Akari había recibido muchas noticias a lo largo de su vida.
Muchas de ellas eran simplemente algo que solo llegaba a afectarle mínimamente. Un despido, un reclamo, una calificación, un Duelo. Sí, algo que eran solo retos fáciles de superar para ella. Después de todo, nunca tuvo que preguntarse más de lo necesario, ni indagar en algo que no le importaba.
Hasta ahora.
La mañana fue realmente cotidiana. Sus padres ya habían vuelto, esperaban a Yuma una vez más, debían asegurarse de que seguía en una pieza. Su abuela por otro lado, se la pasaba murmurando e indagando respecto a lo que paso a Yuma, todo ello mientras tejía casi con desespero una prenda para el menor.
Ella por otro lado, reanudo su trabajo como reportera. Historias escritas por allí, una que otra nota amarillista, comentarios respecto a las nuevas políticas de Heart City. En resumen, todo fue normal. No había nada por lo que preocuparse, a excepción del menor claro está.
Para ella mencionar algo del Mundo Astral, era simplemente agobiante. Nunca lograba comprender del todo aquel tema.
El Mundo Astral esto, el Mundo Astral aquello.
Ella ignoraba gran parte de la historia, por lo que ella creía era su propio bien. Después de todo ella y su abuela eran las únicas que quedaban con una cordura casi intacta.
Cuando sus padres llegaron y comenzaron a contar sobre aquel Mundo lleno de maravillas y enseñanzas, lo que quiso hacer era mandarlos a un chequeo médico. ¡Era una locura!
Todo empeoró cuando Yuma comenzó a hablar de aquel Mundo también, de su batalla en Duelo con un tal Elifas y su encuentro con la bella Ena.
Para ella todo eso sonaba a una locura colectiva. Es cierto que sucedieron muchas cosas antes. Pero eso fue fácilmente cubierto por una explicación sencilla. Solo había pasado algún desastre natural. Algo que todos los habitantes se sabían de memoria. Jamás se habló de un Mundo ajeno al suyo. (Ella en realidad no fue consciente del cambio con la carta Númeron)
Y, aun así, contra toda probabilidad.
Ahí estaba. Una prueba viviente de aquellos relatos.
Aquel joven de tez pálida y cabello tan blanco y azulado como la más pura nieve sin mancillar. Estaba sentado justo frente a ella.
Su aire lleno de misticismo solo lo hacía ver aún más atrayente. Si de por sí, su atractivo no era algo natural, aquella aura de elegancia y autoridad que desprendía era solo muestra de algo que ocultaba.
Akari se mostraba alerta. Su abuela de igual manera.
Fijo su vista entonces en sus padres.
No. Ellos ya estaban perdidos. Pues veían aquel intruso como algún buen amigo o un compañero. Le saludaron con respeto y una sonrisa marca Tsukumo.
El patriarca de aquel hogar solo lanzaba bienvenidas a aquellos jovencitos que no se apartaban del lado de otro ni a sol ni a sombra. Su madre, por el contrario, preparo té y galletas para merendar. Cosa que agrado al ojirubi.
Akari se sentía ajena. Lejos de la realidad. Su mente gritaba una sola cosa. ¿¡Qué está pasando aquí!?
Astral veía divertido la confusión de la mayor. Por supuesto comprendía por qué. Giro un momento su vista a la abuela de su amado Yuma, y noto exactamente el mismo comportamiento. A leguas se notaba que no confiaban en él. Suponía que el primer paso a dar, para el plan que tenía con Yuma, sería comenzar a ganarse su confianza. Y con una sonrisa risueña, hablo.
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Nueve Meses y Un Año [Editando]
FanfictionAstral después de recuperar sus recuerdos, ha hecho viajes al mundo Astral y al mundo Humano. Ha descubierto nuevas habilidades y con ello el amor de su compañero. Ahora, concluido su ultimo viaje al mundo Astral, espera ver de nuevo a Yuma, sin emb...