44. Crisis

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El Rey Dios y Zarut estaban muy alterados.

- En qué momento ha cogido la tabla - dijo el Rey Dios.
- Debió de ser mientras Leo y Xenres luchaban, aprovechando que estábamos distraídos, un demonio la habrá cogido sin saber que era exactamente - dijo Yehiba.
- Era una pregunta retórica Yehiba, todos nos imaginamos que ha sido así cómo la han cogido - respondió cortante el Rey Dios.
- Esto es un problema gordo... - dijo Zarut.
- Pero, ¿se puede saber de qué estáis hablando? - dijo Laya sin saber que estaba pasando.
- De las tablas de escritura - dijo Zarut. - Ahora que la tienen los demonios, van a conocer la existencia del resto de las tablas.
- No me entero de nada - dijo Laya mirando a Zarut desconcertada.
- En cuanto los magos negros sepan que las marcas color azabache de sus cuerpos son la clave para romper el sello, va a resultar casi imposible extraérselas - dijo el Rey Dios. - Ya entiendo a lo que se refería la tabla de escritura con que las marcas deberán contener el poder de los primeros miembros del consejo. Al tocar el orbe, este ha adquirido el poder de un dios.

Zarut se quedó pensativo y dijo.

- Entonces si quieren romper el sello, van a tener que extraerse las marcas y hacer que cada miembro del consejo toque una.
- No exactamente, al tener ellos las marcas en sus cuerpos, creo que solo les bastará con robarnos el poder - dijo el Rey Dios.

De repente, Leo se dejó caer sobre Scott, que le estaba ayudando a mantenerse en pie. La expresión de Scott cambió a preocupación en cuanto notó más peso del que estaba cargando, miró a Leo y le vio inconsciente.

- Ya no hay nada que hacer - dijo Scott. - Por lo que eso lo podéis discutir luego. Ahora necesitamos ayuda.

Todos miraron a Scott y en seguida vieron el por qué de aquellas palabras.

- Ha debido de gastar demasiada energía en la pelea contra Xenres - dijo Yehiba. - Hay que llevarle de inmediato a la enfermería.

Scott asintió, cargó a Leo a su espalda y abandonó la sala junto con Yehiba y Laya, dejando solos a los dos reyes.

- Tengo una pregunta - dijo Zarut mirando al Rey Dios. - ¿Cómo extragistes la marca a Xenres?

El Rey Dios se quedó callado durante unos instantes antes de responder.

- Si te digo la verdad, no lo sé - dijo el Rey Dios finalmente. - Comenzamos a luchar y durante la pelea, hubo un momento en el que empecé a robarle la energía y cuando me quise dar cuenta, el orbe estaba levitando entre nosotros dos.

Zarut se le quedó mirando sin decir nada, asintió y dijo:

- Vale.

Acto seguido abandonó la sala y fue directo a la enfermería.

Cuando Scott, Yehiba y Laya llegaron a la enfermería, Scott tumbó a Leo en una camilla y dos ángeles vestidos con batas blancas examinaron a Leo.

- ¿Qué le ha pasado a este muchacho? - preguntó uno de los ángeles con cara de preocupación.

Scott les explicó lo sucedido sin entrar en detalles y omitiendo las partes importantes.

- Leo ha obtenido un gran poder y lo ha usado en su totalidad en un corto período de tiempo, lo que le ha provocado una bajada de tensión mágica - dijo el otro ángel. - Si alguien no le proporciona una gran cantidad de magia en seis horas puede quedarse en un estado de coma perpetuo.

Los expresión de Scott y Laya cambió radicalmente al escuchar la noticia.

- Cuánto es "una gran cantidad" - dijo Yehiba.

Los ángeles se encongieron de hombros.

- Puede ser la mitad del poder de uno de los guardianes o el poder entero de los dos que hay aquí presentes - dijo el ángel que hablo primero.
- Es decir, como una transfusión de sangre, pero de poder mágico - dijo Scott.

Los dos ángeles asintieron a la vez.

- De acuerdo - dijo Scott. - Dadle mi poder, si es como una transfusión de sangre lo más favorable es que el donante sea compatible con el receptor.
- No exactamente - dijo Laya. - Al ser energía mágica, esta se adapta fácilmente al cuerpo del receptor, pero aún así, es muy peligroso Scott, podrías morir como necesite todo tu poder.
- Me da igual, haced la transfusión y punto, no hay tiempo suficiente para encontrar a un donante con suficiente poder mágico.
- Tienes razón pero....
- Nada de "pero..." - dijo Scott sentándose a los pies de la camilla de Leo - Vamos, hacedla.

Yehiba se acercó a Scott con expresión sombría, le agarró de la pechera y le dijo:

- Idiota, no queremos salvar a Leo para que mueras tú. Es cierto que se quedará en coma si no actuamos rápido, pero no va morirá. Además acabas de salir de una batalla donde has gastado poder mágico, como mucho te quedará la mitad de tu poder, tú también tienes que recuperarte.

Los ojos de Scott se pusieron vidriosos.

- ¿Y quién puede salvarle? - dijo Scott con la voz temblorosa.

A los pocos segundos entró Zarut en la enfermería y observando el ambiente de la sala dijo:

- ¿Qué ha pasado?¿Leo se encuentra bien?

Laya le contó lo que le habían dicho los ángeles y la expresión de Zarut cambió.

- Ahora mismo no tengo el suficiente poder mágico para realizar la transfusión y creo que el Rey Dios tampoco - dijo Zarut con cara de preocupación.
- ¿Qué podemos hacer? - dijo Scott.

El silencio reinó la sala y la tensión aumentaba por momentos.

- Si habéis participado en una batalla, deberíais descansar, os podéis quedar aquí si queréis, hay camillas de sobra - dijo el segundo ángel. - Nosotros nos pondremos a buscar un donante cuanto antes.
- Os acompaño - dijo Yehiba.

Los ángeles asintieron y acompañados de Yehiba salieron de la enfermería.

- No hay nada que hacer - dijo Scott agobiado. - Se va a quedar así para siempre.

Laya se acercó hasta Scott, le abrazó y le dijo:

- Cálmate, Leo es fuerte, saldrá de esta.

Los dos guardianes miraron a Leo esperando que se despertase milagrosamente. Zarut se tumbó en la camilla de al lado y dijo:

- Como os han dicho, debemos descansar, está amaneciendo, estamos agotados y nuestras emociones no ayudan.
- Puede que no te importe, pero es mi compañero y mi amigo. No le voy a dejar así - dijo Scott alterado.

Zarut se levantó de la camilla y se le encaró.

- ¿Te crees que me resulta fácil decir eso viendo a un compañero así? - dijo Zarut enfadado. - Llegas nuevo siendo un Guardian y te crees que todo tiene que salir bien, como tú dices y cuando tú dices. No te hagas el héroe, porque aquí esa actitud solo te va a llevar a la muerte.

Un sentimiento de impotencia invadió el cuerpo de Scott, apretó los puños y una lágrima recorrió su mejilla.

- Calmaos los dos - dijo Laya intentado poner paz.

Scott fue a abrir la boca para reprocharle todo, pero fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose. Luxus y Rita entraron en la sala y al ver el ambiente de la sala, sus rostros cambiaron.

- ¿Estáis bien? - preguntó Rita.
- ¿Luxus?¿Rita?¿Qué hacéis aquí? - preguntó Laya.
- Es una larga historia - respondió Luxus. - A la entrada del templo nos hemos encontrado al Rey Dios y a Yehiba y ya estamos al corriente de la situación.
- Tranquilos, dejadlo en mis manos - dijo Rita. - Luxus se queda conmigo, vosotros descansad.

Scott sin decir nada se levantó y abandonó la enfermería dando un portazo. Zarut se llevó las manos a la cabeza y se tapó el rostro con ella. Laya desvió la mirada con expresión triste. Luxus les miró pero decidió no preguntar nada, ahora tenían un asunto más importante que atender. Laya y Zarut miraron a Rita, esta asintió al leer el mensaje en sus miradas y los dos abandonaron la sala.

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