El Arte del Adiós

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Lein recuerda muchas cosas. Recuerda haber nacido para la protección de Gea. Haber recibido su espada del primer Rey Astraliano, como su título. Recuerda los combates de entrenamiento como sus primeras disputas verdaderas. Recuerda a los habitantes de Gea ser felices y llenos de bondad hasta que en algún punto aquella imagen paso a distorsionarse. La clase social comenzó a ser más marcada, el estatus como los títulos. La belleza del corazón paso a dejarse de lado, como cientos de cosas que podían hacer a un ser sumamente valioso. La injusticia inicio a permear en casi todos los rincones. Política social, un lugar al cual no podía y no debía intervenir, pues no había peleas más que verbales. Quizá su primer error recayó justamente ahí, no haber dicho nada al respecto y simplemente seguir como si no tuviese oídos u ojos. Hasta la fecha en donde se encuentra se arrepiente profundamente de ello. Sus hermanos menores vinieron después, cada uno en un pequeño bebé que se le fue entregado para criar y adoctrinar. El cumplió por supuesto, era una orden directa de sus Señores. No dudo y acepto esa tarea con todo lo que había sido enseñado.

No va a negar el hecho de que creyó que era sumamente sencillo cuidar a un bebé y de ahí seguir con sus enseñanzas. Otro error más del cual pago incluso su propio karma y estupidez. Pues no fue ninguna tarea fácil y mucho menos tan ordenada como lo hubiese querido, los llantos venideros como las quejas y la disconformidad, solo se acompañaron de parloteos y movimientos que, no estaba acostumbrado. Ya que, él como firme y valiente Guerrero, fue ilustrado en la batalla y cuestiones parecidas. Jamás se le había dicho como es que se debía preparar el agua con el que podría bañar a un ser tan delicado y mucho menos que ese bebé no era uno normal que se adaptará a los estándares normales. No. Sus hermanos nunca requirieron de aquella energía vital que todos los seres Astrales necesitaban, al contrario, ellos ya poseían dicha energía. La magia nadaba con libertad en ellos. Y tal vez esa fue otra dura enseñanza que ellos le dieron a él. Lección aprendida, jamás dejarles solos después de un lapso de cinco minutos o tendría que buscarlos como loco o reparar algo al respecto.

Así fue, sumamente difícil al inicio. Tanto que incluso considero declinar en la tarea. Sin embargo, la primera vez que su hermano le sonrió, que le miró con aquellos ojos grandes e inocentes. Algo muy dentro de él despertó. Tan fuerte y tan palpable, que lo único que provoco fue querer protegerlo hasta el fin del Mundo. No había duda en ello. Entonces, aceptando aquella responsabilidad de una buena manera, fue que pareció ir todo viento en popa. Había por supuestos días malos y días buenos, pero, jamás declino en su nuevo papel descubierto. Sino que, se entregó totalmente a ello hasta que pudo aprender más, paso a paso. El primero en sufrir con el siendo Erí. Al menos hasta que tuvo la edad suficiente para que ambos pudieran comunicarse, y de ahí fue mucho más sencillo seguir. Su crecimiento como su avance fueron todo un orgullo para Lein. Quien sentía el dulce sentimiento de una paternidad adoptiva, ya que, si analizaba la situación, así había sido a pesar de ser hermanos y nacer del mismo modo. Pero, a estas alturas, él no iba a indagar en eso.

La tercera en venir siendo Ema. Justamente representando todo un nuevo reto con el cual Lein tuvo que lidiar. Pues, el trato a una Dama siempre sería diferente. Se avergonzó, incluso recuerda que al bañarla sus ojos eran vendados para respetar su intimidad. La bebé solo le miraba para sonreí y reír como si supiera que estuviese pasando. Ya no hubo tantos errores que, en un principio, pero aun así fue un batallar con peinados y más juegos que tenían que ver con vestidos y coronas. Recuerda haber usado uno en algún momento, Erí le acompañó en su "dolor". Ema disfruto. Su sonrisa como mirada brillante decía demasiado. Y una vez más, Lein cayó ante ella. Un orgullo más se sumaba a la lista. Quien vino un poco antes fue Rem, un niño bastante tranquilo y obediente. No hubo muchos problemas con él más que, a veces, esperar a que llorara para encontrarlo. Su silencio parecía representar todo un nuevo reto para Lein. Él lo volvió a aceptar, y de la mano llevarle cada que lo necesitaba. Siempre escuchando, siempre apoyándolo. De ahí, cada hermano siguiente represento toda una aventura. El par de gemelos fue la viva imagen de ello. Sus complicidades sirvieron solo para que su corazón saltara alterado. Encontrando sus escondites para después llevarlos hasta su habitación. Un cuento para dormir era lo que les encantaba. Aunque... No durmieran. Siempre se quedaban muy tranquilos luego de una buena lectura. Kile y "Hayato" fueron los que vinieron después, casi al mismo intervalo de tiempo.

Nueve Meses y Un Año [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora