El Libro Encantado

5. Verdad

Se sentaron en la mesa redonda del comedor, uno frente al otro. Scott seguía confundido, nervioso, miraba inquieto a su abuelo esperando una respuesta lógica y razonable, pero sabía que no iba a ser así.
- Bueno.... - comenzó su abuelo.
- ¿Qué esta pasando? - le cortó Scott.
- No esperaba que fueses uno de ellos- dijo su abuelo.
- ¿Ellos? - respondió Scott. - Por favor, ¿puedes darme una respuesta clara abuelo?
Su abuelo respiró profundamente antes de empezar a hablar de nuevo.
- Todo esto se remonta a un suceso que sucedió hace miles de años en un lugar remoto, donde los titanes no llegaron a conquistar...
- Sí, sí, eso ya me lo sé, todo era paz y amor hasta que llegó un titán y propagó la magia negra gracias a un grupo de magos, etc, etc - le volvió a cortar Scott. - Es una simple leyenda, no es cierto...
- ¿Cómo sabes eso?
- Nos la contaron en clase.
- Qué es lo que sabes exactamente - le dijo su abuelo mirandole a los ojos.

Scott, viendo que su abuelo había cambiado de humor se echó para atrás y empezó a titubear.
- Eh... Pues... Uno de los magos salió corriendo... Y comenzó una guerra... Y ya...
Scott tragó saliva.
- Cómo sabes eso.
- Nos lo contaron en clase de historia - repitió Scott.
- No es posible... ¿Cómo sabían eso? ¿Cuánto sabrán? - susurró su abuelo.
- ¿Abuelo...?
- Tenemos problemas. - dijo su abuelo finalmente.

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- Qué pretendes con todo esto. - dijo Jack. - ¡Qué es lo que quieres conseguir!
- ¡Cállate! - gritó la mujer.
Se oyó un latigazo. Jack aulló de dolor.
- Y ahora... ¿Me vas a decir dónde esta el guardián? - dijo entre risas la mujer.
- No sé de que me estas hablando.
- ¡Mientes!
Se oyó otro latigazo seguido de un grito.
- Qué es lo que quieres de ese tal guardián - dijo Jack jadeando.
- Quiero su libro, saber sus secretos para ganar la guerra. - La mujer rió escandalosamente. - El libro que tiene en su poder es la llave que salvará o destruirá el mundo tal y como lo conocemos.
Jack se estremeció
- Y me han dicho que tú sabes dónde está el guardián. - dijo la mujer con una sonrisa juguetona.
- Ya te he dicho que no se dónde está
- Pues si de verdad no sabes nada, no me sirves.
La mujer extendió el brazo derecho, este comenzó a tomar la forma de una cuchilla gigantesca.
- ¿Últimas palabras? - dijo la mujer con una mirada asesina, alzando el brazo convertido en una cuchilla.
Jack levantó la cabeza hasta encontrarse con la mirada de la mujer.
- Por favor, Picara... - dijo Jack entre jadeos.
Acto seguido la mujer bajó el brazo y se escuchó un golpe y como una cuchilla atravesaba la carne.

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- ¿Cómo que tenemos problemas? - dijo Scott algo preocupado.
- Si algún demonio ha descubierto tu verdadera identidad considerate muerto. - dijo su abuelo.
- De... ¡¿Demonio?! - gritó Scott pálido.
- No es posible, los demonios no existen, son solo cuentos de hadas para asustar a los niños, ¡¿qué clase de broma es esta?!
- Scott, tranquilizate, estoy yo para defenderte hasta que despiertes tu poder.
Scott estaba cada vez más alterado.
- ¿Cómo que estas tú para defenderme? ¿Cómo se supone que me vas a defender? ¿Con la sartén?
El abuelo le soltó una bofetada a Scott.
- Tranquilizate.
- Por favor, explicame todo. - dijo Scott más calmado.
El abuelo respiró hondo.
- Ya que te han contado el origen, podemos ir al grano. Yo soy el mago que salió corriendo. Fui directo al poblado a avisar a los demás, la gente entró en pánico al verme. Confundido pregunté por qué huían de mi, cuando me di cuenta de que una marca negra como el carbón recorría todo mi brazo. Después de todo el follón que se montó y de haber aclarado las cosas, me di cuenta de que esa marca fue provocada por aquel hechizo. Me puse a investigar y a redactar todos mis descubrimientos en este libro. - dijo mientras posaba la mano en el libro. - Y sin darme cuenta fui dando un extraño poder al libro, capaz de crear hechizo y elegir personas cuidadosamente para defenderlo y otorgarles poderes con los cuales combatir a los demonios, formandose así los guardianes.

En cuanto acabó la frase, sonó el timbre. Scott se levantó confundido a abrir sin decir nada. Era Mike. Estaba algo agitado.
- Scott, hay que irse rápido, te lo explico todo por el camino, han secuestrado a Jack. - dijo.
A Scott se le paró el corazón. Mike echó una mirada fugaz por encima del hombro de Scott y se quedó paralizado.
- ¿Ma... Maestro? - dijo Mike.
- Cuanto tiempo sin vernos guardián - dijo el abuelo con una amplia sonrisa.
- Veo que os pillo en plena reunión, ya que está el libro sobre la mesa. Me has ahorrado la explicación que le iba a dar a Scott por el camino.
- Sientate con nosotros, que tenemos poco tiempo dada esa noticia.

Mike aceptó y se sentó con ellos. Scott estaba muy confundido, no sabía en que pensar, no sabía como asimilar todo lo que le estaban contando, estaba a punto de llorar de desesperación.
- Bueno, sigamos. - dijo su abuelo. - Surgieron siete guardianes con el fin de erradicar a los demonios y yo me convertí en el mago supremo, para enseñarles a utilizar sus poderes, aunque el título ya no me pertenece, porque se va pasando a las siguientes generaciones. Y al parecer, tú eres un guardián.
-¿Yo? - dijo Scott ojiplatico.
- Sí, al igual que yo, y además eres el líder, al ser el poseedor del libro. Te ha escogido a ti. - dijo Mike
- ¿Cómo es que tu también eres un guardián? ¿Qué tipo de guardianes hay? ¿Además soy el líder? ¿Por qué yo?

Scott tenía tantas preguntas que no sabía como formularlas.
- Porque el libro te ha elegido, este es tu destino. - dijo su abuelo.

Scott miró raro a su abuelo, como si no le hubiese aclarado ninguna pregunta.
- Yo soy el Guardián de las plantas terrestres. Mis poderes se basan en la tierra y las plantas. - dijo Mike mientras movía la mano suavemente y en el centro de la mesa apareció una plantita que iba creciendo lentamente. - ¿Has descubierto ya que poder tienes?
- ¿Hielo? - dijo debilmente Scott.
- ¡Imposible! - Saltó de repente su abuelo. - ¿El Guardián de los hielos huracanados? Sus poderes se sellaron hace tiempo a causa de su traición.

Scott miró a Mike buscando una respuesta y solo vio un rostro sorprendido que no le quitaba ojo de encima.
- Bueno, que más da, ya hablaremos los detalles más tarde, hay que irse rápido, el tiempo apremia. - dijo su abuelo.
Los tres se levantaron a la vez y se dirigieron a la puerta, antes de salir, el abuelo miró hacía atras y vio que de la habitación de Scott salía un témpano de hielo. El abuelo respiró profundamente.
- Nos espera un viaje difícil. - susurró con expresión seria.