La Arena del Tiempo (III)

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Los espectadores vieron como es que el tiempo volvia a pasar sin más. Cambiando el paisaje a la velocidad de la luz, dejandoles en un nuevo día. Uno que recién comenzaba. Pues los sirvientes como siempre en su rutina, iban y venían en todas direcciones, atendiendo sus deberes y labores. Una sonrisa adornando sus rostros. El ambiente siendo ameno. Nerans y Astrales juntandose en un ritmo de vida bastante placentero y confortable. Ayudándose mutuamente en lo que fuese.  El Reino encaminandose a un futuro realmente bueno y sin duda brillante. Chicos y grandes notando al ver como es que el Rey y el Reina se movian para lograrlo. Los cuales justo ahora se encontraban en una junta bastante importante, déjando a su hijo Astral dormido en la habitación de ambos, aprovechando el consumo de energía más demandante que pedía el crecimiento del mismo. Cerrando la puerta con seguro en caso de que despertará y no fuese a lugares peligrosos.

Por ello, dentro de la gran habitación. En la cama matrimonial, se podía ver a un niño de al menos cuatro años de edad. Sus ropas siendo acorde a su crecimiento. Una pequeña túnica cubriendole casi en su totalidad. Así como la sabana que dulcemente acomodo su madre para que no pasara frio o alguna molestia. Un peluche de un extraño caballo siendo el complemento perfecto para la bella escena. Sacando suspiros de las espectadoras y el embarazado.

Su respiración regular y lenta ayudaba a saber el estado de sueño. El cual parecía ser profundo. Al menos hasta que removió un poco su nariz, señal de que un estornudo se aproximaba. Saliendo a los pocos segundos. Esto siendo el motivo para que mostrara de nueva cuenta sus lindos ojos heterocromos. El sueño aún ganandole por segundos hasta que se sento en la cama, cayendo de nueva cuenta en ella, remiviendose una vez más. Buscando alguna otra posición para dormir. Molestandose cuando el dulce sueño fue interrumpido. Volviendo a abrir sus ojos. Frunciendo su seño en un adorable puchero.

-Quiero dormir...-Susurro en modo de queja. Mirando a su alrededor en busca de sus padres, asustandose un poco cuando no los vio. Consiguiendo despertar de esta manera- ¿Papi? ¿Mami?-Llamo. Quitándose la sabana, bajando de la cama. Dando un par de pasos alejandose del lecho- No estan...

El pequeño niño pareció entristecerse ante lo que pasaba, donde sus amorosos padred no estaban junto a él. Llenando sus ojos de lágrimas, hasta que nego con fuerza, limpiando sus ojos con el dorso de su mano, mirando con decisión la puerta que estaba justo a unos metros de él. Armandose de valor, asintiendo un par de veces antes de caminar hasta la misma. Topandose después con la madera, mirando el picaporte a una altura considerable.

Alzo una de sus manos, consiguiendo de puntitas agarrar la manija, tirando de ella para poder abrir la puerta. Fallando en varios intentos. Logrando hacerlo enojar al no conseguir su objetivo. Su seño volviendo a fruncirse, posando una de sus manos en su menton después. Imitando a su padre, pensando en como salir de ese lugar. Encontrando la mejor opción en segundos. Logrando hacerlo sonreír de manera triunfante. Sus manos una vez más dirigiéndose a la manija, esta vez sin querer tocarla, brillando tenuemente en una bella luz blanca. Escuchando un click, poco después.  La puerta abirendose a los segundos. Esto siendo un logro para el infante.

-¡Lo logre!-Exclamo saliendo del lugar, mirando a los lados antes de dirigirse a uno de los pasillos con felicidad, corriendo con ligera prisa, al menos hasta que recordo que había dejado su peluche en la cama, regresando por el con rápidez antes de volver a tomar su camino. El cual sabía lo llevaría a donde quizá estaban sus padres. Sin notar que al dar la vuelta en una esquina, era el camino contrario a tomar. Llendose a otra dirección sin querer. Adentrándose sin saber aún más al Palacio.

Sirvientes le veían y le saludaban. Sin percatarse la situación del infante, quien solo saludaba de regreso. Siguiendo su camino, al menos hasta llegar a pasillos más vacíos, en donde muchas mas vueltas tenían que darse. Encontrandose con un verdadero laberinto. Astral se puso ligeramente nervioso al no reconocer el lugar, más apretando a su amigo contra su pecho fue que asintió con fuerza. Avanzando una vez más antes de toparse con un camino sin salida. Una pared estorbando en su camino.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora