Al fin hacemos lo que vinimos hacer (I)

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El día siguiente o más bien hoy, después de la ilegal incursión al gremio de aventureros, Flu y yo estábamos exhaustos. No es una expresión exagerada, en verdad los dos estábamos tan cansados que estábamos tirados en la sala.

— Ah...

Gimió Flu mientras rodaba sobre la alfombra del sofá.

— Me duelen los pies...

No sabía cuántas veces había escuchado esas palabras el día de hoy, por lo que dejé escapar una risa seca, mientras dejaba caer gran parte de mi cuerpo encima de uno de los tres sofas que teníamos.

— Si te duele, me parece que estaría bien si traes una de esas pociones de resistencia de las que tanto te enorgulleces. De paso pido una para mí.

— No me quiero mover...

— Puedes controlar las vides que tenemos en el salón. Hay muchas por aquí y por allá. Haz tu mejor esfuerzo.

— No me quedan fuerzas para esforzarme...

Esta era una conversación que también habíamos tenido varias veces. 

A Flu le dolía gran parte del cuerpo, sobre todo los pies, debido a que usamos varias dosis en pequeñas porciones del elixir de resistencia para mantener su lucidez y su tamaño. Desde la mañana, en la misión de sapos hasta la noche en nuestra avezada incursión. El simple hecho de estar entre la multitud de gente en un ambiente puramente de aventureros que se ganan la vida cazando monstruos, era obvio tomar medidas necesarias para mantener a toda costa la verdadera identidad de Flu.

En el momento que vi el rostro letárgico boca arriba en la alfombra, me di cuenta que exagere gran parte mis acciones. Podía haber pensado otra forma de encubrir su naturaleza sin mostrar el rostro de Flu al publico. Tal vez si las cosas salían bien con Wiz inventaría a un misterioso artesano que dominaba las artes de la curación y el mana que apareció de repente y me volví una especie de intermediario benéfico entre el y los elixir.  Pero la idea se fue yendo gradualmente cuando mi cabeza emitió los pequeños fragmentos de una cierta batalla. 

Era verdad, no lo estaba haciendo por el hecho de volverme comerciante ni nada por el estilo, es mas, esa idea ser comerciante recién tomo forma después de la carta de Wiz, antes no tenia mas que la vaga esperanza de que algún día Flu haría algo bueno. Dicho eso, lo que estaba metido en mi cabeza realmente era minimizar los daños que podrían hacer nuestros enemigos. Una vez que el secreto de la naturaleza de Flu llego a los ojos de ese grupo todo se volvió un caos. Aun no pasa nada, pero puedo estar seguro que en cualquier momento los rumores circularan y los numerosos ojos que nos acompañaban felizmente, se volverán distantes y afilados. Por eso mismo debo actuar con mas ganas para solucionar eso.

 — Ahh...

Lance un sonoro gemido acompañado de una voz pesada y patética. Lo que me esperaba mas adelante iba ser un arduo trabajo.

— ¿Así que la poderosa chica de la tranquilidad que se hizo pasar por un semihumano de los rasgos druidas de ayer estaba más animada que la yo de hoy que sufre por dejarse llevar por unos cuantos tragos?

— Me pregunto eso... ¿Cómo es que tus amigos no se percataron que era una chica de la tranquilidad?

— ¿Será porque son estúpidos?

— Llevo tiempo pensando eso... Acaso los habitantes de Axel son así. No puedes ayudar a un grupo de hombres que tienen la cabeza metidas en un hilo de cochinadas. Vi como me miraban, sobre todo el tipo rubio. Que tan estúpidos pueden ser.

Si, si, son estúpidos, muy estúpidos. Estoy consciente de eso. Pero no puedes decir nada si llevas un una camisa con los hombros desnudos y en la parte inferior solo tienes una falda de hojas que tapa lo mas importante.

Konosuba: El mundo maldecido por la diosa - Fan AutorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora