Capítulo X: Celos

3.7K 244 125
                                    


- Te ves hermosa – dijo apoyado en su moto ¿Cómo puede verse tan bien siempre? – lo siento, no tengo auto.

- No te preocupes, me encantan las motos – lo volví a observar detenidamente – se ve muy guapo – dije mientras me dirigía a la parte trasera de la moto, Steve me alcanzo un casco, subimos y me sujeté de los extremos de la moto.

- Puedes sujetarte de mí – dijo tomando mis manos y haciendo que lo tomara de la cintura.

- Estoy segura que en estos momentos, debo ser la mujer más envidiada de América – dije a lo que él soltó una risa y arrancó la moto, llegamos a la embajada, estábamos en el recibidor, noté que se le había desacomodado la corbata, él trataba de acomodarlo – ¿me permite? – el asintió, cuando estaba con mis manos encima de la corbata de Steve, sentí un pequeño empujón y mis manos fueron reemplazadas por otras.

- Yo te ayudo, Steve – dijo la señorita Smith.

- Muchas gracias, señorita Smith – respondió incómodo.

- Ya le dije que me llame, Hillary – lo tomo del brazo para guiarnos hacia el comedor, donde se encontraban dos hombres – déjame presentarte a mi padre el secretario de la ONU, Jhon Smith y mi hermano mayor, Nathan, Steve saludo a los otros hombres.

- Yo la he visto en la escuela de música de New York – me dijo Nathan, con razón se me hacía conocido – bueno últimamente, no tanto como me gustaría – dijo coquetamente a lo que Steve lo miró con recelo.

- Bueno he estado un poco ocupada, trabajando en S.H.I.E.L.D. y graduándome de la MIT, no he podido asistir a mis clases de piano, últimamente – respondí.

- Usted es ___ Stark – dijo el secretario – no lo puedo creer, Hillary por qué no me informaste que vendría – se acercó a saludarme – soy un amigo de tu padre.

- No sabía quién es – respondió despreocupadamente.

- Ni tendrías porque – dijo Nathan – ella es toda una mujer – se acercó – soy Nathan Smith – dijo para después besar mi mano – si necesita ayuda, no dude en pedírmela.

- Muchas gracias – respondí mientras sentía la mirada de Steve clavada en mi – es usted muy amable.

Proseguimos con la cena, estuvo deliciosa, Hillary parecía una garrapata pegada a Steve, él era muy caballero como para expresar su incomodidad, mientras yo tenía a Nathan, con sus intentos de coqueteos, era un hombre guapo, pero a veces sus halagos me resultaban incómodos. El secretario volvió a agradecernos por lo hecho por su hija, después salimos a caminar por los jardines menos el secretario, de un momento a otro perdí de vista a Steve, quedándome sola con Nathan, quien ya estaba siendo muy desesperante.

- ¿___? – dijo Nathan – perdóneme el atrevimiento de llamarla así, pero me gustaría salir con usted – se acercó a mi – podemos ir y hacer lo que usted desee – lo dijo con un tono que no me agrado.

- ¿Perdóneme? – dije un poco fastidiada.

- Lo siento es que usted es una mujer que podría volver loco a cualquier hombre – se relamió los labios mientras recorría mi cuerpo con la mirada.

- Creo que está confundiendo las cosas – dije firmemente.

- Usted ha estado oyéndome toda la noche, eso significa que ha demostrado interés en mi – dijo acercándose más.

- Vuelvo a repetir, está confundiendo las cosas – retrocedí para alejarme de él – solamente fui educada.

- Me encantan las mujeres educadas, sobre todo cuando tienen carácter, eso habla de cómo son en la cama – dijo para después besarme a la fuerza a lo que inmediatamente respondí empujándolo.

- Perdón – escuche la voz de Steve a mis espaldas – creo que ya es hora de retirarnos.

- Si, por favor – dije para después acercarme a Nathan – ni se te ocurra volver a tocarme o esta vez me olvidaré que quien es tu padre y quien es el mío, y te ira muy mal – dije amenazadoramente, él solo se quedó callado, empecé a seguir a Steve hasta la moto.

- No sabía que era de ese tipo de señoritas – dijo Steve molesto.

- ¿Qué estás diciendo? – pregunté furiosamente, nos paramos frente a su moto.

- Que no sabía – le interrumpí.

- Yo tampoco sabía que era ese tipo de hombre, Capitán Rogers, de los que normalizan que un hombre se quiera atribuir derechos sobre las mujeres, derechos que solo existen en su cabeza, lo único que hice fue ser amable, oír todas las estupideces que comentaba y con eso creyó que demostré interés en él, tanto que se atrevió a besarme a la fuerza obvio que inmediatamente lo empujé, no le debo explicaciones pero simplemente es algo que deseo aclarar por mí misma – solo me observaba – si usted no hubiera llegado en ese instante, ahora estaría siendo llevada por los policías a la comisaría por golpear a ese imbécil – dije exaltada.

- ___, perdóneme – dijo avergonzado – es que no pude observar bien lo ocurrido, yo – le volví a interrumpir.

- Si, todo lo que usted quiera, pero eso no le da derecho a insinuar cosas sobre mi persona – dije furiosa y un poco dolida – prefiero irme por mi cuenta – no quería sentirme vulnerable frente a él, me di la vuelta y empecé a caminar.

- Pero no tienes un transporte – dijo tomando suavemente mi mano.

- Claro que sí, puedo caminar, llamar un taxi o a mi padre y en breves momentos, aterrizaría en su traje de Iron Man para llevarme a casa – dije zafándome suavemente de su agarre.

- Siento haber sido un tonto, es que – tomo aire – creo que mis celos nublaron mi juicio – dijo mirando hacia abajo – no me sentía así desde hace mucho tiempo – volvió a subir su mirada – es que lo que paso entre usted y yo en su fiesta, no pensé que fuera posible sentir esto por otra mujer que no sea Peggy, todo esto ha sido tan repentino – otra vez bajo la mirada.

- Steve, te perdono, pero no vuelvas a decir algo así – coloque mi dedo índice en su barbilla para levantar ligeramente su cabeza y volviera a verme – yo solo deseo que el único hombre que me bese, sea usted, Capitán – dije para que después él fuese quien se me acercará para besarme dulcemente, solo como él sabía hacerlo – lléveme a mi departamento – dije, él asintió y subimos a su moto para partir a mi departamento.

- Bueno, __ – dijo Steve – normalmente los besos se daban después de por lo menos tres citas o eso era lo que yo creía – dijo colocando sus manos alrededor de mi espalda, era muy caballeroso como para colocarlas en mi cintura – eso significa que te debo al menos tres citas ¿Qué te parece mañana?

- La agenda del Capitán esta libre – pregunté coquetamente.

- Para ti, siempre – dijo susurrando cerca de mi odio, sentí como mi piel se eriza, él notaba mi vulnerabilidad ante él, al parecer le gustaba.

- Bien que le parece si hacemos un recorrido por New York – dije colocando mis manos alrededor de su cuello – esta es la ciudad que nunca duerme, para mi es la más hermosa de todas, tiene tanto para ofrecer, te apuesto que ha cambiado mucho desde la última vez que estuviste por aquí y así tacharemos muchas cosas de tu lista.

- Para mí, el lugar más hermoso es a tu lado – dijo acercándose para darme otro beso.

- Si, sigues así, me deberás más de tres citas – dije sonriendo mientras me besaba.

- Entonces debo llenarte de ellos – dijo para después, darme un último beso en los labios y despedirse.

ME HACES SENTIR VIVO (Steve Rogers & tú) (Steve Rogers y tu) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora