65. Tensión

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La tensión que había entre los presentes se podía cortar con un cuchillo. Zarut y Scott estaban en guardia, dispuestos a atacar ante cualquier movimiento sospechoso del Rey Remoldán. Yanet se encontraba en un lado de la sala, estaba asustada y nerviosa debido al ambiente que se había formado en la habitación en escasos segundos.

- ¿Por qué tan tensos de repente? - dijo el Rey Remoldán.

Su tono de voz había cambiado por completo, era firme e imponente. Tenía una expresión seria a la par que siniestra en el rostro.

- ¿No vais a decir nada? - dijo el Rey Remoldán en el mismo tono. - Es de mala educación no responder cuando se os pregunta.

Dio un paso al frente provocando que Zarut y Scott retrocedieran un poco.

- ¿No vas a regañar a tu servidora por lo ocurrido? - dijo Zarut sin moverse.
- ¿Regañarla? - dijo el Rey Remoldán mientras miraba a Yanet. - No me hagas reír. Tiene el total derecho a asesinaros por infringir mis reglas dentro de mi reino.

Hizo un gesto con la cabeza mientras miraba a Yanet. La remoldana asintió.

- Muéstrame de lo que eres capaz - dijo el Rey Remoldán repitiendo el gesto.

Acto seguido Yanet se abalanzó sobre ellos. Zarut y Scott dieron un salto separándose, como la primera vez que se encontraron con la remoldana, pero esta vez era totalmente distinta. La fuerza y la velocidad con la que se lanzó era abismalmente diferente, llegan a tardar un segundo más en separarse y habrían recibido el golpe de lleno. La remoldana miró a Scott, este se preparó para luchar, pero en cuanto se lanzó a por él cambió de dirección en el aire y atacó a Zarut. El Rey de las criaturas místicas reaccionó a tiempo bloqueando el ataque poniendo los brazos en cruz.

- Basta de juegos - dijo Zarut.

El ambiente se volvió muy pesado. Las pupilas de Zarut se contrajeron hasta parecer una línea vertical en mitad del ojo y el color miel de su iris se intensificó. Apretó los puños y su cuerpo creció un poco, hasta el punto de que se oyó darse de sí la camiseta que llevaba puesta. Estiró el brazo y a los pocos segundos empezaron a aparecer escamas de color rojo fuego en él. Apretó el puño con más fuerza y lanzó un puñetazo a la remoldana.

- Puño de dragón - dijo Zarut en voz baja mientras lanzaba el ataque.

El golpe fue con tanta velocidad que Yanet no pudo esquivarlo e impactó con tanta fuerza que la onda expansiva generada por el ataque hizo retroceder a Scott varios metros. Todo sucedió en cuestión de segundos. La remoldana emitió un leve grito de dolor, todo lo que sus cuerdas vocales le permitían ya que le fue imposible coger aire en ese momento, sentía que le iba a atravesar los pulmones. Se escuchó con mucha claridad como se le rompían varias costillas. Salió disparada a una velocidad increíble, atravesó la pared de cristal haciéndola añicos y acabo impactando contra un edificio a varios kilómetros del rascacielos donde se encontraban. Zarut se incorporó, las escamas del brazo le desaparecieron, volvió a su forma original y con los ojos llenos de ira miró al Rey Remoldán.

- Pongámonos serios, hablemos de rey a rey - dijo Zarut.

El ambiente seguía muy tenso, Scott se encontraba apartado de los dos reyes, seguía en el mismo sitio donde había aterrizado debido a la onda expansiva. Estaba sentado, muy asustado, observando la escena. Era incapaz de levantarse, las piernas le temblaban incluso estando sentado, los dos reyes estaban a un nivel completamente distinto.

- Vaya, "pongamos serios", sí - dijo el Rey Remoldán.
- Sin vaciles - dijo Zarut. - A qué se debe este comportamiento.
- Muy sencillo - dijo el Rey Remoldán - El Rey Demonio ha hecho su movimiento y vosotros vais de cabeza a parar lo inevitable.
- ¿Eras consciente de todo lo que esta pasando y no has hecho nada al respecto? - dijo Zarut furioso.

El Rey Remoldán se echó a reir y dijo:

- Joven Rey, cada reino opera por su cuenta. Si esperas que todos estuviésemos unidos contra un único enemigo estás muy equivocado. Te vas a llevar muchas sorpresas Rey de las criaturas místicas.

Zarut no dijo nada más, estaba enfadado y confundido. El Rey Remoldán era consciente de todo y aún así lo había permitido.

- ¿Por qué no has avisado de esto? - preguntó Zarut sin cambiar el tono.
- ¿Era necesario avisar? - dijo el Rey Remoldán.

Zarut apretó los puños, cada vez le costaba más contenerse.

- Nos hemos reunido varias veces, habrías evitado la posible masacre que va suceder en el reino de las hadas - dijo Zarut.
- ¿Cuándo nos hemos reunido Rey de las criaturas místicas? Porque que yo recuerde fue hace varios años - dijo el Rey Remoldán. - Como te acabo de acabo de comentar, no tengo por qué meterme en los asuntos de otro reino.
- ¿Me vas a decir a la cara que no nos hemos visto hace unos meses?
- ¿Dónde? ¿En el consejo? Tú como miembro deberías saber que las reuniones del consejo son única y exclusivamente para tratar el tema de El Círculo.

Zarut apretó la mandíbula, tenía razón, en las reuniones del consejo no pueden hablar de otro tema que no sea ese, puesto que aunque este formado por los reyes, no son reuniones para tratar sobre los conflictos de los reinos, son para protegerlos de una amenaza mayor. Scott miró hacia todos lados comprobado si había alguien más en la sala aparte de ellos tres. El Rey Remoldán le miró de reojo y dijo:

- No te preocupes pequeño Guardián, soy consciente de que no hay nadie más aquí, por eso he aclarado las cosas. Además la culpa sería de tu amigo por sacar el tema sin previo aviso.
- Eres un cabrón de mierda - dijo Zarut sin poder controlarse más.

Acto seguido lanzó un puñetazo al Rey Remoldán, pero este paró el ataque fácilmente con una mano.

- Buen ataque, pero muy débil - dijo el Rey Remoldán.

Dicho eso cogió a Zarut por el puño y lo lanzó al otro lado de la sala. Zarut se levantó algo dolorido por el golpe y fue a atacar lleno de ira al Rey Remoldán, pero antes de que pudiera avanzar sintió que alguien lo abrazaba, impidiéndole avanzar. Miró hacia abajo y vio a Scott. El joven se habia levantado del sitio y habia ido corriendo hasta donde estaba Zarut. Estaba abrazándole con todas sus fuerzas para que no se pudiera mover.

- Suéltame o no vas a salir ileso de aquí - dijo Zarut.

Estaba tan enfadado que su frase parecía el gruñido de una bestia.

- No me da la gana, no hemos venido aquí para que empieces una batalla innecesaria. No te voy a soltar - dijo Scott sin moverse.

Al escuchar esas palabras, Zarut se dio cuenta de que Scott tenía razón y logró calmarse un poco.

- Esta bien - dijo el Rey de las criaturas místicas con un tono normal.

Zarut miró al Rey Remoldán y dijo:

- ¿Y bien? Nos vas a retener aquí más o nos vas a ayudar a marcharnos.

El Rey Remoldán chasqueó los dedos y detrás de él, salió del suelo un cilindro de cristal.

- No, no os voy a retener aquí porque presiento que nos volveremos a ver, a sí que vamos a aplazar esta conversación. Lo que hay detrás de mi es un teletransportador mágico de alta tecnología, os llevará directos al reino de las hadas. Ahora si me hacéis el favor, desapareced de mi vista, tengo que ir a comprobar que no hayas matado a mi almirante general.

En cuanto acabó la frase, Zarut y Scott se dirigieron al cilindro y se metieron en él sin mediar palabra.

- Di el destino al que quieres ir y el teletransportador hará el resto - dijo el Rey Remoldán. - Y sed conscientes de que esto no está acabado.

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