77. Oeste III

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Roger retrocedió unos pasos mientras se agarraba la mano dolorida. Miró a su alrededor y vio a Leo con la mano puesta al frente y detrás a Mike en posición de ataque.

- ¿Sobreviviste? - preguntó Roger muy sorprendido mientras miraba a Mike. - La verdad, pensaba que te había matado, la próxima vez me asegúrate de ver tu cuerpo sin vida antes de marcharme.

Mike miró con rabia al hombre.

- Bueno, quiero que sepas que ya no eres mi mejor amigo - continuó hablando Roger con un leve tono juguetón. - Ahora es él, el nuevo Guardián de los Hielos Huracanados.

Hizo una breve pausa y miró a Scott.

- No me has dicho tu nombre ¿verdad?
- ¡Basta de cháchara! - gritó Leo, cortando el monólogo de Roger.

Acto seguido, Leo se lanzó contra él con el puño envuelto en fuego. Roger le esquivó con gran facilidad, Leo se giró rápidamente y lanzó el puño de nuevo directo a su cara. El hombre fue a esquivarlo de nuevo pero fue frenado por dos raíces que le atraparon antes de que pudiera moverse. Leo, aprovechando la oportunidad, golpeó con todas sus fuerzas, seguidamente envolvió su otro puño en fuego y le dio varios golpes muy seguidos en la cara. Mientras estaba siendo golpeado, Roger hizo fuerza hacia fuera rompiendo las raíces que le tenían preso. Agarró a Leo por la muñeca justo antes de que le golpease de nuevo y lo lanzó lejos. El joven hizo una maniobra en el aire y aterrizó de pie en el suelo, acto seguido alzó los brazos al cielo y los bajó rápidamente, provocando le cayese al hombre un potente rayo desde el cielo. Roger bloqueó el ataque a tiempo creando un muro de hielo sobre su cabeza. Miró a Leo e hizo el amago de ir a por él, pero cambió de dirección en el último momento y fue a por Mike. El joven rápidamente juntó sus manos y detrás de él apareció una planta carnívora gigante que se lanzó a por Roger con las fauces abiertas. El hombre frenó en seco y saltó hacia un lado para esquivar a la planta. Después, saltó de nuevo mientras creaba una espada de hielo entre sus manos en unas décimas de segundo, cuando estuvo completa, la blandió y cortó el tallo en dos. Mike le miró con rabia, rápidamente puso las manos en el suelo y, en unos segundos, el suelo se llenó de raíces en movimiento. Roger viendo que avanzar por tierra le iba a salir mal, hizo un gesto rápido con las manos e invocó una rafaga de viento que lo elevó unos metros sobre el suelo.

- Has caído en mi trampa - dijo Mike con una sonrisa.

En ese instante, la expresión de Roger cambió radicalmente al entender que el hechizo de Mike no tenía la finalidad de bloquearle el paso. Mike hundió las manos en la tierra y las sacó agarrando dos raíces como si fuesen las riendas de una montura, las agitó provocando que las raices del suelo saliesen disparadas a por el hombre, agarrándole por el tobillo. Cuando Roger estuvo atrapado, Mike tiró con fuerza hacia él y las raíces tiraron del hombre hacia el suelo, provocando que impactara contra la superficie a gran velocidad. Antes de que Roger pudiera levantarse, Scott puso las manos en el suelo y creó una capa de hielo transparente desde donde estaba Mike hasta donde estaba Roger. Mike le miró un poco confuso pero con la mirada que le devolvió Scott supo que sí sabía lo que estaba haciendo y miró de nuevo al frente confiando en él. Roger se levantó del suelo un poco dolorido, miró fijamente a Mike con cara de pocos amigos, cogió del suelo la espada de hielo con la que había cortado la planta y salió corriendo hacia él agarrándola con fuerza. En el momento que dio un paso resbaló con el hielo que había creado Scott, cayendo de bruces contra el suelo. Se levantó rápidamente, tenía la nariz sangrando debido al golpe.

- Aunque tardas en reaccionar, tengo que decirte que eres bastante bueno analizando a tu oponente - dijo Roger mirando a Scott.
- Has sido muy predecible - respondió Scott.
- Ah ¿si? - comentó Roger un poco molesto.

Acto seguido, el hombre intentó correr hacia ellos de nuevo, pero recibió un golpe desde atrás que casi le tira al suelo otra vez. En cuanto recuperó el equilibrio, se giró furioso y se encontró con la mirada color fuego de Leo. El joven estaba sonriendo y tenía las manos envueltas en fuego y rayos.

- ¿Te habías olvidado de mi? - preguntó Leo con un tono irónico.

Rápidamente, Leo puso la mano al frente con la palma hacia arriba e hizo un gesto con la mano.

- Hechizo de fuego: columna de fuego.

El suelo sobre el que se encontraba Roger empezó a calentarse muy rápido. Cuando se dio cuenta, el hombre saltó hacia un lado ayudado por una ráfaga de viento creada por él mismo. Instantes después una columnas de fuego emergió del suelo con gran potencia. Roger se quedó mirando la columna durante unas decimas de segundo, observando de lo que se había librado, no habría salido ileso. Seguidamente, sin querer dejarle tiempo para reaccionar, Leo subió a lo más alto de la columna de fuego, ayudado por plataformas de aire creadas por Scott.

- ¡Mike! - llamó Leo al joven.
- ¡Vamos allá! - respondió Mike sabiendo el ataque que quería hacer a continuación.

Dicho eso, Mike golpeó la tierra con su puño y en pocos segundos se formó una gran montaña de tierra alrededor de la columna de fuego, tapándola por completo. En cuanto la columna fue tapada por completo, Leo hizo un gesto con las manos, como si estuviese empujando hacia abajo.

- ¡Explosión volcánica!

En el momento que Leo nombró el hechizo, con una fuerte explosión, empezaron a salir disparadas de la torre de tierra bolas de fuego enormes. Roger corrió en todas direcciones, esquivando a duras penas la lluvia de fuego. Hubo un momento en el que no fue capaz de retirarse a tiempo y recibió por completo el impacto de una bola. Se golpeó rápidamente el pecho apagando el fuego de su camisa provocado por el impacto, dejando al descubierto la quemadura que le había hecho.

- Voy a tener que ponerme serio - dijo Roger.

Mientras hablaba, su cuerpo empezó a segregar una sustancia viscosa de color negro que le curó las heridas y le regeneró el tejido dañado. En el momento que su cuerpo estuvo curado, la sustancia negra se estiró como un chicle y atrapó a Leo y Mike, los chicos forcejearon intentando deshacerse de ella pero les resultó imposible. A los pocos segundos, la sustancia se congeló atrapándoles en una masa se hielo de color negro.

- Ya habéis tenido vuestro momento, ahora me toca a mí lucirme - dijo con una sonrisa macabra en el rostro.

Acto seguido, hizo varios gestos rápidos con las manos y alrededor de cada guardián atrapado aparecieron numerosas espadas de hielo suspendidas en el aire.

- Vamos a jugar a un juego que me acabo de inventar ¿vale? A ver cuantas espadas os puedo clavar antes de que muráis. ¿Empezamos por ti ex mejor amigo? Así podré comprobar que esta vez mueres.

Chasqueó los dedos y una de las espadas fue a clavarse en el hielo pero esta se rompió antes de llegar a tocarlo. Roger, confuso, miró rápidamente a su alrededor y vio a Scott con los ojos de color azul intenso, con la mano puesta al frente. El joven cerró la mano y tanto las espadas como las prisiones de hielo de rompieron en pequeños pedazos. Roger mostró sorpresa al ver que Scott era capaz de controlar su hielo pero en seguida se dio cuenta de lo que pasaba realmente.

- No controla su poder... - comentó Roger para sí mismo. - Esto se pone interesante.

El Libro EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora