4. El Libro

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Cuando abrió el libro no entendió nada de lo que estaba escrito, solo veía aquella extraña escritura en todas las páginas y en algunas había dibujos muy raros e incluso algo perturbadores. A medida que iba pasando las hojas tenía la sensación de que conocía ese libro de antes, de haberlo cogido en sus manos y de haber leído aquellas páginas. De repente cerró el libro de golpe y se dijo a sí mismo:
- Esto tengo que investigarlo más detenidamente en casa.
Dicho eso, se escondió el libro debajo de la camisa y bajó al salón donde estaban todos. Su abuelo al verle entrar en la sala, sonrió y dijo:
- ¿Has encontrado las copas?
Scott no dijo nada, solo se limitó a negar con la cabeza. Acto seguido, fue al lugar donde se encontraba su madre y dijo:
- Me voy ya a casa.
- Es muy pronto para irte - respondió la madre.
- Tengo que terminar de estudiar y pasarle un par de apuntes a Jack - dijo Scott.
"Por cierto ¿y Jack?" pensó "hoy no he recibido ningún mensaje suyo".
- Vale, vale, entonces no te retraso más, vete - dijo su madre.
En cuanto terminó la frase, Scott se despidió de toda su familia y salió a la calle. Mientras caminaba decidió llamar a Jack para que viese su "descubrimiento" pero este no le cogió la llamada, lo intentó una segunda vez y cuando parecía que ya iba a saltar el contestador una voz respondió.
- ¿Hola? - dijo la voz.
Era la madre de Jack.
- Hola, ¿está Jack? - respondió Scott. - Soy Scott, llamaba para ver si se podía pasar un rato por mi casa, para acabar un trabajo.
- No va a ser posible hijo, Jack esta malo, se ha pasado todo el día en la cama - le dijo la madre.
- Ah, bueno, que mala pata entonces, ya intentaremos acabar el trabajo otro día - dijo Scott algo sorprendido. - Gracias y disculpe las molestias.
Y dicho eso colgó.

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- Se me da bien imitar a tu madre - dijo una voz femenina con malicia.
- Cierra la boca, desgraciada - respondió Jack entre dientes, furioso.
- No te preocupes, ya falta poco - le dijo la voz femenina.

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Cuando Scott llegó a su casa, se fue derecho a su cuarto y cerró la puerta. Puso el libro sobre la cama y se paró frente a él, sin saber que hacer en ese momento. Estuvo un rato mirandolo hasta que se decidió a abrirlo y comenzar a analizar sus páginas. Pasaba las hojas del libro sin entender nada de lo que ponía y observaba sus dibujos con detenimiento intentando encontrar alguna lógica a estos. A medida que iba pasando las páginas, la sensación de que ya había tenido ese mismo libro en sus manos crecía, como si ese libro le perteneciese.
Mientras analizaba sus páginas, Scott se dio cuenta de que al texto le faltaban fragmentos, en algunas páginas era una línea y en otras párrafos enteros, pero como no entendía aquella escritura lo dio por normal.
Se quedó mirando fijamente una frase, como si estuviese esperando alguna respuesta por parte de ella. De repente, las letras de la frase empezaron a cambiar de lugar y de forma hasta que la pudo leer con total normalidad. Scott estaba algo asustado por lo que acababa de pasar, con la mano temblorosa, acercó el dedo a la página y comenzó a repasar la línea a la vez que la leía. Mientras la leía, empezó a sentir que la temperatura de la habitación estaba bajando y de reojo vio como los cristales de la ventana se estaban empañando. Quiso dejar de leer, pero sentía que algo le impedía hacerlo. En cuanto acabó de leer la frase, sin darse cuenta, hizo un gesto con la mano y acto seguido del suelo emergió un témpano de hielo. Scott cayó al suelo desconcertado y sorprendido, no se terminaba de creer todo lo que estaba sucediendo. Segundos después llamaron a la puerta de casa, Scott escondió rapidamente el libro y fue a abrir la puerta, era su abuelo.
- ¿Qué esta pasando? - dijo Scott sin pensar y algo alterado.
En cuanto acabó la frase se dio cuenta de su error al formular esa pregunta.
- Tenemos que hablar - respondió su abuelo.

El Libro EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora