13. Entrenamiento

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Scott y Mike entraron al edificio por la puerta principal. Una vez dentro se pararon en la entrada, Scott observó detenidamente la estancia. La sala era amplia, en mitad de la entrada, pegados a una de las paredes laterales, había dos sofás enfrentados, en la pared contraria estaban las escaleras que subían a los pisos de arriba, al final de la estancia había una puerta que parecía dar al patio trasero y en la pared donde estaban los sofás, al lado de la puerta del fondo, había una puerta que contrastaba con el decorado de toda la casa. La puerta era de madera, se notaba que la madera estaba vieja y la pintura que la decoraba había desaparecido casi por completo. Elisa estaba sentada en uno de los dos sofás, tenía una expresión de preocupación en el rostro. Cuando vio aparecer a los dos por la puerta se levantó del sofá y fue casi corriendo hasta ellos.

- Qué tal estás - dijo mirando a Scott.
- Bien, muchísimo mejor - respondió Scott.

Elisa suspiró aliviada.

- Y Mike también está mejor - añadió Scott.

Elisa miró a Mike sorprendida, este encogió los hombros fingiendo que no sabía de lo que estaba hablando Scott.

- ¿Cómo? - preguntó Elisa sorprendida.
- En cuanto me curó a mi, le medio obligué a que le tratase a él también - respondió Scott.
- Pero, si os han tratado a los dos, ¿cómo habéis tardado tan poco? - preguntó un poco desconcertada.
- Es que... al final no hemos ido al hospital, le he llevado con Rita - respondió Mike un una pequeña sonrisa en el rostro.
- Aaah claro - dijo Elisa levantando las cejas.
- Bueno, me llevo a Scott a la sala de entrenamiento, le voy a enseñar lo básico cuanto antes para poder ir a buscar a Jack lo antes posible - dijo Mike.
- ¿Y no sería mejor ir al patio primero? Si vas a entrenarle por primera vez yo creo que es mejor hacerlo al aire libre. Además, espero que no hayas olvidado que sigue en reformas por culpa de vuestra batallita - dijo Elisa con un poco de resentimiento.

Mike pareció haberse acordado de algo y en cuestión de segundos se puso rojo como un tomate.

- Sí... puede que nos pasásemos un poco Leo y yo - dijo mientras se rascaba la parte de atrás de la cabeza avergonzado.
- Un poco, dejasteis la sala de entrenamiento en ruinas - le reprochó Elisa.
- Como sea, nos vamos que el tiempo apremia.

Acto seguido Mike comenzó a caminar hacia la puerta del fondo, Scott le siguió en cuanto vio que se alejaba un poco. Elisa resopló y dijo:

- Esperadme, voy con vosotros.

