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Miraba el reloj con un movimiento impaciente de mi pie, según habían notificado su vuelo llagaba retrasado por un problema de una nevada inesperada en el aeropuerto de Barcelona. Ashton se fue en septiembre a un proyecto de investigación educativa.
No dudé ningún momento que él fuese el candidato preferido de la universidad, su tesis de maestría incluso está siendo editada para un tiraje de publicación y yo estoy más que orgullosa de él. Lo merece después de tantos sacrificios y esfuerzos que le vi poner a lo largo de estos últimos años. Me hizo enamorarme más de él, algo que no creí fuese posible.
Yo por mi parte me he titulado este verano y, aunque no fue mi plan inicial, me he dedicado en estos últimos meses a escribir algunos artículos de opinión que han sido publicados y han capturado atenciones, buenas, malas, pero muchas atenciones. Me agrada saber que mis ideas provoquen que la gente debata, pero sobre todo que reflexionen. Algunos aseguran que puedo lograr grandes cosas como escritora de ese tipo, otros que estoy teniendo mis 5 efímeros minutos de atención entre los pensadores cultos. Lo que no saben es que yo no escribo para ser aceptada por los pensadores cultos, yo escribo para decir lo que pienso.
A pesar de eso puedo decirles que estén tranquilos, no pienso dedicarme a la escritura o critica de opinión. O no como primera base. Yo sigo luchando por mi motivación inicial: ser profesora de Filosofía. Tendré unas entrevistas cuando comience el año y me eso me trae tan emocionada como nerviosa.
Juego con el brazalete dorado en mi muñeca para calmar la ansiedad a la vez que me pierdo pensando en él, cuando recuerdo la frase gradaba en éste. Los últimos cinco años han sido los mejores de mi vida, incluso sin excluír las dos veces que Ashton y yo rompimos en la universidad, la primera vez no duramos ni dos semanas lejos, la segunda fueron simplemente 14 ridículas horas separados jurando que se había acabado.
Antes de que Ashton partiera este medio año a España yo le insinué si quería que lo tomáramos como un tiempo de espacio entre nosotros. A veces, no voy a mentir, me asustaba el hecho de ir demasiado rápido con él todo el tiempo o de que quizá me estaba clavando demasiado sin conocer a nadie más. Pero igual debo ser sincera conmigo y aunque suene demasiado intensa: la verdad es que no quiero conocer a nadie más, ningún otro hombre es ni cercanamente a lo que Ashton es para mí.
Sólo él conoce el mundo en mi mirada y soporta mis inesperados ataques de cabezota. Me enamora a versos y por más ocupado que pudiese estar siempre yo encabezo su lista. Ambos nos hemos incentivado a ser mejores personas y eso es inigualable a cualquier otro acto de amor.
Cada vez siento más ganada la batalla contra su madre, especialmente desde hace un año acá, pues al fin parece haber comprendido que entre nosotras no debe haber una batalla, porque lo que yo siento por su hijo no es una simple “aventurilla de colegiala” como le gustaba decir.
Recuerdo que cuando Ashton le contó que dejaba Georgetown y se mudaba conmigo para estudiar en la UDG a ella casi le da un ataque de histeria… bueno, no “casi”, si lo tuvo. Las cosas anduvieron tan tensas que ella y Ashton no se dirigieron la palabra por meses y meses. Conmigo, como ya dije, fueron casi cuatro años de hostilidad. Su padre si se cabreó bastante con Ashton, pero lo entendió y muy a su pesar nos apoyó… aún lo hace. Paul y mi padre se esforzaron en recuperar su amistad y creo que ahora no podrían estar en mejores términos y eso me alegra, porque ambos son buenos, incluso Paul fue padrino de mi papá en su boda.
Si, él y Margit decidieron que hace dos años que ambos debían estar juntos. Yo lo respeto y soy feliz de que mi papá haya decidido darse una oportunidad de ser feliz con alguien tan linda como Margit. Me dijo que mi madre siempre será su primer y más grande amor. Siempre. Pero ahora ama a alguien más, no mejor o menos, sólo diferente.
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mi profesor 》irwin.
FanfictionUna relación un tanto peligrosa pero excitante a la vez.