Xenres entró en la sala y el grupo de demonios rodeó al resto. Los guardianes y Zarut se pusieron en posición de ataque, mientras que Yehiba y el Rey Dios le mantenían la mirada.
- No creo que haya más de 20 demonios rodeandonos - dijo Zarut a los guardianes en voz baja.
Los guardianes asintieron y se lanzaron al ataque, el iris de las pupilas de los guardianes cambió. Scott tenía los ojos azules, Leo los ojos rojos y Laya los ojos plateados. Scott dió un pisotón al suelo y de él emergió un bloque de hielo. Leo y Laya saltaron ayudados por el bloque de hielo y en el aire, Leo envolvió su puño en fuego, Laya le cogió de la otra mano, dieron un par de vueltas en el aire y ayudada por el impulso, lanzó a Leo contra el suelo, este impactó su puño envuelto en fuego contra el suelo, creando una gran explosión que se llevó por delante a tres demonios, reduciéndoles a cenizas. Scott sintió la presencia de dos demonios detrás de él y se giró con el brazo extendido. Aprovechando el giro, lanzó su brazo al frente, creando una fuerte ventisca que mandó por los aires a los dos demonios que le acechaban. Zarut estaba enzarzado en una batalla con tres demonios, cansado de esquivar sus ataques, se lanzó contra ellos con el brazo convertido en el brazo de un dragón y de un zarpazo mató a dos de ellos, cortándoles en pedazos. El tercero, vio como los trozos de sus compañeros caían al suelo, en un charco de sangre morada, miró a Zarut y le fue a atacar, pero Zarut se adelantó a sus movimientos y con una poderosa llamarada le redujo a cenizas. Mientras los guardianes y Zarut luchaban contra los demonios, el Rey Dios salió corriendo para proteger el orbe. Estaba a punto de cogerlo, cuando Xernes dio un tirón a una cuerda invisible, tirando al Rey Dios al suelo. El Rey Dios antes de caer al suelo, rozó el orbe con el dedo. De pronto, el orbe comenzó a brillar, paralizando la batalla, este empezó a girar sobre sí mismo mientras cambiaba de color. A los pocos segundos dejó de girar, el orbe se había vuelto de color amarillo y la runa grabada en su interior se había vuelto de color blanco. El Rey Dios, aprovechando el momento, se levantó, agarró el orbe y se lo lanzó a Leo mientras gritaba su nombre. Leo se giró para coger el orbe. En el momento que el orbe tocó su piel, este se transformó en energía que se introdujo dentro de él. El joven sintió durante unos segundos una descarga que le recorría todo el cuerpo, provocando que diese un grito. Cuando paró de gritar, Scott le miró y dijo:
- ¿Estás bien?
- Mejor que nunca - dijo Leo sonriendo. - Ahora entiendo porque me sentía llamado por el orbe.Scott se fijó en el hombro de Leo, al absorber el orbe, la runa que había grabada en su interior, ahora la tenía grabada en el hombro. Leo apretó el puño y la runa brilló con fuerza. Alzó la mirada y mirando a Xenres a los ojos dijo:
- Tú eres mi oponente.
Acto seguido se lanzó contra él, dándole un puñetazo en la cara que le hizo retroceder. Cuando recuperó el equilibrio, Xenres se quitó con el dedo pulgar la sangre que le brotaba del labio y sonrió.
- Esto se vuelve divertido - dijo antes de lanzarse contra Leo.
Durante un rato, Leo y Xenres estuvieron pegándose con los puños desnudos. En un ataque de Xenres, Leo levantó la mano, sin levantar el brazo y entre ellos se creó un muro de fuego que frenó el ataque de Xenres. Leo retrocedió unos pasos, envolvió su puño en llamas y rayos y atacó a Xenres, este se dejó golpear por Leo, recibiendo un impacto directo de su ataque.
- ¿Eso es todo lo que tienes? - dijo Xenres.
Leo se sorprendió al ver que no había sido capaz ni de moverle unos centímetros del sitio.
- Parecía que me ibas a entretener, pero tu magia deja mucho que desear - dijo Xenres.
Dicho eso, Xenres puso la mano con la palma hacia arriba y al instante una bola de oscuridad apareció levitando sobre su palma. Lanzó la bola contra Leo, que le mandó al otro lado de la sala, impactando contra la pared más lejana a ellos.
- Soy uno de los cinco magos negros, ¿te crees que me había puesto serio? Sólo estoy calentando mocoso - dijo Xenres. - Ese orbe que has absorbido, te lo voy a arrancar de tus frías y muertas manos.
Al acabar la frase, en un instante, desapareció y apareció frente a Leo, que seguía pegado a la pared contra la que había impactado. Xenres le cogió por el cuello y le levantó impidiendo que sus pies tocasen la superficie del suelo. Leo sentía que le faltaba el aire, golpeaba la mano de Xenres para que le soltase, sin éxito. Pasaban los segundos, el agobio y la desesperación de Leo aumentaban. El joven apretó los puños, la marca de su hombro se iluminó con fuerza y sus puños se envolvieron en un fuego color dorado.
- Puño sagrado del dios del fuego - logró decir Leo a duras penas.
Acto seguido le golpeó en el pecho, provocando que le soltase y retrocediese unos metros para recuperarse del golpe. Leo cayó al suelo, dio una bocanada de aire, tosió con fuerza y levantó la mirada para ver a su oponente. Xenres estaba con una rodilla hincada en el suelo y con una mano se golpeaba el pecho. El joven notó que le faltaba el aire al hombre y se fijó que se golpeaba en el pecho para apagar las llamas doradas que habían entrado en contacto con su ropa al golpearle, observó que por mucho que lo intentase las llamas no se apagaban.
- Malditas llamas de dios - dijo Xenres entre dientes.
Miró a Leo y dijo:
- Te arrepentirás de esto.
Dicho eso se abalanzó contra Leo, forcejearon en el suelo mientras las llamas doradas consumían lentamente la ropa de Xenres. Cuando las llamas consumieron su camisa, comenzaron a quemarle la piel. Xenres ahogó un grito de dolor y se separó de Leo, intentando nuevamente apagarse las llamas. Después de algo más de un minuto, consiguió apagarse el fuego y miró a Leo enfurecido. El joven le mantuvo la mirada y miró de reojo la grave quemadura que le había dejado el fuego. Leo golpeó rápidamente el suelo.
- Martillo del dios del trueno - dijo casi gritando.
A los pocos segundos un potente rayo de color azul cayó sobre el hombre, haciéndole un gran daño y dejándolo inmóvil. Xenres dió un grito frustrado, a los pocos segundos, los pocos demonios que quedaban lo cogieron y se lo llevaron, abandonando el templo.
- ¡Te juro que te arrepentirás de esto! - gritó Xenres a Leo mientras se alejaban.
Cuando los presentes perdieron de vista a los demonios, Scott y el Rey Dios se acercaron hasta Leo. Scott le ayudó a levantarse y el Rey Dios le puso la mano en el hombro y dijo:
- Has adquirido el poder de un dios.
Leo, apoyado en Scott, sonrió levemente. Los dos jóvenes miraron a Laya y a Zarut y sonrieron al ver que estaban bien y lo mismo hicieron ellos cuando vieron que Leo se encontraba bien. Yehiba miró a su alrededor y dijo:
- No se han llevado el orbe, lo ha absorbido Leo. Entonces..., ¿qué se han llevado?
Todos miraron a su alrededor buscando cualquier objeto que les faltase, cuando, de repente, Zarut se quedó inmóvil y dijo:
- Dónde está la tabla de escritura.
El Rey Dios se llevó las manos a la cabeza y dijo:
- Esto es un problema, un problema serio.
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El Libro Encantado
FantasyEsta es la historia de Scott, un chaval con una vida normal... O eso creía él hasta que descubrió un libro que lo cambiaría todo. Se dará cuenta de su potencial y del secreto que hay detrás de el libro... O ¿tal vez no? Una gran guerra, la cual él d...