La brisa que llegaba hasta ese lugar, era simplemente fría, áspera. El clima extrañamente seco era lo que terminaba de dar esa apariencia decadente al sitio. Mientras las olas del mar al fondo del acantilado parecían advertir con su sonido el peligro que representaba estar ahí, asomando piedras afiladas en punta hacia arriba. Intimidando incluso a los animales mas salvajes y valientes. La muerte siendo lo que más llamaba desde ahí. El aura supurante siendo prueba de ello.
Y sin embargo parecía que a los involucrados no les importaba realmente estar allí.
Don Milenario se acerco a paso confiado hasta estar cerca de los recién llegados, quienes trataban de controlar a los caballos que querían salir despavoridos en cualquier momento, a excepción del único Guerrero cambia-formas que se mantenía sereno. Su mirada afilada sirviendo como un limitante para que Don Milenario detuviera sus pasos a un par de metros. Su sonrisa siendo algo que llego a congelar la sangre de los heroicos guardias de elite que se jactaban de ser inmunes al miedo. Intimidando fácilmente a tantos hombres como podía. Divirtiéndose al ver las muecas hechas. Enfrentando al frio rostro de su hijo después. Su voz resonante en cada rincón, del lugar ante su tono burlesco y ligeramente ronco.
-¡Sabia que vendrías a verme! Es todo un honor verte una vez más... Querido Astral... -Menciono, levantando ligeramente sus brazos como si quisiera dar un abrazo, deteniéndose a la mitad ante la nula respuesta o reacción del mencionado- ¿Mm? ¿Algo esta mal?
-¿Qué haces aquí? -Interrumpió bruscamente Astral, posando sutilmente una de sus manos en la espada que colgaba en su cintura, mientras Hayato pasaba a transformarse una vez más a su forma original. Colocándose detrás de su señor ante cualquier eventualidad, mandando olas de energía pura para contrarrestar la magia oscura. Calmando a guardias y animales que seguían detrás.
Don Milenario noto aquel gesto con facilidad, más importándole poco, fue que siguió con aquella conversación, su tono volviéndose calmado, e inclusive hasta cierto punto dulce. Solo consiguiendo mandar escalofríos a los presentes, quienes no dejaban de mirarle por precaución.
-¿No es acaso obvio ya? ¡He venido a verte! Felicitarte...- Su mirada se agudizo, y su sonrisa se afilo- Se que ya eres todo un Rey. Y no solo eso... ¡También estas a punto de ser padre! -Su postura cambio a una que demostraba tristeza y afligimiento- ¿No me digas que acaso no ibas a decírselo a tu madre? ¿Es eso? ¿Por eso es que no recibí invitación a tu boda o al alumbramiento de mi nieto? ¡Eres cruel!
Astral dio un paso atrás ante lo dicho, su postura y rostro mostrando el disgusto que sintió al escuchar a quien se proclamo sin ningún cuidado su madre, confundiendo a los presentes ajenos a la verdadera historia frente a ellos.
-No digas tonterías, ¿Por qué invitaría a mi enemigo a estar junto a las personas que quiero?
-¿Mm? -Don Milenario se mostro confundido, ladeando un poco su cabeza antes de sonreír burlonamente- Tú... ¿Eres capaz de querer? ¿No acaso solo eras un arma del Mundo Astral? -Astral solo cambio su postura a una rígida, dura, sin notarse afectado por lo que insinuaba el ser frente a él- ¿No me digas que sigues creyendo que eres amado? Tsk. No, no, eso no te llevara a nada. ¡Pero! ¡Estas de suerte por que para eso mamá ha venido a verte! ¡He venido a liberar a este Mundo de tanto sufrimiento! ¡Salvare a tantos como me sea posible antes de ser coronado el nuevo Dios!
-¿Qué dices?... Hn, no me hagas reír... Tus acciones no tienen ningún sentido, mucho menos tus palabras... No eres mas que un vil villano que clama atención- Las palabras de Astral resonando duramente en cada rincón del lugar, acallando la risa ligera de Don Milenario, quien simplemente le miro antes de volver a reír divertido.
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Nueve Meses y Un Año [Editando]
Hayran KurguAstral después de recuperar sus recuerdos, ha hecho viajes al mundo Astral y al mundo Humano. Ha descubierto nuevas habilidades y con ello el amor de su compañero. Ahora, concluido su ultimo viaje al mundo Astral, espera ver de nuevo a Yuma, sin emb...