¡Vence!

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Aren, desde un inicio en el cual se fijó en Elifas, deseo muchas cosas. Tantas que incluso sintió miedo cuando Elifas mismo le devolvió su gesto con un poco más que atenciones y fugaces miradas. Provocando en él raras sensaciones. Tan extrañas que parecía que su corazón saldría de su pecho mientras intentaba seguir con su rutina. Su mente grito muchas veces en dudas. Tantas que incluso se sintió realmente agotado, a pesar de que en ese momento era su día asignado de descanso. Había tanto que considerar, y, aun así, con tantas cosas en contra, termino por arriesgarse. Sabiendo que, desde el fondo de su corazón, aquello era lo correcto, desde el momento en el cual le volvió a ver. Desde que sus miradas se conectaron. Desde ese preciso momento. Todo parecía estar bien, y sencillamente lo fue. Confío en él y se le fue devuelto lo mismo. Un hermoso sentimiento recíproco que anhelo y cuido con todo su corazón.

El clima sencillamente no era el correcto. El ambiente lleno de bestias restantes como de algunos monstruos que alcanzaron a escapar tampoco era algo que se disfrutara. El olor tan característico de la sangre aun flotando por el campo de batalla, solo traía fuertes deseos de terminar con todo. La desesperación, la ira, la tristeza y la desesperanza parecían ser los únicos sentimientos que reinaban ahora. Mientras los Guardias aun valientes se aventuraban a proteger a los rezagados. Huyendo hasta los refugios más cercanos, los cuales, habían pasado a ser fuertes construcciones que cumplían al pie de la letra sus papeles. Manteniendo a salvo a cada habitante que esperaba expectante el fin del conflicto. Sus manos temblorosas como sus miradas fuertes o angustiadas dando a entender su sentir. Los niños siendo los que más abrazaban a sus padres en busca de protección, mientras los más grandes se colocaban cerca de la entrada o salida de aquellos refugios. Pensando siempre de que al menos ellos podrían dar tiempo de ser necesario para que los más jóvenes pudieran huir. Sus convicciones siendo tan firmes que parecieron contagiar a los más cercanos.

El Mundo Varian tampoco era tan distinto. Pues en cada refugio habido y por haber se encontraban cada ciudadano del Reino. Protegiéndose del conflicto en sus tierras, mientras esperaban una excelente respuesta de sus lideres principales. Ignorantes de lo que había ocurrido, pero leales a ellos. El escudo que venía del Palacio manteniéndose tan firme como toda la batalla. Resistiendo tanto como podía mientras que servía como un punto muerto a los soldados que regresaban heridos y se devolvían sanos a la pelea. Un ciclo que siguió conforme los minutos y el tiempo avanzo. Dejando un panorama nada alentador. Al menos hasta que la luz irradiante de las fronteras se hizo notar un poco más. Lo que provocó una nueva esperanza. El par de Guerreros de la Esperanza del lugar, cumpliendo eficientemente su papel. Contemplando a lo lejos aquello que había vuelto, pero que jamás tendrían la oportunidad de ver. Sus disculpas quedándose atoradas en sus gargantas mientras aun peleaban con la sangre de la familia Real Astraliana activada. Sus alas dando una hermosa imagen hasta que eran manchadas de la sangre enemiga.

En la Tierra, Erí y Kile se mantenían a un ritmo similar. Dando a conocer la noticia que tanto habían esperado los aliados. El regreso del que fue y de lo que no volvería a ser. Causando toda una conmoción al menos hasta que la batalla se reanudó. Artillería siendo la nueva barrera mientras los duelistas, enojados y ya un poco más agotados aún se mantenían en la pelea, valientes y maravillosos como solo ellos podrían verse. Los mayores apoyando en todo lo que podían a los más jóvenes, quienes los miraban atentos y confiados. Esperando el momento justo para poder detenerse. Erí y Kile encabezando el encuentro a la vez que mantenían la Esperanza viva y activa. Su sola presencia dando a entender que sus aliados aún se mantenían peleando con todo lo que tenían. Sin reserva alguna.

Mientras que en el Mundo Astral parecía vivirse algo mucho más caótico en comparación con los otros lugares. Siendo Astral quien se mantenía en la lucha junto a su rival, quien le secundaba cuando era necesario, o le protegía las espaldas cuando lo ameritaba. Ambos de alguna manera colindando sus habilidades para protegerse y atacar mutuamente en un vals digno de elogio. Moviendo sus armas como una parte de su cuerpo, mientras sus alas se estiraban cuando necesitaban volar. Siendo curados una vez se veían alcanzados por los ataques reflejados del Octavo. Ema conservando esa tarea a pesar de estar ya cerca de su límite. Sus ojos sangrantes como sus manos magulladuras dando a entender aquello. Alarmando a los presentes, quienes eran mucho más cuidadosos.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora