina, tallandose uno de sus ojos. Akari había despertado después de tanto ajetreo.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora