Anhelo Final: ¡Pelea!

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III, que había pasado por muchas situaciones difíciles, bien podría decirse así mismo que ya debería estar acostumbrado a tener despedidas, como palabras dolorosas. Que debería estar sumamente consciente de que a veces las normas de la vida exigían que todo cambiara como alguna vez le paso de pequeño o al perder y recuperar a su padre. Que debía tener la madurez suficiente para enfrentar aquello como todo un adulto que se supone la mayoría le exigía que fuese... Y, así había sido. Así había sucedido. Al menos hasta ahora. En donde se aferró tanto como pudo a su amado hasta que sus uñas se lastimaron, y sus dedos desgarraron parte de la tela que conformaba la ropa de su esposo. Negándose a dejarlo ir ante a algo que, sabía, era sumamente peligroso. Realmente afectado de que fuese apartado de su lado en un momento de sus vidas en el que, después de tanto tiempo. Ambos habían podido tener algo realmente bello. Hermoso.

Su cabeza negando firme antes de que. De la nada, su amado le apartara con suavidad. Mirando a sus ojos con aquel brillo que solo le hizo afirmar aún más su agarre antes de irle soltando poco a poco. Lágrimas recorriendo su rostro delatando su sentir mientras pasaba a maldecir en voz baja. Consciente de la sonrisa cariñosa de su esposo. Quien le abrazo una vez más antes de besar suavemente su frente. Acariciando con una de sus manos su vientre, tentando aquella curvatura que era la principal razón por la cual se encontraba así. Tan vacilante a algo que ya había sido decidido y aceptado.

De alguna manera dejándolo como un niño mimado ante algo que, sabía era inevitable. Necio a dejar que aquella persona que jamás pensó se convertiría en el amor de su vida, partiera para una batalla que no sabría como es que de llevaría. Consideraba por supuesto su inmortalidad. Pero, ¿No era aquello por lo cual tenía más? No, tal vez no. La incertidumbre era su actual enemigo a vencer. Así como la ansiedad que creció una vez su pelinaranja acarició su rostro con una devoción digna de alabanza. Diciendo tanto en aquel silencio, que le hicieron al final suspirar. Asintiendo lentamente en respuesta.

Por supuesto, aquella situación no era realmente fácil para nadie. Mucho menos algo con lo que se podía lidiar. Las alarmas resonantes a lo lejos bien se lo podían recordar.

-N-No quiero dejarte ir... -Susurro, bajo y afligido. Enterneciendo al mayor, quien volvió a envolverlo en brazos. Besando casi sin parar su coronilla, como el toque a su vientre de manera protectora y amorosa. -No quiero pensar que esto puede tomar una eternidad...

-No es una Guerra Michael... -Menciono Vector, riendo entre ello. Casi pareciendo un chiste para él.

-Pues pareciera...

-No deberías enojarte... Le harás daño a nuestro niño... -III, bajo su mirada. Consciente de que lo que decía su esposo era verdad. Sus emociones inestables sencillamente eran un factor en contra.

-Lo siento... Es que yo... Yo... -Vacilo, apenas colocando su atención a sus sentimientos. -No sé qué es lo que me pasa...

-Es culpa de nuestro niño... Piensa en eso, debe ser su manera de expresar que no quiere que me vaya de su lado-Sonrió el pelinaranja. Imaginando como es que su hijo se movía dentro de su madre con enojo. Encontrando muchas similitudes con su esposo. Derramando un par de lágrimas que no había podido contener ante él. -Pero, sabes que siempre voy a llegar a tu lado... Sea como sea... Aun si me toma milenios...

-Vector... -Regaño en ligeros sollozos el menor. Sonriendo ante la verdad de su amado.

-Debo partir ya cariño...

-Quiero detenerte mucho más tiempo... Pero sé que eso será imposible... -Determino III. Mirando a su esposo, encontrándose con la misma visión que el mismo estaba dando. Realmente afectado ante algo que estaba fuera de su control. Logrando que ambos rieran en consecuencia. Burlándose de lo hilarante de su estado.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora