mi profesor 》irwin.

Capítulo 167.

— Sí, sé que me dijiste que ella tenía que saber, pero entiéndeme, no sabía cómo decirle, menos ahora que ella ha estado… bueno, últimamente no es la que había sido hasta hace poco — Escucho decir a mí papá.

Estaba acostada sobre el edredón de la cama de mi padre cubierta con una frazada. No sé en qué punto me quedé dormida, ya no había luz natural. La caja de aspirinas estaba a mi lado aún cerrada pero el sobre no se encontraba.

— Claro que no lo es, Christian — esa era la voz de Margit, nuestra psicóloga, respondiendo — tu hija tiene el corazón roto… no y no me mires así, tú lo sabes, ella se enamoró.

— Era su profesor.

— Conoces a tu hija mejor de lo que yo podré hacerlo jamás. ¿Crees que ella no era consciente de que Ashton era su profesor? ¿Acaso no te has puesto a pensar lo difícil que fue para ellos y el valor que ambos necesitaron para amarse? — hay silencio por unos segundos — ¿Crees en serio que de no enamorarse ______ hubiese arriesgado tanto?

Ya no estaba tan resentida con mi padre. Había canalizado todo hacía Ashton. En estos momentos necesitaba más que nada hablar con él, pero escuchar a Margit provocó algo.

No podía creer que ella llegase a entenderme mejor que mi propio padre, y era increíble que ni siquiera pareciera esforzarse en ello.

— Tú me dijiste que él te agradaba.

— Si, así era pero… — mi papá se escucha muy confundido — cómo puedo apoyar algo así, ¿qué clase de padre sería Margs?

Esperen, ¿Margs?

— En eso no te quito la razón, y no te pido que lo apruebes, _____ tampoco te pidió eso ¿no?

— Creo que no, no lo sé, pero si le recuerdo suplicando para que no le hiciera nada a Ashton… y para que la escuchara.

— ¿Y la has escuchado? Su historia completa, lo que ella siente — le pregunta Margit.

— Sé lo necesario. Además no somos buenos hablando de nuestros sentimientos — intenta defenderse mi papá y tiene bastante razón.

— Eso lo he notado… pero no significa que no lo requieran. _____ necesita a su padre, él que siempre ha conocido, no a éste controlador en que te has convertido para ella que no hace más que juzgarla y decirle qué hacer — Margit resopla con desaprobación — y sobre todo qué sentir, Christian, no es así de fácil.  

— Bueno, ya no puedo hacer nada, él ya no está. Se fue. Ella lo sabe — responde a la defensiva.

—  Pero eso no significa que _____ lo dejara de amar. Tú mejor que nadie deberías comprender eso. — Margit parece ya molesta.

Existe una especie de silencio incómodo que yo me disponía a llenar con mi repentino despertar, pero mi papá fue más veloz.

— Lo sé — dijo en un tono que sonaba más a él — lo sé, lo sé, pero esta situación no deja de rebasarme. Quiero mantenerme firme en el hecho de que ______ y Ashton no deben estar juntos porque no es correcto, yo lo sé, Margs… pero ver a mi niña así de quebrada, me duele en el alma y me confunde porque provoca en mí querer enviar todo al demonio para que ella vuelva a ser feliz — a mi papá le tiembla la voz — y aunque no lo quiera aceptar, Ashton la hacía muy feliz.

— Entonces…

— Entonces eso no cambia nada — dice mi papá — pero lo he estado pensando, todo tiene más sentido ahora que sé que él amaba a mi hija... si, Margit, amor, no pudo haber sido menos, es ridículo de cierta forma porque no te imaginas cuanto esperé que _____ algún día encontrara a alguien que la amara de verdad, no creí que fuera a ser así — él suspira — Ashton siempre cuido de ella, como esa vez, cuando tuvo problemas con la glucosa, él la trajo a casa después del médico… que estoy seguro costeó, y cuando no encontrábamos a _____ por ningún lado él fue el único que pudo dar con ella… y la trajo a casa sana y salva.

— Christian…

— Y esa noche cuando estallé al descubrirlos no devolvió mis golpes, aceptó cada uno de ellos. Tenía la boca sangrando pero lo único que hizo fue preocuparse por _____ y tranquilizarla con ternura. Eso me mató. No quería que fuese él todo lo que siempre pedí para mi hija.

Siento mi respiración hacerse pesada, como si alguien hubiese succionado el oxígeno de toda la habitación. Mi papá y yo no habíamos hablado de esa noche de esta forma.

— Cuando la arrastré a fuera él salió y _____ corrió a su lado sin pensarlo dos veces, le pidió que la llevara con él. Ashton pudo haberlo hecho, sabes, yo acababa de tratarlo horriblemente y amenazarlo, pero me miró a mí y entonces le hizo volver a mí.  Ahora se ha marchado, porque yo y su padre fuimos egoístas.

— En eso no tienen la culpa — intenta consolarlo Margit

— Te sorprendería lo mucho que si… Ashton no partió el corazón de _____, Margs, fui yo, si esa noche él no me devolvió los golpes porque sabía que no había manera de hacerme daño sin lastimarla pero a mí eso no me importó con él, y al lastimarlo le hice daño a mi propia hija.

— Christian…

— Supe que él la amaba y me aproveché de ello para separarlo de su lado.

— Sentías que era lo correcto — intenta tranquilizarlo Margit.

— Ya ni sé que es lo correcto o si vale tanto la pena como para verla sufrir tanto.

— _____ es muy inteligente, créeme, ella no es de las que odia, menos a su padre, pero necesitas ser honesto con ella sobre esto y sobre tu salud, Christian,  será lo mejor. No puedes exigirle que no te oculte cosas si tú eres quien le miente.

— No le mentí.

— Pero no le dijiste tampoco, las verdades a medias son otra forma de mentir.

— No quiero que sufra más — le dice mi papá.

— Eso lo puedo entender, pero Christian, lo lamento mucho por ti más no podrás evitarle el dolor siempre a _____, es imposible porque eso es parte de estar vivo. Si tú le alejas del dolor todo el tiempo simplemente no la estás dejando vivir.

— Soy un padre terrible.

— No, Christian, sólo eres humano. Igual que ella, que yo… que el mismo Ashton. Todos nosotros podemos equivocarnos así como tenemos derecho a reivindicarnos. Habla con ella. Por favor. Cuéntale todo, no quiero imaginarme lo que sintió al ver ese sobre y todo lo que pudo haber supuesto.

— Yo tampoco — mi papá suspira.

— Debo irme, pero no dudes en llamarme si es necesario.

— Te acompaño abajo.

— No, quédate con ella — siento un beso de Margit en la coronilla de mi cabeza — se necesitan más que nunca.