La Arena del Tiempo (VII)

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Daik siempre fue un muchacho responsable. Cada acción hecha o realizada por él siempre tenía el propósito de ayudar a otros. Sus ropas sencillas, así como su comportamiento y temperamento hablaban muy bien de él. Al igual que sus desiciones tomadas y la manera en la que impartía equidad y justicia en cada una de ellas, aún si solo era servir un simple plato de sopa. Él procuraba que a todos les tocara la misma cantidad. Así era Daik. Y así le gustaba ser. No había maldad. Tampoco había ambiciones malas, pues lo unico que deseaba para él mismo, era superarse cada día mas.

Cuando su hermana le propuso ir al Palacio en nombre de los demás. Él no retrocedió de miedo, al contrario. Con la cabeza en alto acepto lo propuesto. Llevando en su mente lo que él significaba que llegará a su destino. Muy a pesar de su falta de energía, algo que viviría para siempre con él. Fue valiente y atraveso dificultades y obstaculos para llegar a salvo hasta donde se encontraba ahora, incluso se había enfrentado a los dos soldados en la puerta de entrada. Y haciendo mejor su suerte, quién le atendio no fue otro que el mismo príncipe. Sin embargo. Lo que escucho fue algo que le hizo desubicarse.

¿Matar? ¿En qué momento el había pedido algo como eso? ¿En que momento había iniciado su prueba? ¿Acaso esto era algo que debía contestar en realidad? Miro al serio rostro azulino que le pedía confirmación. Sus ojos portando un fuego que jamás había visto además de su padre. Sin ningun atisbo de duda. ¿Acaso era cierto lo que le pedía? ¿Morir? ¿Por qué el príncipe le pedía algo como eso a cambio de ayudar a su pueblo? ¿Estaba loco? Sinceramente no lo sabía, y deseaba no descubrirlo. Sin embargo, había mencionado a su pueblo. Así que, en realidad no sabía que hacer al respecto. ¿El príncipe consideraba su vida no tan valiosa? ¿Qué opinaria el Reina de eso? Estaba tan confundido.

-P-Príncipe... Yo...-Vacilo. Desviando la mirada al suelo. Pasando saliva duramente.

Astral suspiro. Sabía que lo que había pedido era en si mismo, una locura. Pero ahora que por fin había entablado una conversación con alguien fuera del Palacio que, además de necesitar ayuda, defendía lo poco que quedaba de Gea. Estaba dispuesto a tomar aquella oportunidad en sus manos. A pesar de aún no saber como iniciar con lo prometido. Pues necesitaba recuperar su núcleo para ello. Sus palabras no solo fueron algo a la ligera, sino que estaba apostandose por algo que no sabía como terminaría.

Quizá era por el día que tuvo. Quizá era por la lluvia de afuera que azotaba con fuerza a Gea. O quizá fue su límite mental que ya estaba a punto de volverlo loco ante la constante soledad y acoso sufrido por su propio madre. Pero al ver a ese ser tan parecido a si mismo. Por primera vez, pudo experimentar la verdadera determinación a terminar con lo que le agobiaba. Surgiendo en su corazón como un fuego abrazador que le envolvía por completo, mientras su mente parecía fluir con la claridad de los ríos o mares. De alguna manera saliendo de esa neblina que antes impedía su vista y sus movimientos.

-Sé que lo que pido es un poco fuera de lo convencional. Pero, Daik-Llamo al pelinegro. Sin apartar la vista de él- Dime, ¿No acaso quieres salvar a tu pueblo? ¿A tu padre? ¿A tu hermana?-Preguntó, tratando de incentivar al otro. Añadiendo un poco de manipulación.

-Pero.... -Dudo, de una manera un poco miedosa, al menos hasta que recordo a su padre, y a su pueblo- Sí, si quiero...-Murmuro. Alzando su mirada una vez más. Encontrandose con la otra.

-Entonces ayúdame en lo que te pido... Por favor...-Astral rogo lo último. Colocando sus manos en los hombros ajenos. Acercándolo un poco más a él. Marcando el inicio de lo que no sabía era una bomba del tiempo. Mientras Daik entonces, supo que, la familia Real estaba loca.

¿En qué se había metido? Algo parecía haberse desviado de su camino original.

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Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora