25. Viaje

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Cuando el primer grupo salió del patio, el segundo grupo compuesto por: Scott, Laya, Leo y Zarut, puso rumbo al reino de los dioses. Leo, Zarut y Laya empezaron a caminar hacia la verja que delimitaba el patio, Scott les siguió sin saber muy bien hacia dónde iban.

- Chicos, la salida está al otro lado - dijo Scott.

Zarut se rió y dijo:

- Si salimos por la puerta daríamos más vuelta.
- ¿Cómo que más vuelta?
- El reino de los dioses está cruzando las montañas - dijo Leo.
- Así que es más rápido saltar la valla, que rodear toda la casa - dijo Laya.

Scott creyó que le estaban tomando el pelo, la verja era bastante alta, una persona no podría saltarla a menos que vuele. Su expresión cambió al ver a Leo saltarla con una facilidad increíble, detrás de él la saltó Laya y después iba a saltar Zarut, pero antes de despegar los pies del suelo se fijó en Scott.

- Anda, sube - le dijo invitándole a subir a su espalda.

Scott se negó.

- Vamos, que no tenemos todo el día - dijo Zarut.

Scott retrocedió unos pasos negando con la cabeza. Zarut suspiró, se acercó hasta Scott, le cogió en brazos y saltó la valla con él. Scott, inconscientemente, se agarró a sus brazos algo asustado, notando la tensión de sus músculos por el esfuerzo. Cuando aterrizaron al otro lado de la valla, Laya miró a Scott y dijo haciendo una reverencia:

- Ha llegado la princesa.
- Hi lligidi li princisi - repitió Scott con un tono de burla, algo molesto

Laya se echó a reír, Scott le dedicó una sonrisa forzada y le miró con un poco de odio, Zarut y Leo se rieron levemente debido a la situación.

- Vamos, andando, que se nos hace de día - dijo Zarut adentrándose en el bosque.

Los tres jóvenes asintieron y le siguieron.
Pasaron las horas y el grupo se adentraba más y más en el bosque, hasta que una bestia salió de la nada, cortándoles el paso. Laya, que iba la primera en ese momento, retrocedió unos pasos, pero perdió el equilibrio y cayó de culo al suelo. Antes de que atacase a su compañera, Scott se lanzó contra la bestia, hizo varios gestos rápidos con las manos y a su alrededor aparecieron pinchos de hielo que impactaron directamente contra la bestia. Debido al golpe, la bestia les gruñó y salió huyendo.

- Buenos reflejos - dijo Leo felicitando a Scott.

Scott sonrió, se acercó hasta Laya y le tendió la mano para ayudarle a levantarse.

- La princesa ha salvado al príncipe - dijo Scott mientras ayudaba a Laya a levantarse.
- Li princisi hi silvidi il principi - repitió Laya con el mismo tono de burla que Scott.

Esta vez fue Scott el que se echó a reír. Laya, después de levantarse, de sacudió un poco y prosiguieron la marcha.

En dirección contraria, llegando a la estación de tren de la ciudad, se encontraba el primer grupo.

- ¿Vamos a coger un tren? - preguntó Jack.
- Sí, tenemos que ir a un pueblo que está a dos horas en tren. Ese pueblo es la entrada al reino de los elfos - respondió Elisa.
- ¿Pero no íbamos al reino de las hadas? - preguntó Jack de nuevo.
- El reino de las hadas está en el centro del Bosque Perdido, rodeado por el reino de los elfos, el reino de los gnomos y el reino de las ninfas - respondió Rory.
- ¿Por qué se le llama Bosque Perdido?
- Ya basta de preguntas, que vamos a perder el tren - dijo Mike.

Acto seguido, se oyó el silbato de un tren que estaba entrando a la estación.

- Ese es nuestro tren - dijo Mike.

Dicho eso, los cinco salieron corriendo para subirse al tren y lograron subirse por los pelos. El tren tenía la misma estructura y decoración que el Etherias, pero este no volaba. Los chicos se metieron en una sala y se sentaron en los asientos.

- Ahora que tenemos dos horas por delante - dijo Jack. - Respondedme, ¿por qué se llama Bosque Perdido?
- Las hadas son seres tímidos y muy inteligentes, pero también son muy frágiles - empezó a explicar Inés. - Antiguamente se les daba caza para arrancarles las alas y venderlas en el mercado negro. Estas se refugiaban en el Bosque Perdido porque para acceder a él, tenías que atravesar un laberinto creado por la niebla. Con el tiempo se crearon leyendas sobre que el bosque estaba maldito, debido a la desaparición de numerosos cazadores. Hoy en día, se dice que todo aquel que pisa el Bosque Perdido y no es digno, se quedará vagando por este para siempre.

Jack tragó saliva al oír la última frase.

- ¿Para qué querían sus alas? - dijo Jack.
- Las alas las machacaban y las convertían en un polvo parecido a la purpurina, que potenciaba considerablemente el poder mágico - dijo Elisa.
- Entonces, creaban droga con las alas - dijo Jack llegando a una conclusión.

Inés y Elisa asintieron.

- Qué barbaridad - dijo Jack.

Hubo un silencio. Jack se quedó pensando en lo que le acababan de contar.

- ¿Sigue habiendo cazadores actualmente? - preguntó Jack rompiendo el silencio.
- Desgraciadamente sí - respondió Mike. - Al igual que en la ciudad donde te has criado sigue habiendo violadores y secuestradores. Es algo inevitable, el corazón de algunas personas es oscuro y egoísta. Más de una vez hemos recibido la misión de escoltar alguna hada.
- Afortunadamente hay muchísimos menos que antiguamente - dijo Inés. - Pero, con el paso del tiempo y debido a la migración, hoy en día te puedes encontrar convivendo en una misma ciudad a elfos, hadas, duendes, humanos..., incluso ángeles. Son en esas ciudades donde los pocos cazadores que quedan realizan su "trabajo". No suele haber muchos incidentes, pero aún así los sigue habiendo.

Jack estaba callado, recopilando en su cabeza toda la información que le estaban dando.

- Y por mucho que ahora haya hadas que vivan en las ciudades, sigue habiendo hadas que no salen de su reino por diferentes motivos: por trabajo, por miedo, porque no quieren abandonar sus tierras....

Mike e Inés asintieron.

- Lo pillas rápido ¿eh? - dijo Rory a Jack dándole un golpecito cariñoso en el hombro.

Jack sonrió. El resto del viaje lo pasaron charlando y debatiendo sobre otros temas. Después de dos horas, se oyó al maquinista:

- ¡Siguiente parada, pueblo Elfés!
- Estás en nuestra parada - dijo Rory al oír al maquinista.

Cuando el tren llegó a la estación, los jóvenes se bajaron. Jack miró a su alrededor. El pueblo apenas lo componían seis casas, que además estaban medio en ruinas.

- Este pueblo está en la ruina - dijo Jack. - ¿Cómo va a ser está la "entrada"?

Inés se echó a reír y le dijo.

- Aún te queda mucho por aprender.

Empezó a caminar hacia el pueblo hasta que de repente desapareció de la vista de Jack. Este estaba sorprendido. Comenzó a caminar con el resto, siguiendo los pasos de Inés antes de desaparecer, hasta que llegó un punto en el que el pueblo desapareció y ante sus ojos se extendió un campo de hierba bastante alta.

- Pagaría por haber visto tu cara cuando he atravesado la barrera mágica - dijo Inés riéndose, mirando a Jack.

Jack le miró con un poco de rencor. Todos se echaron a reír y Mike dijo:

- Venga, empecemos a caminar que nos queda un buen trecho hasta llegar a la capital élfica.

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