48. Conclusiones

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Leo y Laya seguían meditando todo lo que le acababa de contar Scott. Les parecía que era demasiada información en muy poco tiempo.

- Entonces existen ocho tablas de arcilla y han descubierto cuatro, ¿me equivoco? - dijo Leo.

Scott negó con la cabeza.

- Bien - continuó Leo. - Y en dichas tablas, dicen dónde se ubica El Círculo, ¿no?.

Scott asintió.

- Entonces la marca que tengo en el hombro ¿qué es? O ¿por qué la tengo? - dijo Leo tocándose la runa que tenía marcada en el hombro.
- Una de las razones por las que Zarut quería venir - empezó a decir Scott. - Es porque en la tabla que él custodia, había una frase que no parecía que diese información sobre la ubicación de El Círculo. Por lo tanto quería leer la tabla del Rey Dios para confirmar una teoría que había deducido.
- Espera, ¿Zarut tiene una tabla? - dijo Laya impresionada.
- Por curiosidad, ¿quiénes son los miembros del consejo? - dijo Leo. - Porque según nos estás diciendo, Zarut y mi tío saben algo porque poseen una tabla cada uno, bueno, mi tío ya no.
- Y qué decía la tabla de Zarut - dijo Laya.

Scott hizo un gesto con la mano para que se callasen, respiró hondo y dijo:

- Vamos por partes. Lo primero, el consejo lo componemos todos los reyes de todas las razas y yo, bueno, casi todas, la Reina Hada representa a todas las razas del bosque: duendes, ninfas, elfos.... Lo segundo, cuando llegamos aquí, por la noche, Zarut y yo le pedimos al Rey Dios que nos enseñase la tabla de escritura que poseía y después de algún que otro mal entendido, nos mostró la tabla.
- Ahí fue cuando aparecí yo - le interrumpió Leo.

Scott le miró, asintió y continuó:

- La información que proporcionaba la tabla confirmó la teoría de Zarut. Las tablas, aparte de decir dónde se ubica El Círculo, también dicen cómo levantar el sello que contiene el poder de Cronos.
- ¡¿Qué?! - dijeron Laya y Leo a la vez.
- ¿Todo esto lo sabe alguien más aparte de los que estuvimos anoche en aquella sala? - preguntó Laya un poco preocupada.
- No - dijo Scott. - Bueno, ahora que los demonios han robado la tabla, sí.
- Qué decía la tabla que tenía mi tío - dijo Leo.
- Que el sello se puede levantar con las seis marcas que contengan el poder de los primeros integrantes del consejo - respondió Scott y señalando al hombro de Leo añadió. - Y tú eres el primero en obtener una marca con el poder de uno de los primeros integrantes, tienes el poder de un dios.
- Y si nos atacó Xenres porque quería recuperar su marca - empezó a decir Leo. - Significa que las marcas color azabache que tienen los magos negros en su cuerpos, son las marcas que se necesitan para levantar el sello.
- Exacto - dijo Scott. - Pero hay algo que no me cuadra del todo, porque hay cinco magos negros y son seis marcas. Falta una.
- Tienes razón - dijo Leo.
- ¿Es posible que la posea alguien que esté relacionado con los magos negros? - dijo Laya.
- No lo sé, no encuentro la relación entre ellos - dijo Scott. - Cuando descubrí todo esto por primera vez, mi abuelo me contó que antes eran seis magos, pero que después de un conjuro....

Scott se quedó callado y su expresión cambió radicalmente. Leo y Laya se quedaron esperando impacientes a que Scott reaccionara.

- Mi abuelo - dijo Scott.
- ¿Qué? - dijo Leo.
- ¿El Maestro? - dijo Laya.

Leo y Laya se callaron al comprender lo que quería decir Scott.

- El Maestro... - empezó a decir Leo.
- Es quien tiene la marca que falta - terminó la frase Scott.
- El Maestro fue uno de los seis magos que invocó a los demonios, pero abandonó a su grupo de amigos para proteger al pueblo - dijo Laya.
- Ahora veo la relación - dijo Scott. - En cuanto los seis magos ejecutaron el hechizo, las marcas aparecieron en sus cuerpos. Uno de ellos era mi abuelo. El que dejaron de lado los otros cinco porque se sintieron traicionados por él.
- Pero en ningún momento le he visto ninguna marca al Maestro - dijo Laya.
- Es cierto, aunque sí que parece que en el brazo tiene como una cicatriz - dijo Leo. - Por lo tanto, supongo que su marca debía de situarse ahí.
- Mi abuelo me contó, que mientras escribía el libro, la marca le iba desapareciendo - dijo Scott. - Como si el libro cogiese la esencia demoníaca para entender y atacar mejor a los demonios. A sí que, si no me equivoco, la marca de mi abuelo debería estar dentro del libro.
- Entonces, con coger el libro, ya hemos obtenido una marca más - dijo Leo. - Solo tenemos que ir a su despacho y recuperar el libro. Además, tú, Scott, siendo el Guardián que custodia el libro, te lo devolverá sin problema.

Scott asintió. De repente la expresión de Laya cambió, como si se acabase de acordar de algo muy importante. Leo y Scott se la quedaron mirando algo preocupados.

- Sé que no viene al caso - dijo Laya. - Pero creo que son cinco las tablas que hay descubiertas.
- ¡¿Cómo?! - preguntó Scott algo alarmado.
- Hace unos meses, cuando os conocí a Jack y a ti por primera vez - empezó a decir Laya. - Inés y yo volvíamos de una misión y nos topamos con unas ruinas muy raras. Las investigamos y nos encontramos una tabla con letras escritas. Las frases estaban cortadas y no tenían apenas sentido, pero nos la llevamos y se la entregamos al Maestro. Ahora entiendo el por qué de las frases cortadas.
- Entonces, ahora mismo, el Maestro posee una tabla de arcilla y una marca - dijo Leo.
- Esto se lo tengo que informar al consejo - dijo Scott algo alterado. - Sé que mi abuelo no va a hacer nada malo, pero sí que puede descubrir todo esto.
- Pero en cuanto los demonios lean la tabla que de han llevado, lo va a descubrir antes o después - dijo Leo.
- Pues prefiero que sea después - dijo Scott. - Por si se nos ocurre antes cómo encargarnos de los demonios.

Hubo un silencio.

- Tenemos que idear un plan para obtener la tabla de arcilla que tiene mi abuelo - dijo Scott rompiendo el silencio. - Porque el libro lo cojo yo y un problema menos.

Leo y Laya asintieron.

- Ahora que ya no tenemos nada que hacer aquí, en el camino de regreso lo vamos pensando - dijo Leo.
- Aunque hay que ser minuciosos y no se nos puede escapar ningún detalle - dijo Laya. - Intentar engañar al Maestro es como llegar a la capital del reino remoldán andando.

Scott la miró extrañado, Leo y Laya de echaron a reír.

- Ya lo entenderás cuando vayas.

Scott se encogió de hombros y dijo:

- Pero no vamos a volver a casa.

El joven vio las expresiones de sus amigos y sin que le dijesen nada, sabía que pregunta le iban a hacer.

- Antes de venir a la enfermería a verte - dijo Scott mientras miraba a Leo. - Luxus me dijo que en cuanto te recuperaras, nos iríamos de inmediato al reino de las hadas, a apoyar al equipo de Jack.
- ¿Por qué? - preguntó Leo.
- No tengo ni idea - respondió Scott. - Me dijo que nos lo explicaría por el camino.
- Algo ha tenido que pasar - dijo Laya. - Espero que estén todos bien.
- Seguro que están bien - dijo Leo intentando calmar el ambiente de preocupación. - Todos son muy fuertes, incluido Jack.
- Tienes razón - dijo Laya. - Pero Jack, al igual que Scott, aún no controlan la magia del todo. Como se encuentren en una situación crítica, Jack puede ser una carga.

Scott miró al suelo preocupado y algo dolido, esas palabras no eran nada alentadoras, pero tenía razón. Laya se dió cuenta de la reacción de Scott y dijo rápidamente:

- Lo siento, no lo quería decir con esa intención, pero, aún así, los dos sois muy fuertes. Ya verás como en seguida nos pilláis el ritmo.

Scott levantó la cabeza y le dedicó una leve sonrisa.

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