INTERLUDIO DE UN MATON: Dust y los enmascarados

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Ante la oscuridad de la noche. El mercado de la ciudad de los principiantes, Axel, empezó a encender los primeros faroles de sus puestos. La luz comenzó envolver diversos rostros rígidos y de poco ademán de amigos. Los comerciantes de ahí se veían molestos y enojados, delante de ellos habían por lo mucho un pequeño grupo de amas de casa y uno que otro joven que se asomaba para matar la curiosidad. El mercado tenía un problema con sus clientes. El sector de comercio se dividía en dos filas dejando un espacio de unos diez metros para el público en general. Pero esta vez, reinaba el silencio.

Uno de los muchos comerciantes molestos, un vendedor de pieles de cuero, chasqueo la lengua por enésima vez.

— ¿Cómo es posible... ?

En otro tiempo, uno se encontraría con rostros sonrientes con deseos de vender, y mucho otros con deseos de comprar diversos bienes. Verías un flujo constante de aventureros trayendo bulla consigo y los mercaderes abriendo felizmente las dos manos.

¿Qué había pasado ese día para que el mercado principal de Axel estuviera tan deshabitado?

La respuesta estaba más adelante.

Si uno seguía caminando hasta llegar al final de los puestos se encontraba con un clima más lúgubre que tendía una bifurcación hacia las calles del pueblo, lindando los muros de Axel. Los dos caminos que abrían la bifurcación estaban oscuros, sin embargo uno de ellos se veía más agitado que cualquier otro. Ese camino tenía encendido sobre cierta cafetería un estandarte con unos faros de vetas violetas que señalaban algo en particular. No era tan resaltante si no fuera por los numerosos aventureros masculinos dispersados por aquí y por allá. Algo raro.

A simple vista parecía que el sin número de aventureros masculinos vagaban sin destino fijo pero si uno era más observador vería una fila minuciosamente cuidada de la curiosidad de los alrededores.

La única mujer que se encontraba en los alrededores era una joven señorita de pelo corto con aura de niña delicada. Su vestido era trivial y modesto, nada significativo del que hablar. Ella estaba ahí para revisar el orden de la minuciosa fila.

Un poco tímida habló en voz baja a uno de los aventureros que se encontraba en la último fila.

— Usted es el último, ¿verdad?

— Usted es el último, ¿verdad?

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(la imagen no apoya, lo se)

— S-si.

Respondió el hombre un poco nervioso.

— Puede mostrarme su ticket de este establecimiento.

— Eres una súcubo, ¿no? Toma.

A la vez que hablaba le mostró un boleto de forma rectangular con un brillo plateado a la joven señorita.

— Emm... G-gracias por pagar por este servicio.

Konosuba: El mundo maldecido por la diosa - Fan AutorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora