6. Estación

58 4 0
                                    

Los tres salieron deprisa de casa de Scott y comenzaron a caminar. Scott no sabía a donde se dirigían exactamente, estaba muy confuso, aún seguía analizando todo lo que le acababan de contar. Caminaba deprisa, al mismo ritmo que Mike y su abuelo, con la cabeza agachada, sumido en sus pensamientos:
"¿Que soy un guardián? ¿Eso significa que tengo poderes? ¿Y el libro que tengo en mis manos sirve para matar demonios? No entiendo nada. ¿Mis poderes estaban sellados? ¿Entonces por qué pude crear hielo? ¿El antiguo guardian les traicionó? "
En cuanto se formuló la última pregunta, se interesó por saber la historia de la traición del guardián y volviendo a la realidad, levantó la cabeza y preguntó:
- ¿Qué pasó con el antiguo guardián?
Ni su abuelo ni Mike escucharon su pregunta, estaban discutiendo sobre algo, Scott se sintió ignorado.
- ¿Qué pasó con el antiguo guardián? - repitió Scott con un tono más elevado.
- Sshh - dijo Mike mandandole callar.
Scott le miró con el ceño fruncido, pero Mike no se dio cuenta, seguía hablando con su abuelo. Scott les miró y se rindió al darse cuenta de que no le iban a hacer caso.

- Ese camino no es seguro para él - dijo el abuelo. -  Aún no está acostumbrado, acaba de despertar sus poderes.
- ¿Entonces que hacemos? - preguntó Mike.
- Vamos a tener que coger el Etherias - le respondió el abuelo.
Scott, que se acababa de meter en la conversación, preguntó:
- ¿El Etherias?
- Es un tren mágico de alta velocidad que nos llevará hasta el reino. - le respondió su abuelo.
- Nunca había oido hablar de él. - dijo Scott algo extrañado.
- Tranquilo, ahora lo verás. - dijo Mike - La estación está justo en frente.
Scott se sorprendió al darse cuenta de que ya habían llegado a su destino, había estado tan sumido en sus pensamientos que no había tenido noción del tiempo.

Los tres entraron decididos en la estación y se dirigieron a la zona de las taquillas.
- Esperad aquí - dijo el abuelo.
Scott y Mike asintieron con la cabeza y se sentaron en unas sillas que había para esperar, si la fila se hacia muy larga. Scott observó como su abuelo se dirigía a la última taquilla abierta.
Este se acercó al cristal de la taquilla y dijo una palabra, la señora de la taquilla le miró a los ojos y asintió, seguidamente se dio media vuelta y desapareció de la vista de Scott. Al rato volvió con un papel negro en la mano y le preguntó algo al abuelo, este respondió señalandose y señalando a Scott y Mike, Scott pensó que le estaría preguntando el número de tickets que iba a sacar.
Mike dio un golpecito con el hombro a Scott, provocando así que le mirase.
- Esconde un poco el libro. - le dijo Mike - Lo tienes muy a la vista y aquí hay mucha gente no deseada que podría reconocerlo.
Scott asintió y acto seguido se guardó el libro debajo de la sudadera que llevababa. Cuando volvió a alzar la mirada vio que su abuelo ya estaba volviendo con 3 cuadrados de papel de color negro en la mano.
Cuando llegó al lugar donde estaban sentados Mike y Scott dijo:
- Deprisa, levantaos, solo quedan 15 minutos para que salga el Etherias y aun tenemos que llegar al andén.
En cuanto terminó de hablar, Scott y Mike se levantaron a la vez y caminaron hacia el final de la estación por un pasillo muy amplio. A mitad del pasillo el abuelo se paró y miró a la pared. Scott hizo lo mismo que su abuelo y se dio cuenta de que en la pared, a la altura de su pecho, había una baldosa que estaba más hundida que las demás.
- Hemos llegado, esta es la entrada. - dijo su abuelo.
Acto seguido cogió uno de los tres papeles que le habían dado en taquilla y lo colocó en la baldosa hundida. El papel encajaba a la perfección. De repente la baldosa se hundió del todo y el hueco formado se expandió hasta formar una puerta.
Scott no se creía lo que acababa de pasar, ante sus ojos había aparecido una puerta de la nada. Podía ver que al otro lado de la puerta se encontraba el andén del tren que iban a coger.
- Entremos. - dijo su abuelo.

-------
Cuando la señora de la taquilla les perdió de vista, con expresión seria, se dio media vuelta y entro a una habitación que había al fondo de su lugar de trabajo.
En el instante que tocó el pomo para abrir la puerta, su forma física comenzó a cambiar y cuando entró y cerró la puerta, había recuperado su forma original. Tenia el cabello fino y delicado, de color bronce. Sus rasgos faciales eran suaves y sus ojos estaban algo rasgados. Sus pupilas parecían dilatadas, su iris de color plata era muy pequeño. Su piel pálida era suave como lo seda y sus manos y pies parecían delicados. Solo iba vestida con un velo color crema y de la espalda le salian unas bellas y delicadas alas de mariposa, lo suficientemente grandes como para poder volar. Era un hada.
En la habitación no estaba sola, había un hombre más, este era grande, con las expresiones faciales muy marcadas, tenía una marca negra como el azabache en la cara que le cubría parte de la frente y el ojo derecho, a causa de eso, el iris de su ojo derecho era rojo sangre. Estaba vestido como un inglés del siglo XX, tenía el pelo engominado hacia atrás y estaba recostado en la silla con los pies puestos sobre la mesa.
- Mi señor acaban de comprar tickets para el Etherias, Theron y dos acompañantes. - dijo el hada con voz temblorosa.
El hombre grande se rió y dijo:
- Ese maldito vejestorio, lleva 50 años sin dar señales de vida y cuando menos te lo esperas aparece cogiendo el Etherias para ir al reino, ¿no podía invocar un portal de teletransporte? Jajaja como se le nota la edad. ¿Quiénes eran sus acompañantes?
- Uno de los acompañantes era el Guardián de las plantas terrestres y el otro acompañante no lo he podido identificar, pero tenía entre sus manos un libro que desprendía un aura fría y poderosa, mi señor. - respondió el hada.
- ¿¡QUÉ!? - exclamó el hombre mientras se levantaba bruscamente dando un golpe a la mesa.
El hada se echó para atrás asustada.
- Esa escoria humana lo ha tenido escondido hasta este momento que ha encontrado a su dueño. - dijo el hombre entre dientes furioso.
Su mirada había cambiado, se le notaba la rabia en sus ojos y el color del iris del ojo derecho se había intensificado. Señalando a la puerta dijo:
- Id, coged ese tren y matadle ahí mismo, antes de que sea demasiado tarde quitarle el libro.
Acto seguido la superficie de la pared de detrás del hombre se convirtió en una superficie líquida que desafiaba las leyes de la gravedad y aparecieron, cruzando la pared desde el otro lado, tres hombres vestidos como ingleses del siglo XX, con un sombrero de copa en la mano y un abrigo largo y negro en la otra.
Los tres se dirigieron a la puerta y en cuanto la cruzaron se pusieron el sombrero y el abrigo a la vez y se marcharon. En cuanto se fueron el hombre bajó el dedo y sonrió malvadamente.

El Libro EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora