35. Forma guardián

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Zarut y Leo se encontraban en posición de ataque y Scott pensaba a gran velocidad en múltiples planes para salvar a su amiga de las garras del demonio que poseía a Yehiba.

- Eso es jugar sucio - dijo Leo.
- Soy un demonio - dijo Yehiba sonriendo. - Hago lo que me place.

Zarut se lanzó a gran velocidad contra Yehiba, pero se paró en seco a medio camino, en el momento que Yehiba apretó el cuchillo contra el cuello de la joven.

- Ya te lo he dicho - dicho Yehiba con tono juguetón. - Nadie se puede mover.

Se produjo un silencio, el ambiente era cada vez más tenso.

- Quieres el orbe, ¿no? Pues cógelo y marchate - dijo Scott.
- Veo que aún hay gente amable - dijo Yehiba.

Yehiba fue a caminar hacia el orbe, pero fue frenado por Scott.

- Pero - dijo Scott. - Suelta antes a Laya.

Yehiba le miró y dijo:

- ¿A la chica?

Scott asintió. Mientras Scott hablaba con Yehiba, Leo hizo un gesto a Laya para atraer su atención. Cuando la joven le miró, Leo hizo un gesto con la mano que simulaba una explosión, Laya asintió.

- ¿Y qué garantía me das de que pueda coger el orbe? - dijo Yehiba.

El Rey Dios se acercó despacio hasta Scott y susurrando, dijo:

- ¿Qué se supone que haces?
- Si todo sale bien, creo que no se llevará el orbe - respondió Scott en el mismo tono.
- ¿Creo? - repitió el Rey Dios sus palabras.
- Te doy mi palabra de que vas a poder cogerlo - dijo Scott a Yehiba, ignorando al Rey Dios.

Yehiba se quedó pensando unos segundos antes de responder.

- Está bien - dijo. - Soltaré a la chica, pero la soltaré muerta.

Acto seguido, hundió el cuchillo en el cuello de Laya. La joven, en el momento que el metal entró en contacto con su piel, en un instante cerró el puño, lo volvió a abrir y cuando lo abrió, una luz cegadora salió de la palma de su mano. A causa de eso, nadie pudo ver nada durante unos segundos. Cuando los presentes pudieron volver a ver, vieron a Laya tirada en el suelo, con el cuello lleno de sangre, la zona del suelo donde se encontraba, manchada de sangre también y a Yehiba corriendo hacia el orbe. Un sentimiento de furia recorrió los cuerpos de Scott y Leo al ver eso. Poseídos la rabia, los dos guardianes se lanzaron con un salto contra Yehiba. En el aire, el iris azul de Leo se transformó en un rojo intenso, el iris marrón de Scott se transformó en un azul intenso y en cuestión de segundos, los dos guardianes adquirieron su forma guardián. Leo se transformó en un magnífico lobo alado negro de ojos rojos y Scott se transformó en un magnífico lobo alado blanco de ojos azules. Los dos lobos rodearon a Yehiba antes de que pudiese alcanzar el orbe. El lobo alado blanco aulló, dió con la pata en el suelo y de este salió un carámbano de hielo que golpeó a Yehiba, lanzándolo por los aires. El lobo alado negro saltó, mostró sus colmillos, que se envolvieron en fuego, y mordió en el hombro a Yehiba. Sus dientes expulsaron el fuego que les envolvía, provocándole quemaduras en el hombro. Yehiba cayó al suelo inconsciente. Zarut y el Rey Dios estaban muy sorprendidos.

- Ha despertado su forma guardián - dijo Zarut en voz baja.
- Son los gemelos guardianes - dijo el Rey Dios en el mismo tono.

Cuando Yehiba cayó al suelo, los dos guardianes volvieron a su forma original y corrieron hacia donde estaba Laya. Leo la incorporó un poco y Scott la tomó el pulso, los dos jóvenes estaban en tensión, deseando que su amiga siguiese viva.

- Tiene pulso, sigue viva - dijo Scott aliviado.

Leo dejó escapar un suspiro de alivio al escuchar eso. A los pocos segundos, Laya comenzó a toser y se levantó.

- Gracias - dijo Laya. - Si no llega a ser por tu idea, Leo, y porque le mantuviste entretenido un rato, Scott, no lo habría contado.
- Pero no te levantes, que tienes un buen corte en el cuello.... - dijo Scott mirándole el cuello.

Se fijó que, en realidad, el corte que tenía en el cuello era un simple rasguño.

- Pero si el corte es tan pequeño, de dónde sale tanta sangre - dijo Scott.

Laya señaló a Yehiba. Leo y Scott le miraron y se fijaron que la mancha de sangre que tenía en la camisa se hacía cada vez más grande. Buscaron con la mirada la herida y vieron que tenía un profundo corte en el brazo que era de dónde brotaba la sangre.

- Gracias a mi bomba de luz, cuando fue a cortarme, la luz le cegó y se cortó su propio brazo - dijo Laya.

Hizo una pequeña pausa, se tocó el cuello y dijo:

- Pero sí que tenía fuerza, casi me ahoga.

Los dos guardianes respiraron aliviados al ver que su amiga estaba en perfectas condiciones. En ese momento, Yehiba se despertó, se incorporó un poco del suelo y dijo con una sonrisa:

- Estáis acabados.

El Rey Dios hizo varios movimientos rápidos con las manos y los dedos. Acto seguido, Yehiba dió un grito de agonía, cayó nuevamente al suelo y de su pecho salió una sombra oscura que se desvaneció al instante. Yehiba se levantó, se llevó la mano a la cabeza y dijo:

- ¿Qué ha pasado? ¡¿Y por qué tengo el brazo ensangrentado?!
- Cálmate - dijo el Rey Dios. - Estabas poseído.
- Perdoname majestad, he bajado la guardia.
- Tranquilo, no es culpa tuya.

Dicho eso, la palma del Rey Dios empezó a emanar un brillo de color verde. Paso la mano cerca de la herida de Yehiba y al instante, se cortó la hemorragia y comenzó a cerrarse la herida. Después, se acercó hasta Laya y le pasó la mano por el cuello, cerrándola la pequeña herida que tenía en él.

- Mejor prevenir que curar - dijo el Rey Dios mientras su mano dejaba de emanar el brillo verde.
- Gracias - dijo Laya.

Todos se quedaron en silencio mientras analizaban lo que acababa de pasar.

- Scott, eres consciente de que acabas de despertar tu forma guardián ¿verdad? - dijo Zarut.
- Un lobo alado blanco de ojos azules - dijo el Rey Dios.
- ¿Un lobo alado? - dijo Leo.

Scott se miró las manos, ignornado al resto, sin terminar de creerse que había despertado su forma guardián.

- Por lo que acabáis de decir, veo que lo gemelos guardianes han despertado - dijo Yehiba mirando a Leo y Scott.
- ¿Gemelos guardianes? - dijo Laya.

Yehiba asintió y dijo:

- Rara vez pasa, que dos guardianes comparte su forma guardián. Si sabéis complementaros, podréis llegar a ser muy poderosos.

Scott y Leo se miraron a los ojos y asintieron. De repente un golpe hizo temblar el templo entero.

- Preparaos, porque aquí llegan a recuperar lo que es suyo - dijo Yehiba mirando a una de las paredes.

A los pocos segundos, la pared se vino abajo y entraron en la sala un grupo pequeño de demonios, seguidos por un humano de pelo negro, vestido con una camisa blanca y vaqueros.

- Nos volvemos a ver Rey Dios - dijo el humano sonriendo.
- Xenres - dijo el Rey Dios.

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