El Final de un Inicio (I)

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La vida sigue, para muchos es efímera. Para otros simplemente es maravillosa, llena de obstáculos y diversos desafíos a los cuales abrazar una vez los hayan superado. Algunos cuantos la maldicen, culpándola de todo lo malo que alguna vez pudieron haber sufrido. Sus emociones siendo tan fervientes que se volvían imposibles de ocultar. Gritándolas al cielo mientras caminaban tratando de encontrar un ritmo. Tantas maneras, tantas cosas que hacer respecto a ella, que pareciera solo ser un instante en el cual se percibían en una tierna juventud y energía, hasta llegar al momento en el cual estaban ahora. Donde sus experiencias ganadas y aventuras vividas culminaban en su adultez. Dotándolos de inteligencia y seguridad para enfrentar su día a día. Llenado un baúl de recuerdos, que pasaba a olvidarse hasta que, un día, sin avisar, manos jóvenes encontraban de causalidad. Y aquellas imágenes que en un punto pudieron contar demasiadas cosas, el día de hoy se presentaban como piezas de lo que una vez fue. Llenando de nostalgia la mirada que, en algún punto, fue madurando hasta ahora.

Kotori, una mujer independiente y maravillosamente bella. Se mantenía una noche en su hogar, limpiando los últimos trastes del día que su hijo y esposo habían ocupado junto a ella para la cena. Sus delgados dedos pasando a través de la delicada vajilla, bien parecían recordar eficazmente como hacer mejor la labor, culminando en un tiempo récord lo que a su amado e hijo les tomaba horas. Su cabello atado exquisitamente en una coleta de lado junto a un moño solo era un rastro de lo que había sido su juventud. Su tono cambiando a uno más oscuro conforme pasaban los años, ocultando grácilmente alguna que otra cana que ella quería borrar. Sus rasgos femeninos como maduros, resaltando ante cada movimiento que realizaba, tomando la toalla más cercana para secar sus manos. Sonriendo junto a un suspiro una vez esta soltó un juguete perteneciente a su hijo. Llevándola a levantarlo del suelo antes de dejar aquella tela e irse de la cocina, apagando toda luz mientras se quitaba el bello mandil rosa, colgándolo a la entrada para una mejor organización. Suspirando por un trabajo bien hecho como un final de día que anhelaba disfrutar.

Yendo hasta su habitación, en donde su esposo e hijo se mantenían en silencio. Apenas realizando un movimiento mientras el mayor mantenía al infante entretenido con algo, ambos acostados en el suelo a la vez que sus manos tomaban un álbum que llego a detenerle en el marco de la puerta. Provocado un rápido parpadeo ante lo visto, sonriendo tiempo después. Alzando su voz en un dulce tono para saber qué es lo que estaba pasando. Alcanzando a percibir como es que su amado le observo después. Su cabello azul bellamente recogido de manera elegante, mientras su traje formal era dejado de lado gracias a un pijama que hacía juego con el de ella y su hijo, el tono verde lleno de dinosaurios resaltando ante la escena.

-¿Qué hacen? -Cuestiono, acercándose hasta ellos, tomando un lugar a su lado.

-¡Mamá encontré tus fotos! -Exclamo de pronto el niño de al menos ocho años. Sus ojos avellana brillando mientras señalaba con una de sus manos aquel álbum para mostrar lo que decía. Llamando la atención de su madre, quien asintió.

-¿De verdad? ¿Y qué es lo que han encontrado? -Preguntó una vez mas, acercándose un poco a su esposo para poder apreciar lo que él estaba apareciendo, topándose con una foto que le hizo sonreír ligeramente avergonzada. -Ah, esa foto la tomo Cathy una vez salimos del instituto... -Recordó. Observando cómo es que ella poso en un elegante vestido verde, junto a un título enrollado en su mano. Su sonrisa siendo casi igual a la de ahora.

-Lo recuerdo. Tetsuo no paraba de llorar junto a Tokunosuke... -Correspondió el mayor. Asintiendo orgulloso, antes de cambiar de página. -¡Ah! Mira, esta es una de ambos... ¿Quién diría que llegaríamos a esto? ¿Cierto cariño?

-No pudiste decirlo mejor, "presidente de la clase"... -Admitió la peliverde. Tomando aquel álbum para mirarlo un poco más de cerca, provocando que su esposo e hijo tomarían un lugar a su lado, acomodándose para lo que parecía ser una noche de recuerdos.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora