El Verdadero Peligro

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Un baile. Uno realmente mortal. Bello a su propia manera, el movimiento de las espadas parecía ser como si todo fuese una exquisita coreografía distinta a la realidad. En donde los Guerreros elegidos por Astral, luchaban arduamente en contra de su propio hermano. Esquivando cuando hacía falta, o atacando cuando notaban alguna obertura en él. Haciendo gala de su precisión y su fuerza para poder contenerlo con éxito, aún si su habilidad espejo estaba activa. Contentos de que al parecer no tenían que activar ninguna habilidad perteneciente para enfrentarlo. Apenas ganándose algún rasguño o algún desgarre de sus ropas como consecuencia del tiempo transcurrido, como de los golpes que mandaba el mayor de ellos. Dejando que el suelo a su alrededor se alzara levemente ante el viento cortante que sus armas aun así reflejaban. Levantando escombros a su alrededor como daño colateral. Alejando con esto a cada bestia que amenazaba salir de aquella oscuridad que les asechaba sin más. Manteniendo un margen aceptable en lo que uno a uno, se turnaban para atacar. Eligiendo momentos precisos para asestar combos que mandaban lejos al Octavo por el impacto. Aturdiéndolo por segundos que eran vitales para ellos. Arremetiendo sin tregua verdadera en busca del término de aquella pelea. Ganando poco a poco terreno, que fue claramente bien recibido por el escudo del Palacio. El cual se extendió ligeramente unos metros más en respuesta a su arduo trabajo.

Animándolos a seguir con lo suyo. Yendo a la refriega cada vez más y más confiados. Sin dejar su ferocidad de lado como las condiciones impuestas por su Señor Astral. Conteniendo cualquier indicio de poder que pudiera reflejarse en su hermano y, por ende, dañarlos como resultado. El campo apenas siendo favorable a su labor, aquellos cristales siendo usados de soporte para nuevos ataques como coordinaciones que terminaban en más ataques que eran recibidos de lleno por el mayor de ellos. Provocando que ligeras gotas doradas y negras comenzaran a manchar el suelo. Dándoles un indicio de que tanto se estaba desarrollando la batalla. Haciéndolos sonreír al notar que sus respiraciones apenas entraban en la categoría de ligeros jadeos cansados. Inmunes a llegar a sus límites como lo observaban en el Octavo. Quien, a pesar del dolor, o quizá los huesos rotos, aun peleaba con todo lo que tenía. Volviendo a armar toda una danza macabra que no era más que vista por el Reina del lugar, el cual no quitaba su vista de ellos. Pendiente de cualquier anomalía que sucediera. Tecleando los resultados sin parar. Esperando dentro de su corazón que aquello siguiese así de bien. Apostando por la fuerza de los Guerreros que seguían arremetiendo en contra.

El uso limpio de sus armas siendo perfecto para su propósito. Asestando a los minutos siguientes la mayoría de golpes que entre los tres dirigían a su hermano mayor. Provocando que el suelo a su alrededor mostrará signos del impacto de los mismos. Cráteres diversos viéndose con orgullo mientras el Octavo pasaba a arrodillarse para recuperar un poco de aliento. Mirando enfadado a sus contrincantes, los cuales observaron aquella acción con buenos ojos. Apresurándose para no dejarle alguna oportunidad al mayor. Siendo Ema la encargada de esto. Su espada rompiéndose en pedazos para traer a su fiel látigo a ella.

El rebosante metal como la magia imbuida trayendo un par de choques eléctricos que le dieron un aire majestuoso y peligroso. Levantando sus ropas en vuelo como si de una Diosa se tratara. La guerra pareciendo ser impregnada en ella, tanto como su fortaleza. La cual, se reflejó en sus ojos como en su postura. Siendo imitada por ambos hermanos a su lado cubriéndola de todo mal a su alrededor. Dando aquella oportunidad que ella no dejo pasar. Moviendo su brazo en su totalidad para poder lanzar aquello que les daría ventaja sobre la pelea. El látigo sonando veloz en respuesta, serpenteando momentáneamente antes de tensarse para dirigirse hasta su objetivo. Lleno de electricidad que fue ampliándose conforme más y más se acercó hasta el Octavo. Quien observo aquello en silencio, expectante y ligeramente curioso por la vista ofrecida. Notando como es que la misma arma de Ema, pasaba a perforar ligeramente el suelo como daño colateral ante su poderoso ataque. Obligándolo a apretar sus dientes en espera de aquél contundente ataque.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora