Sangre

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Vector había conocido a lo largo de su vida, (la que posee actualmente y la anterior), a rivales que lo único que ostentaban era el titulo de ser los más fuertes, sin realmente llegar a serlo, pues una vez que él los enfrentaba, ya sea en duelo o en batalla, estos terminaban de rodillas, suplicando por sus vidas, o simplemente como muñecas sin vida.

Eso le agradaba, saberse el más fuerte, no solo físicamente, sino también psicológicamente. Sus años de entrenamiento daban sus frutos, y eso podía mostrarse de igual manera a través de su baraja.

Así había sido siempre, así debía seguir. Hasta que conoció a Astral y a Yuma, fue que su concepción de ser el mejor, cambio drásticamente.

Conceptos nuevos llegaron, y con eso nuevas experiencias y situaciones tan bizarras o extraordinarias, que le fue imposible mantenerse en una misma línea de pensamiento. Aprendió por las malas y de muchas maneras, pero de ello supo sacar el mejor provecho.

Era alguien fuerte, decidido y con metas claras en lo que era su vida. No dudaba de su pasado, ni llegaba a reprimirse por lo ocurrido. Así era él, y se sentía enormemente orgulloso de eso. Por eso al ver de nuevo restos de lo que alguna vez él represento, lo único que le provoco fue desconcierto.

Aquel tipo encadenado le miraba, de que manera, él no estaba seguro, pues su mirada estaba ausente, vacía. Algo que en algún punto pudo agradarle, pero ahora solo estaba molestándole. ¿Qué no se suponía que los seres que llegaba a escoger el imbécil del Sr. Heartland eran fuertes? ¿Qué no se suponía que ese tipo tenia que estar supurando maldad y rencor? Entonces, ¿por qué solo se encontró a un tipo siendo derrotado por si mismo y por esas estúpidas cadenas que quizá el fácilmente pudo romper?

III miraba de manera curiosa aquel invitado encadenado, pues no había resistencia, o malas palabras, ni siquiera odio proviniendo de aquel ser. Eso le llamo de sobremanera su atención, ya que, todos los villanos que el conoció en algún momento, como mínimo trataban de escapar si eran capturados.

Y si se supone que todos ellos siguen un mismo patrón de acción, ¿Por qué es que aquel hombre en armadura rota no daba si quiera señales de eso? La valentía o la lucha parecían haberlo abandonado, pues se encontró con una mirada perdida, rendida. La tranquilidad que llegaba a emanar, le daba tan mala espina, que solo atinaba a posarse detrás de Vector, mientras se preguntaba, ¿Por qué esa calma que emanaba, llegaba a parecerse tanto a la que Astral emitía? ¿Qué diablos era lo que estaba pasando aquí?

Kaito por otro lado, solo analizaba sus siguientes pasos a dar, más cualquiera parecía ser o inútil o demasiado extremo. Ir y golpear al tipo sin razón aparente lo único que provocaría seria confusión y peleas entre todos, así que eso estaba fuera de discusión. Torturarlo para que hablara tampoco era una excelente idea, por más atractiva que le pareciera. Su mirada se topo con la del caballero, y lo que encontró le hizo replantearse todo de nuevo, pues aquella mirada carmesí lo único que dejaba ver era eso, su color. No había más. Esos ojos reflejaban su imagen y entonces por alguna extraña razón, sus sentidos entraron en alerta, al igual que su cuerpo entero. Él ya había visto ese tipo de mirada antes. En un ser que conocía bien, y con el cual se llego a encariñar.

Su disco de duelo se desplego sin siquiera quererlo realmente, mientras el entraba en una pose de defensa, mientras se preguntaba, porque, ¿Por qué esa mirada se parece tanto a la de Yuma?

Astral tenia un extraño presentimiento desde que todo aquello del caballero comenzó, él de alguna manera se lo dejo ver a su pareja, y ambos coincidiendo en lo particular de la situación, pues, aunque ambos estaban desconcertados por distintas razones y alertas por otras, podían llegar a coincidir en la mayoría de estas.

Y es que, si ponías a analizar todo lo que estaba pasando sobre la mesa, había algo que aún no cuadraba, como, por ejemplo, ¿Por qué hasta ahora aparecieron esos caballeros? ¿Por qué no aparecieron antes de que el Código Numeron entrara a escena? ¿Esto de alguna manera dejaba entrever algo que sus ojos no alcanzaban a percibir? Piezas no lograban encajar, y otras simplemente estaban desaparecidas en ese rompecabezas. Era, por compararlo con algo más apegado a la situación, como un enorme laberinto.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora