46. Arrepentimiento

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Zarut recorrió los pasillos hasta llegar a la puerta de su habitación, pero en vez de entrar se quedó parado mirando el pomo. Se llevó las manos a la cabeza y respiró hondo. Sabía que la había cagado. En aquel momento todos estaban agobiados y, además, el saber que tenían poco tiempo, no ayudaba. Laya pasó por su lado para entrar a su habitación.

- Si quieres descansar tranquilo deberías hablar con él - dijo Laya mientras se metía en su cuarto.

El Rey de las Criaturas Místicas se la quedó mirando hasta que cerró la puerta. Acto seguido espiró con fuerza por la boca y se aproximó a la puerta de la habitación de Scott. Pasaban los minutos y seguía de pie, a pocos centímetros de la puerta de Scott, sin atreverse a entrar. Había sido duro con él, pero ese momento lo requería. Divagó en sus pensamientos, imaginándose qué hubiese pasado si Scott, en el estado en el que se encontraba, hubiese hecho la transfusión. Un sentimiento de miedo y tristeza invadió todo su cuerpo al imaginarse que la transfusión hubiese salido mal, Leo siguiese inconsciente y Scott muerto en el suelo. Se dió levemente con las manos en la cara para despertar de la pesadilla que él mismo había creado en su cabeza. Afortunadamente todos estaban bien, cansados, pero bien. Zarut empezó a notar que la habitación de Scott emanaba frío, miró la suelo y vio que el suelo de la puerta estaba comenzando a congelarse. Sin pensárselo dos veces y temiéndose lo peor, abrió la puerta de la habitación.

- Scott, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? - preguntó Zarut en cuanto localizó a Scott con la mirada.

Scott asintió con cara de asombro al ver a Zarut entrando por la puerta.

- Mira, lo siento - dijo Zarut clavando sus ojos color almendra en los ojos marrones de Scott.

Hizo una pequeña pausa, miró a su alrededor y continuó:

- Y entiendo que estés así - dijo mientras señalaba las paredes casi congeladas. - Pero no te lo he podido decir más claro. Sé que no he escogido las mejores palabras, pero estabas histérico y todas las ideas que se te pasaban por la cabeza eran imprudentes y arriesgadas. Hasta Yehiba te paró los pies.

Scott fue a abrir la boca para aclarar por qué estaba la habitación congelada, pero algo en su interior le frenó. Permaneció callado durante unos instantes y finalmente dijo:

- De acuerdo, pero podrías haber elegido otras palabras.
- Lo sé - dijo Zarut. - Acabo de decirte que no escogí las mejores palabras para ese momento.
- Yo lo único que quería en ese momento, era salvar a Leo, fuera como fuese.

Zarut se limitó a asentir.

- Por eso, si existía cualquier oportunidad, por pequeña que fuese, iba a intentarlo - continuó Scott.
- Pero no dando tu propia vida - dijo Zarut serio. - Entiendo tus emociones, yo me sentía igual, pero en muchos casos te va a tocar obedecer a las personas que saben más que tú. En la enfermería, todos estábamos cansados, acabábamos de salir de una pelea, y no haber dormido en toda la noche tampoco ayudaba. Los enfermeros y Yehiba dijeron que se ocupaban de buscar un donante de magia, por lo que nosotros ya no podíamos hacer nada, lo único que podíamos hacer era descansar.

Scott apretó los puños frustrado, Zarut respiró profundamente y se sentó a los pies de la cama de Leo.

- No podía dejar que Leo acabase así - dijo Scott mirando al suelo. - No ahora que hemos empezado a entender lo que dicen las tablas y menos aún porque....

Scott no llegó a terminar la frase, se quedó callado mirando al suelo. Zarut sintió una leve emoción de miedo y celos al imaginarse el resto de la frase. Movió levemente la cabeza, intentando olvidar dichas emociones y dijo:

- Hemos descubierto muchas cosas, pero ellos también. Intento hacer memoria, pero no sé en qué momento se llevaron la tabla.

Se llevó las manos a la cara y añadió.

- Vaya cagada...
- Sí, es un problema gordo - dijo Scott. - Pero ahora lo único que podemos hacer es adelantarnos a sus movimientos. Porque ya no podemos ir detrás de ellos, a saber en dónde se encuentran ahora.

Zarut le miró a los ojos durante unos segundos, desvío la mirada y dijo:

- Ahora tenemos que impedir que se hagan con el poder de los primeros miembros del consejo, además de que tenemos que averiguar cómo arrancarles las marcas al resto de magos negros: Kryox, Quirze, Kurma y Lertaxo.
- Pero hay algo que no me cuadra - dijo Scott.

Zarut le miró de nuevo, esperando a que continuase.

- En la tabla de escritura decía que las seis marcas contendrán los poderes de los seis primeros integrantes del consejo ¿no? - continuó Scott.
- Si no recuerdo mal, sí - dijo Zarut.
- Entonces, ¿dónde está o quién tiene la sexta marca?
- ¿A qué te refieres?
- Dejando a Xenres de lado, puesto que Leo ha obtenido su marca y esta ha adquirido el poder de los dioses, has nombrado a cuatro magos negros que poseen una marca.

Zarut se dijo para sí mismo los nombres de nuevo, mientras los contaba con los dedos. Su expresión cambió a sorpresa al darse cuenta de que Scott tenía razón

- Es cierto - dijo Zarut sorprendido. - Entonces, significa que hay una marca que está perdida.
- O que la posee una persona sin saberlo - dijo Scott. - Puede significar muchas cosas.
- Sí, pero si todos los magos negros poseen una, alguna relación habrá entre ellos - dijo Zarut.

Scott se quedó pensativo, intentó encontrar la relación, pero al cabo de unos minutos se rindió y resoplando dijo:

- No se me ocurre nada.

Hubo un breve silencio.

- Ahora no estamos en condiciones para a pensar en esto - dijo Zarut. - Tenemos que descansar.

Scott asintió un poco a regañadientes y Zarut continuó hablando:

- No te sobreesfuerces, mañana tranquilamente lo pensamos y averiguamos sobre ello.

Echó un vistazo a la habitación y añadió:

- Vente a dormir conmigo, porque aquí, dudo que se pueda siquiera tumbarse en la cama.

Scott se rascó la parte de atrás de la cabeza algo avergonzado.

- Recuérdame que no te haga enfadar nunca más - dijo Zarut entre risas.

Scott pensó de nuevo en decir que no congeló la habitación porque estaba enfadado con él, pero esta vez decidió callarse porque quería averiguar un poco más sobre el ser que había aparecido en su habitación.
Los dos entraron en la habitación de Zarut. Scott observó la estancia impresionado, era tan grande como su habitación. Se tumbaron en la cama y Scott se quedó dormido en seguida, era muy cómoda y era lo suficientemente grande como para caber dos personas sin pegarse. En cambio, Zarut tardó un poco más en dormirse. Se quedó dando vueltas en su lado de la cama, pensando. Se acordó de la frase sin terminar de Scott. ¿Por qué sintió miedo? ¿Por qué sintió celos?. Por qué sentía que por lo que le había dicho se había distanciado un poco de él. Todos esos sentimientos de incertidumbre le impidieron dormirse, hasta que se obligó a sí mismo a dejarlos a un lado y pudo quedarse dormido.

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