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"Había una vez, érase una vez.... ¿Por qué todos los cuentos tienen que empezar así? ¿Todos los cuentos tienen que tener siempre un principio? ¿Por qué...?", pensaba mientras caminaba por la calle hacia casa.
- ¡Eehh! ¡Qué vas muy deprisa! ¡Esperamee! - se oyó un grito detrás de él.
Volviendo a la realidad, se paró y miró hacia atrás, buscando a la persona que le había interrumpido su reflexión. Se fijó en un muchacho que iba corriendo hacia él, aparentaba unos 18 años, como él, tenía el pelo rubio con un tupé, ojos verdes y era un poco más alto que él.
Cuando llegó a su lado, se le notaba cansado por la carrera que acababa de hacer para alcanzarle.
- Madre mía... uff... a dónde tienes que ir que vas tan deprisa, Scott - dijo el muchacho.
- Me iba a casa, tengo que acabar mi parte del trabajo de lengua, ¿has acabado ya tu parte Jack? Ya sabes como se puso la profesora - respondió Scott.
- Eh... no del todo... - sonrió tímidamente rascándose la parte de atrás de la cabeza. - Me falta poco, pero bueno, tú no te líes por lo que diga la profesora sobre los cuentos o las novelas. Recuerda que además tenemos que hacer el trabajo de fin de curso de biología, que es más complicado que el de lengua.
- Tienes razón Jack, pero cuando nos explicó el trabajo se la veía alterada, sobre todo cuando dijo: " aquel cuento que no tiene principio... ". Es imposible, todos los cuentos empiezan por algo.
- No le des más vueltas al tema, cuanto más lo pienses peor lo vas a hacer. Ya que estás aquí vente a mi casa, que está cerca y lo acabamos juntos.
Scott aceptó confuso y se fueron a casa de Jack. Cuando llegaron a su casa, Jack dijo:
- Ya estoy en casa.
- Hola hijo - le respondió su madre desde el fondo de la casa.
- Mamá, me he encontrado con Scott y le he invitado a casa para terminar el trabajo de lengua juntos.
- De acuerdo, no armeis mucho jaleo.
Acto seguido, Jack invitó a Scott a pasar al salón.
El salón era enorme, tenía un sofá grande y dos sillones, uno a cada lado del sofá. Había una televisión enorme, encima de un soporte para que se sujetase, en frente del sofá grande y entre la televisión y el sofá había una pequeña mesa de cristal con dos vasos encima de ella. En un rincón del salón, había un escritorio donde estaba el ordenador con el que iban a trabajar. Cada uno cogió una silla y se pusieron frente al ordenador.
- Tenemos que crear una historia que impacte a la clase. - dijo Scott.
- Estoy contigo, ¿pero sobre qué la podemos hacer? - le respondió Jack.
- Se me ha ocurrido una idea, la historia va a ser de terror y suspense, con una muerte por lo menos.
- Creo que para un trabajo de clase es demasiado...
- Sí, demasiado tétrico. - dijo Scott riéndose, mientras veía la cara de terror de su amigo.
Jack se rascó la parte de atrás de la cabeza pensando. Seguidamente dijo:
- Busquemos algo en Internet,  alguna leyenda o mito que nos ayude a crear nuestra historia.
A continuación, se pusieron a buscar en diversas páginas web alguna leyenda que les llamase la atención.
Después de buscar un buen rato, se toparon con una página un poco rara. El título decía: "Leyenda que...", se cortaba con el borde porque las letras eran muy grandes. Intentaron investigar un poco aquella página, pero les resultó imposible, la página les impedía realizar cualquier acción que ellos quisiesen hacer. Lo único que podían ver era el título cortado y un texto escrito en con una letra indescifrable, que había debajo del título.
Dándose por vencidos, intentaron buscar un poco de información sobre la escritura tan rara que aparecía en la página web, pero no encontraron nada acerca de aquella letra. Finalmente, decidieron ponerse con el trabajo y acabarlo de una vez. Lo primero que se les ocurría lo escribían en una hoja y lo daban forma para introducirlo en su historia, dejando como resultado una historia algo movidita.
Una vez acabado el trabajo, Scott se despidió de Jack y salió a la calle, por fin se iba a casa. Estaba anocheciendo cuando llegó al paso de cebra que daba a su casa. El semáforo para los peatones estaba parpadeando, a punto de ponerse rojo. Al otro lado del paso de cebra, se veía a una anciana, con la cabeza gacha, que estaba empezando a cruzarlo. El semáforo para los peatones cambió a rojo, a lo lejos se vislumbraba un camión que venía a mucha velocidad. Mientras tanto, lentamente,  la anciana seguía cruzando el paso de cebra. El camión estaba cada vez más cerca y Scott se empezó a poner nervioso porque la anciana seguía cruzando la carretera. Todo sucedió muy rápido, unos pocos segundos antes de que se produzca el accidente, la anciana se paró en mitad del paso de cebra, Scott agobiado la gritaba para que se apartase e inconscientemente, salió corriendo para salvarla. La anciana levantó la cabeza y mirando fijamente a Scott, con expresión siniestra dijo:
- No todo es lo que parece.
Con un fuerte impacto, el camión arrolló a la anciana. Scott frenó en seco mirando la escena muy alterado. Seguidamente el camión frenó y Scott fue corriendo a ver el estado de la anciana, pero cuando se asomó a verlo no había nada.... En estado de shock, Scott salió corriendo a su casa sin hacer caso a nada más de su alrededor.
Cuando de llego a casa, se fue directamente a su habitación y pálido y temblando, cayó de rodillas al suelo. "¿Qué está pasando?" Pensó.

El Libro EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora