32. Muerte

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Todo sucedió muy rápido. En pocos segundos Inés empujó a Jack, alejándole de ahí y una flecha con un aura oscura le atravesó el pecho. Jack caía al suelo por el empujón de Inés, mientras veía aquella escena horrorizado. Vio como Inés caía al suelo, casi sin vida, con lágrimas en los ojos. Jack estaba en estado de shock.

- ¡NOOO! - gritó Jack en el momento que cayó al suelo.

Segundos después se escuchó gritar a tres personas el nombre Inés al otro lado de la calle, pero Jack no lo escuchó, no era capaz de escuchar y ver nada más que a Inés tendida en el suelo encima de un charco de sangre que se había formado debajo de ella y que se iba haciendo cada vez más grande. Los tres guardianes que se encontraban al otro lado de la calle, corrieron hasta ellos sin pensárselo dos veces, pero fueron frenados por tres seres que ocultaban su rostro bajo una capucha negra.

- ¿Quiénes sois y qué habéis hecho? - dijo Elisa furiosa, a punto de llorar.

Jack se acercó inconscientemente hasta Inés. Cayó de rodillas al suelo y la levantó un poco del suelo. Al levantarla, Inés miró a Jack con una leve sonrisa.

- Huye... por favor... - dijo Inés mientras sentía que se le iba la fuerza por la boca.
- No hables - dijo Jack. - En seguida te llevaremos a un hospital y te pondrás bien, te lo prometo.

Inés dejó escapar un pequeño suspiró y dijo:

- Ambos sabemos que no...
- Sí, si que te pondrás bien - dijo Jack, mientras sus lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. - No seas pesimista.
- Qué bueno eres..., toma... eres el mejor candidato...

En cuanto dijo eso, con gran esfuerzo, levantó el brazo, puso la mano en la cara de Jack y le acarició. De repente, Jack sintió como una gran cantidad de energía, procedente de la mano de Inés, recorría todo su cuerpo. Sentía como esa energía se iba acumulando en su interior, como esa energía se volvía suya. Después de varios segundos, Inés se incorporó un poco con sus últimas fuerzas y beso a Jack.

- Te quiero.... - dijo Inés.

Acto seguido, la joven cayó en los brazos de Jack, sin vida. Jack pegó un grito desgarrador de ira, de tristeza, de impotencia..., las lágrimas caían por su rostro sin parar. Las emociones se acumulaban en su interior, no había podido salvarla. Mike, Rory y Elisa observaban aquella escena con lágrimas en los ojos, sin poder acercarse a hacer nada puesto que los tres seres encapuchados les impedían el paso. Se intetaron abrir paso por la fuerza, pero sus ataques eran bloqueados con facilidad y las emociones que les provocaron aquella escena no les dejaban pensar con claridad a la hora de atacar.



*******

En la casa donde vivían, en la tercera planta, Theron se encontraba sentado en la silla de su despacho.

- Bueno, ha costado un poco más de lo esperado, pero por fin han reparado la sala de entrenamiento - dijo mientras apuntaba números en un papel. - Como esos muchachos vuelvan a destrozarla....

De repente, el libro, que estaba en una esquina del escritorio, comenzó a emitir un leve brillo. Theron levantó la cabeza y al ver el libro, su expresión cambió a preocupación en un instante.

- No puede ser... - dijo en voz baja. - El último Guardián ha despertado.

*******


Jack lloraba desconsolado abrazando el cuerpo de Inés, mientras varios seres encapuchados le iban rodeando. De pronto, escuchó una voz que procedía de su interior.

- Levántate y lucha, tienen mi poder, vive por mi.

Jack levantó la cabeza.

- ¿Inés? - dijo.

El joven volvió a mirar a Inés, dejó cuidadosamente su cuerpo en el suelo y se levantó despacio, mirando al suelo. Cuando se levantó, alzó la mirada para ver a sus atacantes, sus ojos verdes se habían vuelto de un color amarillo intenso, tenía una mirada sombría y llena de ira. Durante unos segundos, vio al otro lado de la calle, a Mike, Elisa y Rory enzarzados en una pelea con otros tres encapuchados, podía ver cómo eran bloqueados los ataques llenos de ira de los tres guardianes.

- Misión cumplida - dijo uno de los encapuchados que rodeaban a Jack. - Un Guardián menos.
- ¿Y tú quién eres niñato? - dijo el encapuchado que estaba justo detrás de Jack.

