Esperanza de Mundos: Caos

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El ambiente seguía siendo pesado, caótico, pero, sobre todo, peligroso. Pues el filo de las espadas aun podía escucharse claramente a la lejanía, el tintineo de los metales siendo el sonido característico de los guardias que aun luchaban a muerte contra la horda que llego una vez terminaba la última, aquello volviéndose un ciclo repetible una vez habían conseguido un poco de tierra a la cual poder tocar y reclamar, volviendo al inicio al poco tiempo, mientras que algunos ya comenzaban a caer presas del cansancio. Las bajas comenzando a ser contabilizadas por el lado de Elifas, quien aún se mantenía moviéndose alrededor de la pelea que continuaba fieramente entre Astral y Don Milenario, el cual se mostraba mas y mas molesto cada vez. Su magia solo siendo reforzada ante la inevitable caída de los involucrados en el asedio. Las victimas mas vulnerables siendo la principal energía que ayudaba a que el pelinegro no se viera ni en lo más mínimo afectado, contrario a Astral.

Quien lamentablemente ya mostraba signos de cansancio ante tanto esfuerzo y algunos huesos rotos que produjo el ultimo impacto de poderes de ambos, logrando con ello que lo último del suelo del acantilado fallara en sostenerse a sí mismo y cayera ante las olas del mar que rugían con fuerza y violencia. El aire siendo todo un vendaval ante aquellos que aún se mantenían en pie y en lucha, dificultando de muchas mas maneras el movimiento y las estrategias que se pudieron alcanzar, ralentizando el avance, haciéndolos retroceder.

Aquello ya dando tintes fatalistas poco a poco. Cosa que traía desesperación a los presentes, quienes luchaban por contener todo lo que estuviese a su alcance, dejando ciegamente la pelea principal a su más grande líder, quien ya comenzaba a sangrar de distintas maneras, la comisura de su boca siendo la fuente principal de ello. La sangre dorada siendo un delator increíble ante lo que Don Milenario ya sabía. Provocando su furia y violencia a limites insospechados, su odio creciendo ante la ayuda que Elifas brindaba desde afuera a su contrincante. Sanándolo antes de que pudiera atacar a matar, frustrándolo de sobre manera. Haciendo sus ataques mucho más contundentes e impactantes.

Llevando todo a términos en donde solo las ligas de mayor poder podían alcanzar, rompiendo incluso por momentos le mismo espacio y tiempo que tanto se esforzaba en volver a su origen. Alzando la magia y demás hechizos antes de que fueran esquivados o evitados. La luz tratando como siempre, escapar de la oscuridad, mientras que la oscuridad, trataba de exterminar a la luz. Aquello siendo un cuento que jamás acabaría, al menos a ojos de quienes veían exactamente esto.

Pues, a lo lejos en el Palacio, en el balcón principal, pantallas yacían desplegadas, así como más artefactos tecnológicos que ayudaban a la labor de poder observar con detenimiento la pelea. Mientras que Yuma seguía en preparar algo que los presentes no alcanzaban a entender, dejándolos a la expectativa, la cual comenzaba a ser desesperante al ver como es que la oscuridad se cernía a niveles de alarmantes sobre ellos, el escudo que rodeaba la capital y los pueblos aledaños sonando fuertemente ante las fracturas que estaban por ceder ante la fuerza brutal de cada monstruo y muerto viviente que se asomaba con violencia a el. Provocando el pánico en aquellos que habían salido a ayudar, haciéndolos volver sobre sus pasos una vez notaron que las fracturas comenzaban a ser mas y mas grandes. El Palacio siendo un punto importante de encuentro ante los rezagados que trataban de ser fuertes y firmes, fallando por poco ante la horrible visión que se les era presentada.

Aquello solo siendo un aviso para apurar aún más a Yuma, quien, con rapidez, moviendo sus manos en ademanes que dejaban salir energía rojiza y talismanes que se desplegaron a su alrededor, noto que ya era el momento preciso para actuar. Llamando entonces a lo que sabia, era esencial para proceder a el sellado que ya estaba comenzando a actuar. Logrando que diversos kanjis en japones y el idioma astraliano aparecieran en el suelo y alrededor de él, mientras se desplegaba de su pecho una carta que III alcanzo a reconocer. Su voz exaltada siendo lo suficiente para que los presentes buscaran explicaciones.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora