Laya y Elisa mantuvieron su posición esperando a que Xenres realizara el primer movimiento. Al ver que el hombre no se movía, no perdieron más el tiempo y empezaron atacando ellas. Laya puso los brazos al frente, con sus manos dibujó un círculo en el aire y cuando este estuvo completo, dio un paso al frente, asestando un puñetazo en el centro. Por el otro lado del círculo salió disparado un rayo de color blanco. Xenres puso la mano al frente dispuesto a parar el ataque sin moverse del sitio, pero justo antes de que impactara apareció un portal frente al hombre que se tragó el rayo. Xenres miró a Elisa, sabiendo que ella había sido la responsable y vio a la joven con los brazos extendidos hacia los lados. Rápidamente, Elisa cerró los puños y en décimas de segundo el hombre fue rodeado por numerosos portales por los que iba viajando el rayo. A medida que el hechizo iba atravesando los portales, su velocidad iba aumentando. Cada vez que el rayo salía de un portal, Xernes miraba de que portal había salido, la trayectoria que tenía y en qué portal se metía. Realizó dicha acción durante unos segundos intentando averiguar la trayectoria del ataque, pero justo cuando lo tenía, el rayo salió disparado de uno de los portales que tenía detrás, golpeándole por la espalda y produciéndole una gran quemadura en la zona del impacto. El hombre apretó los puños e hizo una leve mueca de dolor. Acto seguido, dio una palmada y de la punta de sus dedos salieron dos cadenas invisibles que solo él era capaz de verlas. Cada cadena agarró a una chica por la muñeca. Las jóvenes adoptaron una posición defensiva esperando a que el movimiento que había hecho Xernes provocase algo, sin darse cuenta de que habían sido atrapadas por la muñeca. Xenres sonrió, hizo el movimiento de agarrar las cadenas y dio un fuerte tirón. Las chicas cayeron violentamente de boca contra el suelo, Xenres tiró de nuevo y Laya y Elisa fueron arrastradas por la tierra hasta estar a un metro del hombre. Xenres tiró hacia arriba levantando a las chicas por la muñeca y las dejó suspendidas en el aire. Las jóvenes estaban confusas y doloridas, no sabían que había pasado exactamente. Elisa tenía la nariz y el labio sangrando debido al golpe contra el suelo y ambas tenían los brazos escocidos y llenos de sangre. Laya intentó juntar sus manos para convertirse en una sombra de nuevo y alejarse de ahí pero esta vez Xenres se lo impidió agarrándole el brazo que tenía libre.
- ¿Pretendes huir? - dijo Xenres sin dejar de sonreír.
La joven forcejeó intentando librarse de la sujeción del hombre sin éxito. A medida que pasaban los segundos el hombre le apretaba el brazo con más fuerza.
- ¿Vas a dejar a tu amiga aquí atrapada?¿No sois vosotros los que jamás dejáis tirado a un compañero?
Elisa miró a Laya, el hombre supuso que la mirada que le había dirigido la joven fue de decepción, disgusto o enfado, pero realmente Elisa la miró porque tenía algo en mente. Xenres soltó una fuerte carcajada creyendo haber roto su moral, seguidamente se escucho un fuerte crujido y Laya aulló de dolor.
- Ups, "perdón".
Soltó el brazo roto de la joven y le agarró la barbilla, obligándola a mirarle a los ojos.
- Hipócrita. Cómo prefieres morir. Te puedo ir rompiendo hueso por hueso. Puedo cortarte las extremidades y luego pisarte hasta romperte el esternón. Ah, ya sé, mucho mejor. Voy a romperte todos los huesos de la cara y después con mis cadenas voy a romperte costilla por costilla...
Xenres soltó la cara de Laya mientras divagaba. Las chicas se miraron ignorando completamente al hombre. El color de los ojos de Elisa se intensificó levente y dentro de la cabeza de Laya empezó a sonar la voz de la joven.
- "Nos tiene atrapadas con una de sus cadenas, por un momento pensé que era telekinesis pero se ha delatado él solo" - escuchó Laya en su cabeza.
En el momento que Elisa le reveló la verdad a la joven, empezó a sentir presión en la muñeca que tenía apresada.
- "Tengo un plan que tiene pocas posibilidades de funcionar pero por ahora es lo mejor que tenemos. ¿Puedes cegarle con luz?
Laya asintió y la comunicación con Elisa se cortó. Ahora solo tenían que esperar el momento perfecto para ejecutar el hechizo sin que Xenres lo detecte. El hombre seguía hablando sin parar atento a cualquier mínimo movimiento de las chicas, afortunadamente no se percató de la conversación que habían tenido las guardianas. De pronto, una lágrima cayó por la mejilla de Laya.
- No te emociones tanto - dijo Xenres mientras le secaba la lágrima. - Me alegra pensar que te llena de felicidad saber que tu muerte no va a ser rápida.
Xenres acarició de nuevo la mejilla de Laya y miró a Elisa.
- No me he olvidado de ti, no te preocupes. Vas a presenciar todo y te voy a liberar, a ver cuanto tardas en ser consumida por la locura. Cuando estes al límite, allí estaré para rematarte.
Soltó una fuerte carcajada. En ese momento Laya vio su oportunidad. Elisa se percató de las intenciones de la joven y las dos, al mismo tiempo, cerraron los ojos con fuerza, seguidamente, Laya chasqueó los dedos con la mano que tenía apresada y a la altura de sus ojos apareció una pequeña bola de luz que brilló con mucha fuerza, cegando a Xenres. El hombre se tapó los ojos con las manos, protegiéndose de la luz tan intensa. Acto seguido dio un manotazo al aire y la bola se desvaneció al instante.
- De verdad creíais que ibais a libraros de mí con un hechizo tan débil - gruñó Xenres mientras recuperaba la vista.
En cuanto pudo volver a ver, vio a las chicas intentado soltarse de las cadenas como podían. Al ver que no eran capaces de liberarse, Xenres sonrió de nuevo, veía la desesperación en sus movimientos, el agobio y el miedo en sus ojos, aquella escena le parecía grandiosa.
- Basta de cháchara - dijo finalmente. - Es momento de morir.
Acto seguido, simuló que cogía una cuerda y tiraba de ella hacia abajo, provocando que Laya impactara con mucha fuerza contra el suelo. La joven ahogó un grito mientras tosía sangre.
- Lo siento Laya - gritó Elisa mientras empezaba a llorar. - Tenía la esperanza de que iba a funcionar.
Xenres, disfrutando el llanto de Elisa, se acercó a Laya, la agarró de los pelos y la lanzó al cielo con tanta fuerza que se quedó con el mechón en la mano. Cuando la joven empezó a caer, el hombre creó entre sus manos un pincho enorme de color negro, se posicionó debajo de Laya y alzó la mano mientras agarraba el pincho con fuerza.
- ¡Alguien, quién sea! ¡AYUDA! - gritaba Elisa desesperada.
Laya aterrizó con fuerza en el pincho. Se escuchó como su carne era atravesada. La joven tosió una última bocanada de sangre antes de morir. Xenres levantó aún más alto el pincho con el cuerpo de la joven sin vida clavado en él, como si acabase de ganar un trofeo. De repente el cuerpo empezó a oscurecerse, transformándose en una masa negra que cayó al suelo, manchando el brazo de Xenres.
- Qué significa esto - dijo Xenres confundido.
Rápidamente, giró la cabeza y vio que Elisa no estaba.
- Ha sido bastante fácil engañarte - se escuchó la voz de Elisa en su cabeza.
El hombre gritó de rabia. Instantes después recibió un golpe por la espalda que lo tumbo.
- Ahora es nuestro turno - se escuchó decir a Laya.
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El Libro Encantado
FantasyEsta es la historia de Scott, un chaval con una vida normal... O eso creía él hasta que descubrió un libro que lo cambiaría todo. Se dará cuenta de su potencial y del secreto que hay detrás de el libro... O ¿tal vez no? Una gran guerra, la cual él d...