Mike la miró, hizo un gesto con la cabeza para que les siguiera y los tres atravesaron la puerta.
Cuando salieron al patio exterior, Scott se quedó anonadado, el patio era inmenso, parecía un poco más pequeño cuando lo vio desde el balcón. En una zona del patio, pegado al extremo había casi todo tipo de armas, de madera y de metal, Scott se fijó que la mayoría de las armas eran espadas, arcos, cadenas..., no había armas de fuego, lo que le resultó un poco extraño. En la zona del centro, al fondo, había maniquís y monigotes de madera, supuso que eran usados para el entrenamiento individual. Un par de gritos causados por un gran esfuerzo hicieron que Scott volviese a la realidad, buscó con la mirada de dónde provenían esos gritos y se quedó clavado en el sitio alucinado. Una chica de pelo largo y ondulado, de color castaño claro como el pelo Scott, y de ojos marrones oscuros, peleaba contra un chico rubio, de pelo corto echado hacia atrás y de ojos azules. La pelea era intensa pero se notaba en el ambiente que ambos contrincantes se lo estaban pasando bien. La chica esquivaba los ataques del chico con la agilidad de un hada y contraatacaba con la potencia de un dragón, en cambio el chico se movía muy rápido, como un rayo, y sus ataques envueltos en llamas eran intensos. En un momento dado, la pelea se volvió tan intensa que Scott podía sentir la energía de los ataques dentro de él. La joven juntó las manos y rápidamente puso las palmas al frente lanzando un rayo púrpuras con la forma de un dragón, el joven esquivó el ataque con una velocidad que fue imposible seguir para los ojos de Scott y, como respuesta al ataque, dio un puñetazo en el suelo provocando que bajo los pies de ella, saliese del suelo una columna de fuego. La chica saltó esquivando el ataque y en el aire salieron de su espalda dos alas majestuosas de mariposa, de colores vivos y lo suficientemente grandes como para que pudiese volar con ellas, las aleteó con fuerza creando dos torbellinos de polvo rosa. El chico contrarrestó el ataque en el último momento dando un puñetazo al aire, del puño salió un intenso rayo que frenó los torbellinos y los hizo desaparecer. Acto seguido, estiró el otro brazo al frente con la palma hacia arriba e impacto el puño sobre la palma, como si estuviese dando un martillazo, en cuestión de segundos se formó una nube negra sobre la joven y de la nube cayó un rayo que la golpeó de lleno haciéndole caer al suelo. La chica le miró furiosa y desde el suelo, golpeó la superficie con ambos puños mientras lanzaba un grito al cielo, la tierra tembló levemente y del suelo emergió un dragón, un poco transparente, de color púrpura creado con energía que de un zarpazo mandó a volar al joven. El chico impactó contra el suelo lejos, pero a los pocos segundos apareció detrás de ella, envuelto levemente en rayos y dejando una estela de rayo por dónde pasaba, los rayos desaparecieron en cuanto se paró detrás de la joven. La chica hizo un gesto con la mano y el dragón fue a atacar nuevamente, pero el joven rápidamente juntó las manos y de ellas salió una poderosa llamarada que aniquiló al dragón, provocando que desapareciera. Acto seguido, el chico lanzó un puñetazo a la cara de la joven, pero se detuvo a escasos centímetros de su cara.

- He ganado - dijo él jadeando con una sonrisa triunfadora en la cara.

Dicho eso, separó el puño se su cara, abrió la mano y se la tendió para ayudarla a levantarse.

- Me la has jugado - dijo ella mientras agarraba la mano del chico, aceptando su ayuda.

En cuanto la chica se levantó, los dos se dieron cuenta que estaban siendo observados, pero en cuanto vieron quienes eran sus espectadores, una expresión de alegría iluminó sus caras.

- Mike, qué pasa, cuánto tiempo - dijo el chico mientras chocaba la mano a Mike.
- Yo no diría que haya pasado mucho tiempo, pero me alegro de verte Leo - dijo Mike.

La chica se lanzó contra Mike dándole un fuerte abrazo.

- También me alegro de verte a ti Rory - dijo Mike respondiendo al abrazo de la chica.
- Te trajimos aquí inconsciente y desde que despertaste no hemos sabido nada de ti. Es más, sabemos que despertaste porque cuando fuimos a ver cómo estabas, ya te habías marchado. Podrías haber dicho hola ¿no? - le reprochó Rory.
- Eehh... si.... - empezó a decir Mike algo culpable.
- ¿Qué tal estás tú Elisa? Que con la emoción no te he dicho nada - dijo Leo cortando la conversación entre Mike y Rory. - Y tú debes de ser Scott ¿no?

Scott asintió con la cabeza y dijo:

- Sí, encantado.
- Perdona, me presentaré formalmente - dijo Leo. - Soy Leo, el Guardián de los fuegos electrificados.
- Y ahora yo - dijo Rory uniéndose a la conversación. - Yo soy Aurora, la Guardiana de los dragones feéricos, aunque puedes llamarme Rory.
- ¿Qué os trae por aquí? - preguntó Leo.
- Venimos a entrenar a Scott, quiero enseñarle lo básico para que podamos ir cuanto antes a buscar a un amigo - respondió Mike.
- Bien, déjamelo a mi - dijo Leo.
- Oye, que el que le iba a entrenar era yo - se quejó Mike.
- Quiero hacer antes una prueba - le explicó Leo mientras cogía del brazo a Scott y tiraba levemente de él para separarlo del grupo.

Una vez separó a Scott del grupo, se alejaron un poco, Leo se separó de él y dijo:

- Ven, a ver qué sabes hacer.

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