Capítulo VI: Héroes en New York

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-        El consejo está lanzando un misil para destruir todo Manhattan – dijo el tío Nick por el intercomunicador

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-        El consejo está lanzando un misil para destruir todo Manhattan – dijo el tío Nick por el intercomunicador.

-        Cerraré el portal – dijo Nat.

-        No, espera – dijo mi papá – sé dónde colocar ese misil y es ahí arriba.

-        Papá, es peligroso.

-        Confía en tu padre, todo saldrá bien – vi que mi padre voló hacia el misil y empezó a subir, unos gritos nos distrajeron, eran civiles estaban rodeados.

Rápidamente, los Vengadores empezaron a combatir a los Chitauris, por mi lado trataba de guiar a la gente a un lugar seguro. No podía concentrarme porque ya no podía divisar mi papá. Los Chitauris seguían llegando más y más.

-        Cerraré el portal ahora – dijo Nat.

-        ¡No! – grité – mi papá aún está ahí.

-        Tony tiene cinco minutos para llegar o la ciudad quedará devastada – Hulk estaba siendo rodeado por demasiados, al igual que Thor, Clint se quedaba sin flechas y Steve estaba herido, pero aún seguía de pie.

-        Ayúdame por favor – dijo una señora – mi niña – gritaba – no está – vi a todos lados y divisé a una pequeña abrazada de su conejo de peluche.

-        ¿Es ella? – asintió – espere aquí – corrí hacia la niña, lanzaba puños y patadas a los Chitauris, para llegar a la pequeña, sentía esto como algo personal, habían algunas criaturas acercándose a la niña, me desesperé, saqué fuerzas de mi interior y seguí luchando no podía pedir ayuda, todos estaban ocupados, hubo un momento en el que me quedé sin municiones y solo dependía de mi fuerza, hasta que no pude soportar un golpe y caí al suelo, me tomó del cuello y cuando estaba por clavar por completo su arma en mí, vi como el escudo de Steve, lo tumbó caí al suelo, trate de levantarme pero no podía, estaba sangrando, Steve me miró preocupación pero él debía seguir luchando para evitar que me atacaran, como pude me arrastré hacia la niña – no tengas miedo, tu mami me envió por ti – le dije, se aferró a mí y con las últimas fuerzas que tenía la levanté y empecé a caminar escondiéndome para no nos ataquen – ya falta poco, linda – le dije para animarla – pronto estarás con tu mami – le sonreí.

-        Estoy cerrando el portal – dijo Nat, levanté mi vista pude ver que mi papá estaba cayendo desde el agujero, su traje se quedó sin energía.

-        ¡Alguien ayúdelo, por favor! – grité.

-        Señorita, cuidado – dijo la pequeña se nos acercaron algunos Chitauris, no presté atención por estar pendiente de mi papá, solo atiné a proteger a la niña con mi cuerpo, todo ocurrió tan rápido, pensé que sería la forma más noble de morir, pero fui rodeada nuevamente por los brazos de Steve que nos cubrió con el escudo, pensé que sería el fin, pero de un momento a otro los Chitauris empezaron a caer como si hubiesen sido apagados por un interruptor universal.

-       Ganamos — dijo Steve, aún estaba agotado por la batalla, la madre corrió hacia su niña, yo solo pude sonreír por unos segundos ya que recordé a mi papá.

-        Steve, mi papá – dije con desesperación.

-        Tranquila – dijo ayudándome a ponerme de pie – Hulk lo atrapo en el aire.

-        Gracias a Dios – dije, pero solté un quejido de dolor.

-        ¿___? – dijo Steve mientras me levantaba en sus brazos, empecé a ver todo borroso.

-        Steve – fue lo último que pronuncié para después desvanecerme en sus brazos.

Desperté en mi habitación de la torre Stark, mi papá me tenía de la mano, estaba llorando y Pepper a su lado.

-        Papá – dije – ¿por qué lloras? No me digas que Pepper te dijo que no – rieron.

-        No vuelvas a asustarme así – dijo mi papá.

-        Lo siento.

-        Tony, le diré a los demás que ___ ya despertó – dijo Pepper – sabía que despertarías, linda – me sonrió y me dio un beso en la mejilla para después salir de la habitación.

-        Debo agradecerle a Rogers, gracias a él, estás viva, me contó todo, dime ¿por qué eres tan obstinada?

-        Porque soy tu hija – reímos, tocaron la puerta – adelante – dije suavemente.

-        Soy yo – dijo Steve – quería ver cómo estabas – me sonrió.

-        ¿Y desde cuándo tuteas a mi hija, Capi Paleta? – dijo mi papá celoso.

-        Porque yo se lo pedí – dije.

-        Mi hija tan linda con los adultos mayores – dijo, Steve hizo una mueca.

-        Papá, Steve tiene 27 años, solo es 3 años mayor que yo – Steve concentro su mirada en mí.

-        Tiene 27 desde hace millones de años, es increíble cómo se conserva tan bien ¿haces pilates? – dijo divertido, lo cuestioné con la mirada – ya te entendí, Capi Paleta, quiero agradecerte por cuidar a mi pequeña, aunque no lo hiciste tan bien porque terminó postrada en una cama, pero sé lo obstinada que es, no obedece.

-        Papá – lo resondré.

-        Muchas gracias, viejito.

-        De nada – dijo Steve.

-        Papá ¿eso es una cana? – lo molesté.

-        Claro que no.

-        Si papá, mira tienes una arruguita ahí – señale su rostro, Steve rio – Oh, Dios, tienes patas de gallo.

-        ___ — refunfuñó.

-        ¿Qué? Tú me enseñaste a no mentir – le sonreí – mentira papi, eres toda una belleza.

-        ¿Qué deseas? – dijo, me conoce tan bien, sabe que le pediré algo.

-        Una hamburguesa con doble queso, por favor, muero de hambre – le puse ojos de cachorrito.

-        Está bien, ya regreso – volteo a vernos – Jarvis, ponte en modo monitor de bebé.

-        Lo siento, así es mi papá – le dije a Steve cuando papá se fue.

-        No te preocupes, por un momento pensé que te perdería – dijo Steve, me sonrojé, él lo notó – ósea me refiero a que perdería a una gran soldada – tartamudeo — ¿Por qué se arriesgó tanto?

-        Por usted, capitán, usted me inspiró – me quedó viendo – aparte de otras motivaciones personales.

-        ¿Por mí? - preguntó – lo siento, no la entiendo, señorita ___.

-        Volvimos a las formalidades – dije.

-        Bueno usted me está llamando capitán.

-        Es que me encanta decirle capitán – dije sin pensar.

-        Ahm ... yo ... yo ... usted – tomó aire – lo siento, no hablo hace tiempo con una chica, desde ...

-        Desde Peggy Carter – dije, me miro sorprendido — leí mucho sobre usted, capitán, sé que esa información no se obtiene en un museo, pero digamos que mi papá una vez me contó su historia ante mi insistencia, ya sabe que soy su fan, su padre Howard se la contó – se quedó callado por unos momentos – lo siento, no debí.

-        No para nada, solo que nadie me la había nombrado en voz alta antes desde el 45 – dijo con melancolía.

ME HACES SENTIR VIVO (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tu) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora