Capítulo 6: Ese Rey, Mintiendo

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El día comenzaba con toda la actitud positiva que podía reunir. Aquellos ciudadanos amables que conformaban su pueblo desprendían energía que, sin querer del todo, Astral percibía y recibía. De esta manera, despertándolo de un hermoso y bello sueño lleno de placeres.

Intento abrir sus ojos a la primera. Pero no podía realmente hacerlo del todo. Aquella luz natural del Mundo Astral se colaba por los ventanales, entorpeciendo su vista.

Suspiró, para después dejar salir un bostezo. Movió un poco sus brazos, y fue cuando se topó con el delicado cuerpo de su amante. Sonrió orgulloso y feliz. Aquellas noches llenas de pasión que llegaban sin avisar eran si no por mucho, de sus favoritas. Espontáneas tanto como el menor que protegía del frio de la mañana en brazos. Quería quedarse mucho más tiempo de esta manera. Acurrucado con su bella pareja. Más los deberes volvían a tocar su puerta... Casi literalmente.

Un sonido hueco, producto de pequeños golpecitos dadas a la puerta del dormitorio, se extendió por el lugar. Sacándolo forzadamente de su dulce despertar. Y soltando pequeños susurros llenos de maldiciones, intento ignorar aquella llamada sin éxito alguno.

Aquellos golpes se volvían a cada segundo más insoportables, y por fin, después de una lucha consigo mismo y su cuerpo. Termino por abrir de nuevo sus ojos, enfocando la vista en la dulce cara un Yuma durmiente. Sonrió, al percatarse de un pequeño hilo de saliva que salía sin el consentimiento de su dueño, para terminar, acabando en la suave tela de la sabana. Astral dio gracias a la tela, de no ser por ella, apostaba a que ahora mismo estaría empapado de ella... Aunque, quizá no le molestaría tanto después de todo.

Se dispuso a salir de la mullida cama tratando de no despertar a su amante. Cosa que logró con éxito, pues Yuma tenía un sueño bastante pesado. Arropo al menor, admirando con orgullo las marcas dejadas por él esa noche. Y prosiguió a cambiar a su cuerpo habitual.

Porque sí. Él era un ser Astral, distinto, a la mayoría de su gente. Su imagen habitual denotaba "desnudes" más solo esta era solo una fachada para su verdadero cuerpo. Un poco más proporcionado y perfectamente varonil. Hecho que amaba Yuma, aunque Astral no estuviera consiente plenamente de eso.

Y una vez el cambió había concluido, comenzó a flotar levemente hasta la salida, topándose con las prendas usadas el día de ayer. Una sonrisa juguetona apareció en su rostro, y con una nueva actitud mejorada. Por fin abrió aquella puerta.

Una doncella junto a otras, fueron recibidas de pronto. Sonrisas radiantes adornaban sus rostros. Mientras sus brazos tenían algunas prendas que quizá él y Yuma tendrían que usar el día de hoy.

¡Oh maldito deber que lo sacaba cruelmente de aquel nido de amor!

—Buenos días mi señor. —Saludo cortésmente una de ellas. —Ruego a que haya tenido un sueño profundo y placentero, al igual que la Reina y el futuro príncipe. —Una inclinación en respeto surgió por parte de ellas. —Y nos disculpamos de antemano al venir a despertarlo, pero su agenda tiene muchos pendientes. Además. —Sonrisas cómplices. —La Reina tiene que comenzar también con sus deberes... ¡Nosotros nos encargaremos de él!

Astral las miro, y ellas lo miraron. Astral parecía ajeno al Mundo. Ellas desprendían un brillo natural. Pequeñas estrellas parecían visibles para el mayor.

—Mm... Sí, entiendo, denme un par de minutos. —Y con aquella excusa volvió a cerrar la puerta.

Astral entonces vio el pequeño desastre de ropa, y con ello a su amado. No podía dejarlo a solas con todo eso. Y mucho menos con ellas así.

Y entonces, con rapidez y en menos de lo que imagino, toda aquella ropa tirada sin cuidado volvió a ser recogida y doblada, colocándola por el momento en el banquillo blanco.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora