La Calma en lo Ultimo de la Tormenta

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Una vez la luz del sol pudo tocar la tierra Astraliana. Yuma no necesito más para mirar a su amigo pelirosa, asintiéndole para luego comenzar a correr hasta el barandal del balcón, sus pies tocando el metal antes de arrojarse. Sintiendo el aire golpear su rostro momentáneamente antes de que usara su nuevo poder para alzar en vuelo, dirigiéndose a una alta velocidad hasta donde la Torre antes levantada comenzaba a caer. Sus fragmentos pareciendo todo un espectáculo cuando caían y se convertían en partículas de luz, las cuales, regresaban hasta donde habían sido tomadas. Esparciendo una vez más la vida y la flora, diversos colores extendiéndose además del simple azul que antes permeaba en aquel Mundo. Verde, rosa, rojo, morado, amarillo abarcando hasta donde la vista podía percibir y un poco más. Otorgando una nueva sensación como sentimiento, la victoria estando en sus manos, tan deseada. Tan necesitada que contagio con ello a los Guardias presentes y a los ciudadanos que comenzaron a salir de sus refugios. Su orgullo levantándose entre los escombros como si fuese un Fénix. Alegrándolos casi irremediablemente. Las celebraciones no se hicieron esperar, llanto, gritos alegres, abrazos, reencuentros fueron los que dieron pauta a los lideres principales para hacerles saber que, efectivamente, todo había terminado.

Yuma, al ver cómo es que parecía que todo comenzaba a marchar bien. Fue que apresuro su paso, asintiendo así mismo ante lo que veía. Dejando salir todo el aire que no sabía estaba acumulado en sus pulmones, un par de lágrimas derramándose ante la victoria conseguida. Abrumado por tantos sentimientos a los que fue sometido, recordando todo lo que, a pesar de ganar. Se perdió. Una culpa sopesando en si corazón inevitablemente. Apretando un poco sus labios mientras con la mirada buscaba aquella persona que le hacía falta. Sus manos comenzando a sudar ante la ansiedad de no verlo, notando de soslayo como es que Vector salía en dirección contraria a él, de regreso al Palacio. Su sonrisa como su cansancio apenas importándole ante la urgencia de regresar.

Yuma no tenía que pensar mucho el porqué. Las situaciones en esencia eran las mismas.

Así que, tomando un poco más de aire y velocidad. Fue que alcanzo a visualizar aquel acantilado en donde cientos de recuerdos llegaron, sus sentimientos recibiendo un fuerte impacto cuando a la lejanía, un ser de piel azulada y cabello blanco se presentó. Su postura como su aura diciéndole demasiado y al mismo tiempo nada. Sus lágrimas viniendo a sus ojos aun sin saber realmente el porqué, acelerando hasta que sus pies volvieron a tocar el suelo, su voz quebrada y alegre resonando para llamar a aquel que tanto deseaba ver.

-¡Astral!

Sus pasos pareciendo eternos antes de que el peliblanco volteara a verle. Su rostro sorprendido y cansado, relajándose ante ello. Llevándole a sonreír para luego imitar su acción. Encontrándose a mitad de camino, sus brazos abriéndose antes de que el otro ya le recibiera, un par de vueltas fueron necesarias antes de que pudieran detenerse. Ambos aferrándose tanto como podían mientras sus lágrimas salían sin parar. Uno llamando al otro en lo que parecía ser un mantra.

-¡Astral! Astral, Astral... Estas bien... -Reafirmo Yuma. Deteniendo sus manos justamente en la espalda del mayor. Acercándolo a él tanto como podía. Recibiendo un asentimiento a cambio como el mismo gesto. Su cintura pasando a ser la que era apegada al mayor, el toque firme como demandante dejándole en claro el anhelo de verle.

-¡Yuma!... Yuma estas bien. Estas bien...-Susurro el peliblanco un poco antes de tomarlo de sus mejillas, acariciando suavemente su piel antes de que ambos, se unieran en un beso esperado. Dulce, apasionado y sobre todo, deseado.

El sentimiento de extrañar y el miedo quedando al descubierto para luego ser calmado ante sus caricias, su firmeza y su convicción. Separándose una vez el aire en sus pulmones menguo. Ambos mirándose a los ojos mientras su brillo era parecido, por el contrario, provocando que un par de sonrisas se asomaran en sus labios, las lágrimas derramándose solo por un minuto más antes de ser limpiadas mutuamente en gestos o besos llenos de amor. Los dedos magullados del mayor apenas representando una molestia para el mismo, a la vez que Yuma les tomaba para depositar un suave beso en los mismos. Reconociendo con ello el valor y la decisión de su amado. Cerrando algunas heridas pequeñas gracias a ello, un tenue brillo dejado atrás como prueba de ello. Conmoviendo gratamente a Astral, quien negó feliz antes de volver a besar a su amado. Realmente agradecido por estar ahí, junto a él, muy a pesar de todo. Con aquella pelea ganada, y con su pasado... Atrás. Viviendo el presente como siempre quiso hacerlo. Su voz medianamente profunda y lastimada, escuchándose libremente para el menor.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora