La Arena del Tiempo (XII)

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Se dice que creer ciegamente a alguien por toda la vida sin siquiera conocerle realmente, es lo más terrible que puedas hacer, ya que, al no conocer su mente, jamás sabrás sus intenciones y propósitos.

Y ciertamente es lo mismo que le ocurrió a cada Guerrero de la Esperanza generación tras generación de la Familia Real Astraliana. Pues, cada Rey y Reina pedían algo distinto, algo relevante o irrelevante. Bien podían ayudar a su pueblo o solo podían hundirlo en la ignorancia. Así era la política y así había sido. Ellos no cuestionaron, solo protegieron en el momento preciso. Salvaban a tantos inocentes como podían hacerlo.

Sin embargo, por primera vez en siglos. Ese propósito personal de cada uno había sido mancillado y manipulado por quién se supone debían ayudar aun a costa de su vida. Esa era la primera traición directa de su protegido a ellos por no decirles la terrible verdad que escondía. Esto siendo un hecho que ya les estaba marcando para siempre, pues. Aun escuchando los discursos que creían era para un buen futuro de Gea, ahora podían permitirse caer en cuenta de la gravedad de la situación. La cual, era realmente terrible.

El odio tan arraigado que tenía el Reina Aren hacía los Neran era tan grande que ahora sus derechos habían sido cortados por todos lados, reducidos a no más que solo viles civiles que pasaban casi a ser esclavos, mientras los seres Astrales ahora bien podían ser pintados como los verdaderos villanos en la historia. Incluso si no sabían que lo eran, ya que se la pasaban en felices en su ignorancia.

Aunque bien, tampoco podían culparlos realmente. Pues los verdaderos opositores, la mayoría de ellos ya habían sido ejecutados cuando el plan de Astral había sido descubierto, los restantes ya habían escapado a tierras lejanas. Quién sabe si seguían en el mismo mundo.

Y con ese apoyo escondido ahora cortado. No había mucho que hacer realmente. Casi nada de hecho. Ni hablar de cómo es que Astral paso a ser un chico bondadoso a un ser realmente cruel con sus semejantes.

Una verdadera tragedia.

Ese era el panorama completo.

Un terrible panorama.

Pero como siempre, había un "pero" que hacía saltar una vez más a la luz a los pocos pobladores que temían levantarse, así como a los Guerreros. Por qué, bueno. Ese era su nombre. Cuando la oscuridad total caía, ellos tenían que levantarse para combatirla. Aún si esa oscuridad estaba en sus creencias y en su vida. Ese era el verdadero propósito de los Guerreros de la Esperanza. Para ello es que fueron creados por la primer Familia Real Astraliana.

Las anteriores generaciones habían previsto que algo así pasaría, por ello dejaron la salvación en Guerreros externos que serían capaces de oponerse de ser necesario. Equilibrado el poder y dejando un seguro en caso de total emergencia.

Aunque por supuesto, no todo era fácil. Aren mismo lo previó también, así que tapo a sus Guerreros con una venda y les cubrió sus oídos. Sin contar que solo uno de ellos no caería así de fácil. Y que otro sus vendas no habían sido bien colocadas. Ocasionando que todo pasara a desequilibrarse rápidamente.

La situación era así de delicada. Y no faltaba mucho para que aquello terminara en un fatal resultado.

El ambiente mismo les daba una premonición de lo que seguía. De lo que habían estado ciegos. De lo que habían hecho.

Aunque, ¿Realmente se les podía culpar? ¿Se les podía arrojar la responsabilidad de la situación actual? La mayoría diría que sí, sin embargo, ellos son igualmente seres sencillos y bondadosos. Confían fácilmente. Y si tan solo Astral hubiese hablado con ellos seriamente, quizá pudo haber una diferencia.

Quizá...

No obstante, eso ya era tarde. Muy, muy tarde. Y las consecuencias mismas ya se estaban viendo.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora