Al fin hacemos lo que vinimos hacer (III)

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Parte 1

— Haa, estoy totalmente agotado.

Mi cuerpo permanecía lleno de polvo y una que otra maleza que no pude retirar de mi pelo durante el viaje de regreso a casa. Quise sacudirme pero el cuerpo de Megumim molestaba.

Megumin seguía en mis brazos, así que haciendo el último esfuerzo del día hoy baje suavemente el cuerpo en el sofá de la sala. Al momento de hacerlo sentí el adormecimiento de tenerla sobre mis brazos durante todo el viaje. Una electricidad recorrió por el lado derecho de mi hombro hasta llegar a las puntas de mis dedos. Era un dolor retardado que fue acompañado por un gemido de dolor. 

Voltee débilmente para ver si mi compañera lo había notado.

Ella por supuesto estaba totalmente dormida. 

Dejando salir un suspiro de resignación la arrope con movimientos torpes y dejé caer mi cuerpo en el sofá que se encontraba en diagonal con Megumin.

— Tomaré una ducha...

Fue lo que dije, pero realmente estaba agotado como para cumplirlo. Había cargado a Megumin durante todo el bosque y el pueblo con cortos descansos hasta llegar a casa. Sólo esa acción me dejo entumecido el hombro derecho hasta llegar al mismo brazo y mejor ni hablo de mi espalda que sentía que se iba a romper en cualquier momento.

Estos dolores tan triviales normalmente eran dispersados por la magia de recuperación de Eo, un pequeño costo de mana se imbuía en el anillo, y la fatiga y los dolores musculares desaparecían al instante. 

— Eo.

Al darme cuenta que no iba a suceder lo mismo deje salir su nombre.

Ahhh.

Sin nada mas que hacer divague mi mirada hacia el techo de la casa en total silencio y eleve mi mano derecha, dolía un poco, pero hice el esfuerzo para ver un anillo plateado con una pequeña gema roja en mi dedo índice, esa es Eo. 

El arma multiusos. 

La reliquia divina que la diosa Eris me dio en mi segunda oportunidad. 

Ya había pasado una semana desde que se tomo su descanso y no había señales de volver de nuevo. De cierta forma se sentía un sentimiento algo indescriptible cuando no escuchaba su molesta voz . 

Es cierto, su ausencia me dejaba intranquilo, es tonto que lo diga ahora, cuando había dado por hecho en el momento que desperté en el calabozo que la desecharía una vez que los problemas con el dragón quedaran resueltos. 

Estaba seguro que no seguiría usando el arma que me entrego una diosa, debido a los ciertos eventos que sucedieron antes, pero sin darme cuenta ya me había acostumbrado a la malhumorada forma de su personalidad. 

¿volverá?

¿no volverá?

¿Si no lo hiciera que pasaría?

Repase en los eventos de hoy.

Me salve de pura suerte, eso fue lo que paso. 

Si contaba la unidad de refuerzos del enemigo, eran alrededor de 100 monstruos de dudosa procedencia, sin contar con la fuerza de las dos subespecies de goblin que hasta donde pude ver eran increíblemente peligrosas. Una de ellas le dio suficiente pelea a Trax como para estar a la par con el sin problemas y la otra podía lanzar magia de gran alcance sin concentrarse mucho.

Si no fuera por la magia explosiva de Megumin hubiera quedado atrapado en un enjambre interminable de monstruos, aunque en cierta forma también le di la mano al equipo de Trax. 

Konosuba: El mundo maldecido por la diosa - Fan AutorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora