Esperanza: La Emperatriz y Los Emperadores...

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Un sentimiento. Uno realmente fuerte. Uno que atravesó sus corazones en menos tiempo del esperado. Como una chispa que atraviesa el firmamento en menos de lo que el ojo humano podría percibirlo. La sensación ahogante, como el peso en sus hombros se convirtió inmediatamente en su martirio, poco antes de que aquella noticia llegase a ellos. Robando sus alimentos como paralizando sus acciones mientras esperaban a que su mente procesara lo que se les estaba siendo comunicado con amargas palabras y tonos. Cada Emperador detuvo sus propias curaciones como acto de reflejo mientras segundos después salían para visualizar algo a la lejanía. Buscando con desespero aquella respuesta, aquella prueba que necesitaban para creer lo que había sucedido a tan solo unos minutos de ellos.

Notando como es que los Monstruos pertenecientes a Durbe pasaban a desaparecer poco a poco en destellos de luz que cubrieron todo el campo de batalla, antes de que pétalos de flores se percibieran entre ellos. Un monstruo siendo el causante, el último para ser exactos. Un regalo mismo de Yuma anteriormente, el cual comenzó a deshacerse entre pétalos rojos que volaron hasta las manos de cada Emperador antes de que fuesen llevados por el viento a algún lugar lejos de ellos. Deslizándose entre sus dedos como si de agua se tratara. Dejándoles en claro lo que había ocurrido. Siendo la prueba definitiva para que cada uno lo creyera con firmeza. No logrando detectar a sus compañeros como antes. El lazo que les unía desapareciendo como los pétalos que volaban libres. Llenándolos de una tristeza infinita que apenas pudieron reflejar en sus rostros como en sus lágrimas.

Rio siendo la más afectada. Sus ojos derramando tantas lágrimas como su recién recuperado ojo lo permitía. Dejando que la parte izquierda de su rostro se manchara de sangre como respuesta a su herida. Marcando para ellos un inició como un final. Hincándose empáticos mientras los soldados a su alrededor atendían a los heridos. Imitándoles por un momento, bajando su cabeza una vez la noticia del fallecimiento de Durbe llego a ellos. Afligiéndolos antes de que cada uno sospesara su propia lealtad. Agradeciendo infinitamente por lo que su Reina había hecho por ellos hasta ahora. Recuperando lo mejor de él mientras tomaban armas en mano para luego lanzarse a la lucha que parecía no tener fin. De alguna manera esperando que el sacrificio de su Reina en defender su hogar ni fuese en vano. Mucho menos quedara en silencio. Envalentonándolos para que la batalla continuará, aun así. Siendo forzadamente los Emperadores quienes atendieron aquel llamado.

Limpiando bruscamente sus lágrimas antes de terminaran de recuperarse para contribuir a la pelea. Cada uno teniendo en cuenta cuál era su papel y como lo que tenían que hacer. Comunicándose libremente con su auricular a falta de uno de sus líderes. Mandando tanta información entre ellos como hacía falta, dejando que Rio fuese la siguiente supervisora de toda aquella operación. Llamándola constantemente para que pudiera atender a lo que necesitaba el Mundo Varian. Rápidamente siendo requerida en la frontera que había pertenecido al peligris. Su caballo pura sangre pasando a ser llevado a ella mientras esperaba a que todas sus instrucciones se siguieran al pie de la letra, montando el mismo antes de que un par de destellos pasarán a su lado. Sorprendiéndola de sobremanera para luego notar que es lo que había ocurrido. Dejando que el latir de su corazón se escuchara libremente en sus oídos a la vez que más lágrimas llegaban a sus ojos. Sonriendo abiertamente antes de negar vehemente. Su tristeza volviéndose a reflejar en su acción. Comenzando a galopar rápidamente.

-¡Se tardaron! ¡¿Cómo es posible que me hagan llorar solo al verlos?! ¿¡Ah!? ¡Guerreros de la Esperanza!... -Rio tomo con fuerza las cuerdas de su caballo para después darle un leve golpe a su costado. Llamando para que estirara sus alas y alzara en vuelo. La brisa surgente limpiando las lágrimas que seguía derramando. -¡Devuelvan la Esperanza perdida! ¡Es una orden! ¡Su deber! -Grito, sintiendo una vorágine en su estómago y corazón. Sonriendo apenas pudo notar la fuerza deslumbrante en ellos. Comprendiendo que algo más había pasado de por medio para que las armaduras de los Guerreros se transformaran a una más completa y compacta. Mostrando alas doradas salientes de su espalda, mientras una capa blanca les cubría. Dejando que el terciopelo volara libre a la vez que el metal blanco de las armaduras reluciera como si reflejaran la luz del sol. Pareciendo todo lo que su nombre marcaba.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora