Cuando Yuma era un niño, sus padres siempre le dijeron que en algún momento podría encontrar a la persona correcta para él. Le hablaron sobre modales y muchos comportamientos que el debería cumplir también. Le explicaron lo que era tener una relación, y, sobre todo, le aconsejaron sobre el amor. Muy a pesar de ser muy pequeño para comprenderlo en su momento. Su hermana Akari le dijo que el amor era algo que podría compartirse con muchas personas, y que no era exclusivo de mantenerlo para alguien en específico, pues podía darlo a sus padres, a su abuelita o a ella. Incluso a sus amigos que encontraba en la escuela con los cuales mantenía duelos. Akari le dijo que había diversos tipos de amor, entre los cuales pudo identificar la amistad y el cariño, así como el amor que el brindaba como hijo y nieto. Y sencillamente eso estaba bien, siempre fue un tema que le agrado y, en especial, siempre procuro tener presente.
Haru, su abuela, por el contrario, le advirtió. Le dijo que habría personas malas y que querían hacerle daño sin importar que, sin fijarse en quien lastimaban. Había veces que incluso entre seres queridos se lastimaban, y que aquello era inevitable, muy a pesar de cuanto es que se cuidaran. Había momentos en los que las situaciones los rebasarían y cometerían un error. Pero, la última situación era entendible. Todos eran humanos, así que errarían a veces sin enterarse. Haru le comento que debía tener la madurez suficiente para afrontarlo, y cubrir su corazón con amor propio para entenderlo. Pues el amarse a uno mismo era la mejor solución para evitar muchas cosas, entre ellas una dependencia total. Algo que Yuma no entendió hasta que cumplió los quince años. En donde sus experiencias varias pudieron hacerle entre ver muchas más cosas y entre ellas, replantearse más.
Consiguió amigos. Consiguió compañeros. Los perdió y los recupero. Altibajos que apenas podía procesar por lo rápido de la situación, pero entendiendo siempre con el corazón. Así había sido criado y así le gustaba ser. Y tiempo después, cuando pudo ver en Kotori algo más que una amiga, fue cuando entendió a medias lo que le hablaron sus padres. Experimentándolo por supuesto de primera mano, o al menos hasta donde duro. Atesorando aquellos recuerdos junto a la memoria que siempre represento su amiga peliverde. Guardando y superándolo cuando, en donde menos espero o imaginó. Encontró algo más. Mucho más de lo que se le había enseñado.
Una experiencia totalmente nueva, y literalmente venido de otro mundo. Fue cuando su compañero de aventuras, se convirtió en más. Mucho más que solo amigos, amantes sería la respuesta correcta. Novios para aparentar a que nivel habían llegado hace tiempo. Un secreto que él ocultaba a medias, pero que a fin de cuentas nadie descubrió hasta que tarde fue. Encontrando entonces, con algo que le hizo valorar aún más todo lo que sus padres le dijeron, comprendiendo en su totalidad porque se miraban como se miraban. Pareciendo que nadie más que ellos estuvieran en la habitación. Alcanzando a compartir todo lo que experimentaban y un poco más. Siempre un poco más.
Astral mismo le llevó por muchos caminos, por tantas cosas, que ahora no había manera de saber que tanto podría hacer. Admiraba esa valentía, ese ingenio, pero, sobre todo. Ese amor que fue dirigido a él, él de entre tantas personas y candidatos. Destino, fue como le llamó él. Coincidencia, fue lo que dijo el peliblanco con una sonrisa. Extendiendo su mano para que la tomara. Acompañándolo sin dejarle atrás o delante, si no, manteniendo la misma posición, la misma altura en términos metafórico. Uno nunca estaba detrás del otro. Si no, a su lado. Acompañándose en todo momento, pero otorgando el debido espacio. Ni mucho ni poco. Una bonita forma de medida que adoraba más y más con el pasar del tiempo, y que, sin duda, adora aun a la fecha.
Entendía ahora a sus diecisiete años el amor. Y entre ellos los muchos tipos de amor que podría brindar. Tanto descubierto que jamás se quedaba con él, sino que era compartido tanto como podía. Externando con madurez y sencillez. Emitiendo el aura que Astral siempre amo. Jovial y brillante, tanto que le quemo incluso en su momento. Aún había tantos puntos y observaciones que podía dar el mayor en cuanto a ello, enumerando sus cualidades como sus defectos, los cuales eran hermosos como lo era Yuma a sus ojos. Maravilloso como algo jamás podía igualarse. Parecido al pétalo de una rosa flotando en un estanque a la luz del atardecer, siendo llevada con calma ante las ondas hasta la orilla. Un aspecto fantástico y exquisito si se lo preguntaban. Él procuraría que así fuese, y que así sería.
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Nueve Meses y Un Año [Editando]
FanficAstral después de recuperar sus recuerdos, ha hecho viajes al mundo Astral y al mundo Humano. Ha descubierto nuevas habilidades y con ello el amor de su compañero. Ahora, concluido su ultimo viaje al mundo Astral, espera ver de nuevo a Yuma, sin emb...