31. Senadores

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Mike, Rory y Elisa llegaron al parlamento agotados, habían corrido desde el hotel hasta allí creyendo que no llegaban a tiempo. Se disponian a entrar cuando un elfo grandote de seguridad les cortó el paso.

- No está permitido el paso - dijo el elfo de seguridad.

Mike le miró extrañado y dijo:

- ¿Por qué? Aún no está cerrado, ¿no?
- No tengo permiso para darle está información, largaos - dijo el elfo de seguridad.

Los tres jóvenes se dieron la vuelta para irse.

- Según la información que recogimos durante una misión, el parlamento no debería estar cerrado al público a menos que la reunión sea de extrema urgencia, en ese caso se cerraría inmediatamente - susurró Rory.
- Y no está cerrado, pero tampoco nos dejan pasar - dijo Mike en el mismo tono, completando la frase de Rory.
- Exacto, algo raro sucede dentro.

Antes de iniciar el camino de vuelta, Mike y Rory miraron a Elisa.

- Ya voy, ya voy - dijo Elisa susurrando.

Acto seguido, Elisa puso las manos como si estuviese sujetando una pelota y a los pocos segundos, de sus manos empezaron a salir pequeñas chispas de color blanco, que se extendían formando la pelota que simulaba sujetar. Lanzó la bola contra el elfo y en cuanto impactó, la bola se deshizo en las pequeñas chispas que lo componían. Las chispas se posaron en la cabeza del elfo y de todos los que se encontraban en la entrada del parlamento.

- Aviso, a partir de este momento somos senadores - dijo Elisa.

Mike y Rory asintieron. Los tres se volvieron a girar para mirar al guardia, este, en cuanto les vio, les dejó pasar de inmediato.

- Perdonenme senadores - dijo el elfo mientras se apartaba.

Los tres guardianes entraron al hall del parlamento, donde en seguida una recepcionista les recibió.

- Oh, por todos los dioses, senadores llegáis tarde - dijo la recepcionista en cuanto les vio.
- ¿Hasta dónde ha alcanzado tu hechizo? - preguntó susurrando Rory a Elisa.
- No lo sé, pero mejor así. Ahora tenemos la entrada asegurada - respondió Elisa en el mismo tono.
- Lo sentimos, nos hemos distraído de camino a aquí - dijo Mike mirando a la recepcionista.
- La reunión ha comenzado sin vosotros - dijo la recepcionista.
- ¿En qué sala era la reunión? - preguntó Elisa.
- En el aula magna, dónde son todas las reuniones - respondió la recepcionista extrañada.
- ¡Es cierto! ¿Verdad que sí? - dijo Rory mientras miraba a Mike, a la vez que le daba una pequeña patada en la pierna a Elisa.

Mike asintió y Elisa puso una mueca de dolor.

- Vamos, aún podemos entrar en la reunión, por aquí - dijo Mike señalando uno de los dos pasillos que había ambos lados de la recepción.
- Es por el otro - dijo la recepcionista.
- Qué tontos estamos hoy, ¿verdad? - dijo Rory mientras daba una colleja a Mike. - Vamos.

Los tres jóvenes avanzaron por el pasillo que les había indicado la recepcionista.

- Me gustaría ver cómo de bien se te daría fungir en esa situación - dijo Mike mirando a Rory, mientras se ponía la mano en la nuca.
- Sí, a mí también me gustaría verlo - le apoyo Elisa.

Rory se rió, se paró frente a una puerta y mientras la abría dijo:

- Llegamos tarde a la reunión.

Elisa y Mike dieron un bufido y siguieron a Rory.
Al entrar se quedaron impresionados, la sala era gigantesca. Subieron las escaleras y se sentaron atrás del todo. Al estar arriba del todo, veían pequeña a la persona que estaba hablando, pero la escuchaban perfectamente.

- No estabais autorizados para negociar - dijo la persona que estaba hablando.

Los tres se fijaron en que esa persona, en realidad, era un elfo. Tenía una larga barba blanca y vestía con un traje verde.

- Yo solo he actuado lo mejor posible para que no atacaran el pueblo - respondió desde el sitio otro elfo de pelo negro, vestido con un traje de color plata.
- No tienes derecho a decir nada, gracias a tu actos, nuestro reino se encuentra rodeado por los demonios.

Los tres guardianes dejaron escapar un suspiro de asombro al escuchar esas palabras.

- Los elfos oscuros sois problemáticos - dijo el elfo de traje verde.
- Nosotros somos los que nos preocupamos de la política interior y exterior, mientras vosotros no hacéis nada. Sentaros en una silla y juzgar - dijo el hombre de traje color plata.
- Se están pasando la mierda entre el elfo y el elfo oscuro - dijo Elisa.
- No son del todo capaces de convivir las dos razas de elfos - dijo Rory negando con la cabeza.
- Eso no es lo importante ahora, acaban de decir que están rodeados por los demonios - dijo Mike algo alarmado. - Eso quiere decir que llegamos tarde, ya estarán en el reino de las hadas.

Rory y Elisa tragaron saliva.

- El trato que me ofrecían - continuó el elfo oscuro de traje de color plata. - Era asesinar a los cuatro guardianes que se encuentra ahora en este ciudad y ellos pasarían por nuestro reino al reino de las hadas sin causar estragos.

Los tres jóvenes no daban crédito a lo que escuchaban.

- Es el mismo trato que hizo Napoleón Bonaparte con los españoles para entrar en Portugal - dijo Mike.
- ¿Qué? - preguntó Rory.
- No me hagas caso, son hechos históricos que me enseñaron mientras estaba en el instituto, cuando estaba en la ciudad - respondió Mike.
- Vale, ¿Y qué pasó? ¿Funcionó el trato? - preguntó Rory de nuevo.

Mike negó con la cabeza y dijo:

- Napoleón engañó a los españoles e invadió España.
- Pues tenemos un problema - dijo Rory.
- ¿Hola? Creo que os habéis saltado la parte en la que han dicho que nos tienen que asesinar - dijo Elisa.
- Pero no acepté aquel trato - continuó el elfo oscuro. - Y a causa de eso, nos rodearon sin entrar en las fronteras de los reinos que nos rodean.
- Por eso no estabais autorizados a negociar con ellos - dijo el elfo de traje verde. - Ahora si queremos echarles de la frontera, va a ser mucho más complicado atacarles. Vamos a tener que pedir permiso para atravesar las fronteras de los reinos vecinos y expulsar a los demonios.
- Hemos escuchado suficiente - dijo Mike. - Vámonos, Inés y Jack se han quedado en el hotel.

Los tres jóvenes salieron del aula magna sin ser vistos.

- Tenemos que darnos prisa - dijo Elisa. - Espero que estén bien.
- Jack sabe defenderse e Inés es una Guardiana, seguro que están bien - dijo Rory.

Salieron corriendo del parlamento en dirección al hotel. Cuando doblaron la esquina que daba a la calle del hotel donde se hospedaban, vieron una escena al final de la calle que les horrorizó. Vieron a Inés y a Jack que acababan de doblar la esquina, cuando de repente Inés gritó mientras empujaba a Jack y vieron como una flecha oscura atravesaba el pecho de Inés. La joven cayó al suelo.

- ¡INÉS! - gritaron los tres a la vez.

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