86. Este III

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Todo el mundo estaba en tensión, nadie se movía ni un milímetro de donde estaba. El Rey Demonio tenía la mano puesta en el hombro de Jack.

- No te lo voy a repetir dos veces, suéltale - ordenó de nuevo Luxus.

El Rey Demonio tardó unos pocos segundos en reaccionar.

- Vale - respondió mientras le quitaba la mano del hombro a Jack. - Adelante Jack, vuelve con tu querido mago supremo.

Dicho eso, Jack empezó a avanzar con la cabeza cabizbaja. En el momento que el joven dio un paso, la tensión aumentó todavía más. Todos estaban pendientes de cualquier mínimo movimiento. Jack avanzaba lento, parecía que le daba pena separarse del Rey Demonio. Justo cuando estuvo delante de Luxus, el hombre detectó la trampa. Los ojos de Jack seguían de color amarillo intenso y en cuanto alzó la cabeza hizo un gesto con su mano, invocando un géiser debajo de Luxus. El hombre se echó a un lado esquivando el ataque, pero Jack, en cambio, se metió dentro del géiser que lo elevó a unos metros del suelo.

- ¿No quería atacarme? - se preguntó Luxus a sí mismo.

Cuando el joven alcanzó la cima del torrente de agua vertical, se puso de pie y alzo sus brazos al cielo, invocando una lluvia de meteoritos envueltos en un halo de luz amarilla. Aparentemente, los meteoritos caían aleatoriamente por el campo, pero después de esquivar unos cuantos, Zarut, Vatar y Luxus se dieron cuenta casi al mismo tiempo que era un ataque dirigido hacia ellos. Vatar invocó una cúpula sobre su cabeza que frenaba en seco todas las rocas que la tocaban, quedándose suspendidas en el aire sobre ella. Cada vez que un meteorito iba a caer sobre Zarut, el hombre se movía a la velocidad del rayo esquivándolos, hasta que llegó un momento en el que se cansó de esquivar las rocas. Transformó sus manos en garras de dragón, sus brazos se cubrieron de gruesas escamas de color dorado y, como si se tratara de un juego, frenaba los meteoritos con las manos y los lanzaba contra los que caían, destruyéndolos en el aire. Luxus envolvió sus puños en energía e iba destruyendo los meteoritos a base de puñetazos. Jack, viendo que su ataque no tenía ninguna efectividad, cerró los puños con fuerza provocando que el número de meteoritos que caían aumentase. Después de un rato, viendo que el ataque no tenía fin y lo único que iban a conseguir era cansarse, Luxus alzó la mano mientras susurraba un hechizo. De repente, todos los meteoritos que había sobre su cabeza se frenaron en seco, hizo un movimiento rápido con las manos haciendo que los meteoritos salieran disparados hacia el joven. Una de las rocas cayó en el suelo bloqueando el torrente de agua vertical, provocando que Jack cayera. En el momento que el joven perdió el equilibrio, perdió la concentración y el hechizo que estaba ejecutando paró. Antes de que Jack chocara contra el suelo, otra roca le golpeó con fuerza haciendo que impactara con violencia contra la tierra unos cuantos metros alejado de donde estaba. Los meteoritos le siguieron como si tuviesen su objetivo fijado, pero antes de pudieran llegar hasta él, el Rey Demonio se interpuso en la trayectoria de las rocas parandolas todas, protegiendo a Jack de un resultado fatal.

- Te has ablandado bastante, Arkgozt - comentó Luxus al ver la acción del Rey Demonio.
- Solo protejo a mi nuevo discípulo - respondió Arkgozt. - Conmigo tiene algo por lo que luchar y serme fiel.

Vatar y Zarut expresaron confusión en sus rostros ante las palabras del Rey Demonio, en cambio, Luxus no mostró ninguna reacción.

- ¿No era "luchador estrella"?¿No le está controlando? - no pudo evitar preguntar Zarut.

Arkgozt se rió escandalosamente.

- Sí que es nuestro luchador estrella, sin tener experiencia es uno de los más fuertes. Cuando le entrene y le enseñe mi poder no habrá nadie que pueda pararlo - respondió Arkgozt con un tono orgulloso.
- ¿Has acabado ya el numerito? - le cortó Luxus.

Acto seguido el hombre se lanzó contra el Rey Demonio. A mitad de camino invocó una potente llamarada a su izquierda mientras él se acercaba rápidamente por la derecha con el puño envuelto en rayos blancos. El Rey Demonio creó un gran escudo de oscuridad para protegerse de ambos ataques.

- Tu hada nigromante me ha contado por la fuerza todo lo que conocía de tus planes - dijo Luxus mientras impactaba el puño en el escudo.
- Vaya, veo que has tenido que recurrir a métodos poco convencionales para hacer que una de mi secuaces hable - dijo calmadamente el Rey Demonio. - De todas formas, si es así, esa hadita era muy débil. Qué patética.
- Eres despreciable - respondió con rabia mientras hacía más fuerza sobre el escudo tratando de romperlo. - Al saber tus intenciones a mí ya no me vas a pillar por sorpresa. Ni a mí, ni a ellos.

Luxus hizo una breve pausa antes de gritar con todas sus fuerzas.

- ¡Zarut, Vatar, a vuestra derecha!

El hombre y el elfo giraron la cabeza al mismo tiempo y vieron que hacia ellos se aproximaban cinco estrellas formando un pentagrama invertido, de cada estrella salió un potente rayo que pulverizaba todo a su paso. Zarut y Vatar esquivaron los rayos saltando cada uno hacia un lado. Zarut miró a Jack buscando a la persona que estaba ejecutando aquel hechizo, pero vio a lo lejos que el joven seguía tirado en el suelo. Vatar envió los meteoritos que había parado con su cúpula contra el hechizo que les estaba atacando para intentar contrarrestarlo. En el momento que las rocas chocaron contra las estrellas, estas se contrajeron, haciendo el pentagrama cada vez más pequeño hasta que desapareció generando una fuerte onda expansiva. Vatar y Zarut se cubrieron la cara con sus brazos e intentaron resistir de pié, pero la onda fue tan fuerte que les tiró al suelo. Cuando el lugar se calmó un poco, escucharon unos pasos que se aproximaban hacia ellos, se retiraron los brazos de la cara y vieron a una chica con el pelo pelirrojo oscuro ondulado y con los ojos de color verde oscuro. Vestía con un vestido largo negro abierto por los dos lados y llevaba unos tacones de aguja.

- ¡INÉS! - gritó Vatar al reconocer a la joven que se aproximaba a ellos.
- ¡Qué! - exclamó sorprendido Zarut. - ¿No estaba muerta?

Vatar ignoró a Zarut, estaba shock, no era capaz de decir ni una sola palabra.

- Pe-pe-pe-pero ¿cómo? - pudo decir finamente el elfo. - Te vi morir. Estaba presente en el momento que te asesinaron.

Zarut miró a Vatar en cuanto reveló aquella información, algo no le terminaba de cuadrar. Los ojos del elfo estaban vidriosos, no se creía que Inés estuviese delante de él en ese mismo momento. La joven agachó la cabeza.

- Lo siento chicos - dijo Inés.

Sin levantar la cabeza, la joven puso los brazos al frente con las manos extendidas y delante de ella apareció una constelación.

- Invoco la luz del cielo: constelación de Orión - pronunció Inés su hechizo.

De la constelación salió una luz intensa que cegó a Zarut y a Vatar. Antes de que la luz cesara, Inés hizo un movimiento rápido con las manos e invocó una ola de agua oscura que se tragó a sus dos adversarios.

- De verdad que lo siento, no tengo elección - dijo Inés sin levantar la cabeza.

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