Jack, sin girarse para mirarle, dijo:

- Soy Jack, el Guardián de las aguas estrelladas.

Al oír eso, los encapuchados se miraron entre ellos y se lanzaron a por Jack.

- Nos hemos confundido de objetivo, asesinadle - dijo uno de ellos.

Jack esquivaba con gran facilidad los ataques. Frustrados por no conseguir tocarle, los atacantes aumentaban cada vez más la potencia de sus golpes. El joven, en ningún momento cambió la expresión de su rostro, mantenía la mirada sombría y llena de ira. Después de un rato, cansado de esquivar sus golpes y ataques mágicos, Jack movió las manos a gran velocidad, haciendo diferentes signos en cuestión de segundos y de repente en el cielo empezaron a brillar con intensidad siete estrellas.

- Que las siete estrellas del firmamento os juzguen - dijo Jack serio. - ¡Juicio de la constelación de la Osa Mayor!

Acto seguido, de las siete estrellas cayeron siete rayos que fulminaron a todos los encapuchados que había en la calle, incluidos los tres que impedían el paso a los tres jóvenes, reduciéndoles a cenizas. Los tres guardianes, al ver que sus atacantes se habían desvanecido, corrieron hasta el cuerpo de Inés. Los ojos de Jack recuperaron su color verde, sentía que su fuerza de desvanecía, fue a caerse al suelo, pero fue sujetado por Mike.

- No te sobreesfuerces - dijo Mike sujetándole. - Has usado un hechizo que consume mucha energía mágica.

Mientras tanto, Elisa y Rory, con lágrimas en los ojos, se agacharon a acariciar la cara de Inés. Todos estaban destrozados, Jack se encontraba casi sin fuerzas, Elisa y Rory derramaban lágrimas sobre el cuerpo de Inés y Mike, mientras sujetaba a su amigo, intentaba aguantarse las lágrimas, sin éxito. A los pocos minutos apareció Vatar.

- No..., he llegado tarde - dijo el elfo.

Jack se acercó, tambaleándose, hasta él.

- Qué la dijiste - dijo Jack furioso mientras le agarraba del cuello de la camisa.
- Que os estaban vigilando - dijo el elfo tranquilo.
- Pues esas palabras la han llevado a su muerte - le gritó Jack con lágrimas en los ojos.
- No es momento para echarme las culpas, hay que irse. Van a venir más.

Dicho eso, Vatar dio media vuelta y comenzó a caminar.

- ¿E Inés? - preguntó Jack.
- Literalmente, es un peso muerto - dijo Vatar serio.
- No la pienso dejar aquí.
- Si quieres que te maten, adelante, coge su cuerpo, pero no te voy a ayudar si te alcanzan. ¿Nos vamos ya?

Jack apretó los puños, miró a Inés por última vez y asintió. Los cuatro, Jack ayudado por Mike, siguieron a Vatar sin saber a dónde se dirigían.

- Quiénes eran los encapuchados - dijo Mike a Vatar mientras caminaban.
- Eran elfos oscuros - dijo Vatar.
- ¿Nos quieres matar? - dijo Rory.

Vatar asintió y dijo:

- Han hecho un pacto con los demonios. Si os matan, no invadirán nuestro reino.
- No lo entiendo, según el elfo oscuro de la reunión del parlamento no hicieron ese pacto - dijo Elisa.
- ¿Os infiltrasteis en el parlamento en plena reunión? Qué huevos - dijo Vatar sorprendido. - Aún así, no te equivocas rubita, pero no todos han aceptado que no realizase la negociación, por lo que se formó un grupo de elfos oscuros que aceptaron por su cuenta ese pacto. Por eso los demonios rodean la frontera, están esperando a que el grupo de elfos oscuros hagan sus parte del trato para "irse".
- ¿"Irse"? - dijo Jack extrañado.
- Es la táctica que hizo Napoleon para invadir España - le respondió Mike.

Jack asintió como signo de que lo había entendido.

- No sé quién es ese tal Napoleón - dijo Vatar. - Pero parece que lo habéis entendido y con eso me basta. Ahora, entrad al sótano, nos esconderemos aquí hasta que tracemos un plan.

Los chicos asintieron y siguieron a Vatar hasta el sótano de una casa situada a las afueras de la ciudad.

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