Una Decisión y Una Esperanza

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El ambiente era tenso en el lugar. Oscuro de muchas maneras. Pues un hombre solitario con gafas extravagantes estaba maldiciendo a la nada.

¿Cómo era posible que todo lo que planease se saliera de sus manos? ¡¿Como?! Estaba seguro de haber acertado un golpe esta vez. Pero, cuabdo reviso sus cartas. Estas simplemente desaparecieron. Los vínculos que mantenía ahora solo eran dos. ¡Maldición! Esta fallando miserablemente. ¡¿Por qué?! Él que planeo durante años su venganza, y pudo llevarla a cabo con perfección. ¡¿Qué estaba mal?!

No lograba entender cual era el punto que él no lograba ver. ¿Falta de poder? No. Definitivamente no. ¿Falta de planeacion? No. Todo lo que seguía era lo que quería su Amo. ¿Entonces qué?

Tomo su cabeza con desesperación. Aquellas pantallas mostrandole su patetica imágen. Un antiguo Sr. Heartland. Uno realmente acabado. Miro detenidamente cada proporción suya. Cada gesto. Cada movimiento. ¿De verdad era esto a lo que se había resumido? ¿Esto era la grandeza de un señor del mal? ¿Esto es siquiera un digno oponente? No. Realmente no.

Bajo sus manos. Derrotado. ¿Cómo era posible seguir vivo? Oh. Ya lo recordo. Su Amo. Don Milenario fue quién le dio esta segunda oportunidad. ¿Por qué? A ciencia cierta no lo sabía. Pero de algo sí quería estar seguro. Y eso era de ganar. Aunque sea lo último que hiciera en esta patetica vida. Aunque sea. Para demostrarse así mismo su valia. Su fuerza. Su coraje. Su odio. Y... Su voluntad.

No podía dejarse caer. No ya cuando estaba hasta el cuello metido en aquello. En ese absurdo plan. En ese resentimiento. Estaba cansado de perder. De ser humillado. Estaba cansado de solo ser él quien perdiece algo. Estaba cansado de todo. Más. Aún tenía el coraje para avanzar. Pra seguir adelante en eso.

Levanto con cierta rigidez su mirada a su reflejo. Y con ojos brillando en odio. Fue que encontro la solución a todo ello. ¡Por supuesto! ¿Cómo pudo olvidar aquello? El plan que él mismo forjo. Sin ayuda de su Amo. Un plan que era difícil, metódico. Pero bien elaborado. Un plan que podía quizá llevarlo a la victoria. Rió como solo un hombre sin cavales puede hacerlo. Se burló de sí mismo y de su coraje. Se burlo de lo estúpido que fue al olvidar ese plan. Y por último, sonrió con malicia al apretar aquellos botones que le daban acceso a aquel plan.

Sí. Él. Hatorando, aún no se daba por vencido. Aún tenía una carta más bajo la manga. Y un Caballero que aún estaba bajo su control. Un par de planos aparecieron junto a distintos codigos.

Sí querías que algo saliera bien. Debes hacerlo tu mismo. ¿No?

Una carcajada más se escuchó en el lugar. Mientras una mariposa parecía reir y jugar con aquello. El tic tac del reloj comenzaba a sonar.

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Ana se mantenía tranquila. Feliz de ayudar a aquellos seres Astrales que llegaban en busca de su ayuda. Ella con agilidad aplicaba su magia y pociones que revitalizaban a sus pacientes. Una poción tas otra iban desapareciendo del inventario y de los estantes. Los cuales estaban llenos de frascos de distintos colores, y texturas. Cada uno bien etiquetado y preparado para la ocasión. Algunos dejaba ver estelas de luz, mientras otros parecían arder en si mismos. Los niños que llegaban a parar con Ana. Se maravillaban ante la vista de esa sala. La cual tenía un par de camas y un par de sillones de finos materiales y distintas sedas. Un candelabro de cristal era la cereza del pastel que adornaba el lugar.

Cada habitante que iba siempre salía con una sonrisa. Sintiendose reconfortados de que aquella preciosa sala y caros meteriales siempre eran compartidos sin ningun problema con ellos. Y Ana, terminaba por agradecer a sus Majestades el extender su labor hasta el rincón más lejano del Mundo Astral. Llevando salud y buena vibra a sus iguales.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora