***
____.
—Te ves preciosa, Caramelo — me dice Key con ternura dándome un abrazo — ahora solo da tu mejor sonrisa que uno no se gradúa de la prepa todos los días.
— ¡Santos ángeles del cielo redentor! Pero que suertudo soy — dice Wesley entrando a mi habitación — mira que no iré a mi graduación acompañado de una chica linda, si no con dos bellezas extremas como ustedes.
Ambas rodamos los ojos pero no nos negamos un abrazo grupal. De cierta forma estamos un poco sensibles porque hoy es el día que tanto deseamos llegara y realmente ahora que está aquí no podemos recordar qué nos hizo desear eso.
Bueno, yo sí, pero igual no tiene caso ahora.
No me había dado cuenta de lo mucho que realmente nos unimos los tres en este último año y en estos últimos meses. Si Alfredo no hubiese conseguido a su sofocante y muy absorbente novia Dana realmente habría resentido la distancia de Wesley. Aunque siempre habíamos sido los tres.
Pero ahora seré sólo yo. Ambos han sido aceptados en universidades fuera de la ciudad, pero no tan lejos como yo. Keyttlin está a 3 horas de aquí y Wesley a 2. Yo al otro lado del país, todo va a ser muy distinto a verlos todos los días.
— No — chilla Key — hay que soltarnos, me estoy poniendo sentimental.
— Los quiero mucho — les digo — son los mejores amigos del mundo.
— Ahora yo soy el sentimental — Wesley imita el tono de Key — ______ nos quiere.
— A mí siempre me ha querido — alardea Key y yo río.
— Bueno, la señorita vicepresidenta-mejorpromedio-universidadespelearonpormí — dice Wesley — no puede llegar tarde. ¡Por fin escucharemos tu discurso!
— Oh cállate — gruño aceptando un brazo de él — ya les dije que no esperen nada épico. Sólo es un discurso.
— Patrañas ______ — dice Key tomando el otro brazo de Wesley — tu jamás escribes nada que no sea épico.
— ¡Chicos! Dense pri…sa… — Margit grita desde las escaleras justo cuando vamos bajando por ellas.
Margit ha estado saliendo con mi papá desde hace un par de meses. Lo presentí desde que estuvo a su lado fielmente con lo de los diagnósticos para linfoma. Afortunadamente fue una falsa alarma que me hizo ver lo mucho que vale la vida y que realmente no tengo el derecho de desperdiciarla. Quizá no me guste así, quisiera que ciertas cosas fueran diferentes, pero no puedo hacer nada al respecto, por lo que debo aprender a vivir con ello. Eso he hecho.
El asunto de Margit como novia de mi papá fue muy extraño al principio. Digo, una no espera ver a su padre querer a otra mujer que no sea su madre.
Pero no podía ser egoísta con él, Margit es una mujer asombrosa, es dulce, comprensiva y muy inteligente. Sabe pensar con el corazón y la cabeza al mismo tiempo, algo que papá y yo jamás hemos podido: o corazón o cabeza, no a la vez.
Mi papá merece volver a ser feliz y yo no iba a ser un impedimento para él.
Y Margit ya no nos cobra la terapia. Así que está bien. Supongo.
— Ya estamos listos — le digo mientras ella me mira sonriente desde el primer peldaño de la escalera.
— No quiero un cliché americano — dice ella — pero no pueden negarse a que les tomemos una foto. Se ven tan… son…
— ¿Hermosos? — bromea Wesley. No sé si es mi imaginación pero ella realmente está conmovida.
— Destellantes de vida — esboza Margit una dulce sonrisa en su rostro.
Le sonrío de vuelta. Me libero de Wesley y me acerco a ella. Creo que mis amigos no son los únicos que necesitan saber lo mucho que les quiero.
Ella parece desconcertada y un segundo después responde mi abrazo. Margit se ha ganado mi cariño. Ella no ha actuado de una manera en especial para agradarme desde que sale con mi papá, sigue siendo ella misma. Me escucha y respeta cuando no quiero hablar acerca de algo.
Margit no es mi mamá, jamás lo será, pero ella es lo más cercano que tengo a una. Y le quiero, me gusta que haga sonreír tanto a papá y que ahora forme parte de nuestras vidas.
Cuando levanto la vista veo a mi papá ahí de pie tras nosotras, mirándonos asombrado y feliz. Margit se enjuga rápida y discretamente un par de lagrimitas de la mejilla.
— Yo tomaré la foto — dice él sin borrar la sonrisa de su rostro.
Nos acomodamos frente a la ventana principal de mi casa, donde el verano hace lo suyo en la ciudad regalándonos un día azul precioso.
Key y Wes me colocan a mí en el centro.
— Tú al centro — murmura Wesley — para que nos recuerdes a tu lado siempre.
— No quiero que se vayan — les digo y sin pensar en la foto nos damos un segundo abrazo grupal — tengo miedo de que me olviden, no quiero ser olvida por ustedes también.
— Te amamos, Caramelo — dice Key ya con lágrimas en los ojos — no podríamos.
— He oído eso antes… — murmuro bajito.
— Quizá tampoco es diferente — responde Key con un hilo de voz.
—Ustedes me van a hacer llorar a mí también y se supone que debo ser el padre consolador, no el consolado — bromea mi papá melancólico.
—Deja que comience a hacer las maletas y Margit tendrá que consolarnos a los ambos — le digo yo.
— Mejor tomo la foto antes de que yo sea el que termine llorando.
Nos colocamos nuevamente para las fotos y sonreímos. Ha llegado el día de la graduación. Es cerrar uno de los ciclos más fuertes de mi vida, me siento tan distinta a como era hace menos de un año, pero ésta versión me gusta, siempre podemos ser mejores personas, pero hoy estoy bien con quién soy. Sólo yo.