Capítulo 14: El Ángel de las Alas Rotas

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El Mundo siempre suele tratar a las personas a la manera en que ellos lo traten a él. A veces es benevolente. Otras es un desgraciado.

De alguna manera cada habitante lo sabe. Es algo que está arraigado en sus corazones, en sus mentes. Eso es algo que incluso al nacer se deja en claro.

Aquellos benditos, han dado fe de que todo en esta vida se puede. Con perseverancia y confianza, las estrellas pueden alcanzarse. Se puede lograr los sueños. Y convertirse en alguien importante en la sociedad.

Pero.

¿Para qué?

Eso es lo que pensaban los malditos. Eso es lo que pensaba él.

Desde que nació, su vida jamás fue de color rosa. Vaya, ni un solo otro color que no fuese el negro, gris, o ese tono que alguna vez odio con toda su alma. Aquel bello y rojo carmesí.

Aun lo recuerda.

Aquella fría casa en la que fue arrojado al ser un infante. No más de cinco años tendría en aquel entonces.

¿Dónde estaban los padres que debían protegerlo? Qué debían de cuidarlo con amor y esmero.

Simple.

No había tal cosa.

Él, que a una edad tierna abrió sus ojos al Mundo. Lo supo.

Sus padres murieron en un terrible accidente. ¡La vida es una maldita! Pero, no puedes maldecirla así, porqué va a regresártelo de la peor manera.

En aquel entonces, su destino ya estaba marcado.

Una mariposa color carmesí parecía ver todo aquello desde la ventana.

Después...

Aquel niño con la mirada perdida creció. Sus cuidadores no colocaban la atención debida. No sabían si comía, bebía o alguna otra necesidad que tuviera. Y para ser sinceros, poco les importaba.

Aquel niño que alguna vez fue tan bello. Hoy lucia demacrado. Triste.

Pero eso no le importo a la sociedad. Que seguía avanzando sin darse cuenta de aquellas sombras al doblar la esquina.

Aquel niño de ya diez años, con un corazón tierno. Comenzó a odiar.

Odiaba todo aquello que brillara.

Odiaba a los benditos.

Odiaba las sonrisas.

Odiaba todo aquello que jamás se le entrego.

Otra cosa hubiese sido si tan solo aquellos buenos padres no hubiesen muerto. Si tan solo una persona hubiera mirado en su dirección.

Aunque, él hubiera no existe.

Sus notas en el colegio eran las mejores. Cosa rara.

El odiaba todo. Por supuesto. Y por eso no podía darse el lujo de rebajarse ante aquellos a quienes odiaba.

No hay amigos. Solo compañeros e idiotas que lo acosan.

Ese niño no conoce el cariño, ni el amor. Ese niño no conoce la compasión.

Y jamás quería conocerlos. Eso fue lo que pensó limpiando su boca después de una pelea.

Aquel niño entonces ya no lo era. Ahora era todo un adolescente.

Un adolescente con nulos sueños y ninguna esperanza.

Eso cambió. Cuando la conoció a ella.

Una bella mujer de su misma edad. Su cabello naranja era un deleite. Fue su primer color en años.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora