A darle por el culo al maldito dragón (I)

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Blanco.

No veía ningún atisbo de vida de los sirvientes de la recamara, ni mi grupo de compañeros. Simplemente pululaba el brote de una poderosa nube blanca, creada gracias a Doreah.

El momento era el peor.

Las piedras ya habían dejado de caer, pero eso no me sentía aliviado, nada aliviado.

En un segundo me encontraba solo y sin una visión periférica alrededor, todo era blanco y apenas pude ver mis pies.

— ¡Ghos!

Grite, esperando una respuesta en el mar de bulla. Oí gritos que se unían a otros, perdiéndose, siendo ilegibles. Orcos gritando, los Pekatok gimiendo. Más bulla sin sentido.

— ¡Ghos! ...uhg ...mierda.

Grite por segunda vez, esta vez atrape el dolor de mis brazos.

Fugazmente recordé el choque que tuve minutos antes a la explosión. Una piedra había creado tanto dolor a pesar de poseer la forma escudo de Dark.

* ...necesitas que te cure *

— Si.

Respondí con una sonrisa amarga al escudo rojizo que sostenía en el brazo derecho. La esfera en mi respuesta comenzó a emanar un brillo rojizo sobre ambos brazos.

Por fin note la crueldad de este mundo, la maravillosa vida de un aventurero. Vive el fuerte y muere el débil. 

Simples reglas que se acomodan a lo que dijo esa diosa.

— Esta sensación...

Sentía la energía de mi interior siendo succionada por Dark. 

* ...Listo *

— Gracias.

* ...peligro *

Dark advirtió destellando la parte central del escudo, donde de alguna manera su cuerpo principal se había convertido en una pequeña esfera.

Guuu

El leve sonido de algo me atrapó, se deslizó por detrás. Está cerca, era muy diferente a los sonidos alrededor. Escuche cerca sus pasos.

— Dark, sword.

Apoye mi cuerpo bajando levemente mi cintura y prepare a Dark en forma de espada larga.

A lo que venga, estaré listo. Declare dentro de mi.

La bestia salió de la nube blanca, era similar a una lagartija con unos ojos rasgados y profundos. Vi como miraba sus costados.

 Vi como miraba sus costados

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Está confundida.

Suavizando el sonido de mis pies me abalance y batí la espada rojiza de forma horizontal. Como si fuera una hoja de papel atravesó su largo cuello sin problemas. La cabeza se desprendió de inmediato y rodó por el suelo.

Konosuba: El mundo maldecido por la diosa - Fan AutorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora