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No puedo concentrarme en el libro que tengo en las manos, he leído la misma página desde que llegué y es como si no pudiese procesar lo que dice, mi mente se encuentra en otro asunto: está torturándome.
Me tortura con suposiciones, en este punto Keyttlin ya debe de haberle entregado la carta a Ashton, ¿cuál habrá sido su reacción, estará triste por lo de separarnos… o peor, estará feliz y aliviado de no tener que cargar más con los líos que le creo; la segunda me duele más que la primera.
- No podré con este libro – me digo a mi misma algo enfadada y me dirijo a los estantes para regresar ejemplar de Crimen y castigo que había estado intentando leer. – suficiente tengo con mis pensamientos como para preocuparme por los de Raskolnivok
Mi cabeza necesita distraerse, así que miro en la sección infantil… ella nunca falla, escaneo los estantes con la vista hasta que mis ojos se detienen. Rapunzel, solía ser uno de mis cuentos de hadas favoritos. Intento coger el libro pero se encuentra en el penúltimo peldaño, si es para niños, ¿cómo pretenden que ellos lo alcancen? estiro el brazo tanto como puedo pero apenas en si lrogo acariciarlo con la yema de los dedos, me paro de puntitas y casi lo tengo.
Una mano sin dificultad lo toma por mí y lo pone frente a mi cara, giro para agradecerle.
- ¿Qué haces aquí? – exclamo realmente sorprendida.
- Así que excluyéndome una vez más de su vida, Srta. Crowell – dice Ashton y noto cierto dolor en sus palabras.
- ¿Cómo me encontraste?
- La pregunta es, ¿por qué te escondes de mí?
- No pretendo esconderme – digo torpemente, Ashton contiene una risita.
- Entonces cómo explicas que para encontrarte tuve que dejar a cuatro grupos sin clases, torturar psicológicamente a tu amiga y conducir por media hora para llegar acá.
¡Keyttlin! Así es como me encontró… sabía que no debí haberle dicho mi escondite.
- No tenías por qué hacer nada de eso – veo el efecto de mis palabras en su rostro.
- No, si tenía, porque de otra forma esto se irá al carajo – exclama un poco exaltado y sus palabras son como un cuchillo de regreso a mi pecho.
- Quizá sea lo mejor… - le digo descuidada encogiéndome de hombros.
Ashton está estupefacto, supongo que yo también lo estoy. No deseo hacerle daño, solo quisiera que no hiciera esta decisión más difícil de lo que ya es.
- ¿Entonces es todo? ya no crees que valga seguir luchando…
- Ya te he escrito lo que pienso en la carta.
- A mí no me importa la maldita carta, _____, yo quiero escucharlo de tu boca.
Un nudo se formó en mi garganta, ¿cómo iba a poder decirle que se alejara de mí cuando lo que en el fondo deseo es tenerle cerca?
- Ashton, no hagas esto más difícil – suplico incapaz de mirarlo a los ojos.
- No _____, no lo hago difícil, de hecho es muy sencillo: mírame a los ojos, dime que ya no quieres continuar y me alejo de ti.
Sus penetrantes ojos miel me miran intensamente, no puedo sostener su mirada y agacho la vista nuevamente.
Está peligrosamente cerca de mí, lo suficiente como para tocarlo, para sentir la calidez que emana su cuerpo en el que desearía estar envuelta ahora mismo.
Me valgo de mi última ración de coraje, toda la que pueda encontrar en mí para levantar la vista y mirarlo a los ojos.
- Lo mejor será que te vayas…
Ashton retrocede un par de pasos para tomar distancia de mí y el corazón se me estruja. Pero estoy haciendo lo mejor… él jamás se alejaría de mi aún con una orden de aprensión, y no pienso dejar que se arriesgue así.
- ¿Cómo puedes ser tan fría?
Su reproche se clava en mí y debo alzar la mirada para no dejar que esa ganas de llorar me dominen, romper en llanto sin lugar a dudas no me ayudaría a defender mi postura.
- Lo siento, pero así soy – le digo – si pudiera ser dulce…
- Yo no te pido que vayas por ahí derramando miel en el mundo, vale, yo solo quiero que seas sincera, porque no lo estás siendo conmigo. ¿Por qué haces esto?
¿qué por qué lo hago? Acaso no es obvio...
- Ashton, eres joven, muy atractivo, eres todo lo dulce que jamás podré merecer, caballeroso, atento, como sacado de este libro – digo alzando el ejemplar de Rapunzel que tengo en mi mano. – puedes tener a cualquier chica, más hermosa, menos complicada…
- Pero yo no quiero a cualquier chica – me interrumpe – yo te quiero a ti, ¿por qué aún no me crees? me enloquece saber que a pesar de que llevamos meses juntos tú aún no confías en mí.
Yo a Ashton le confiaría mi vida, mi cuerpo y mi alma.
¿Entonces por qué no lo haces? Reprocha mi conciencia.
- _____ - dice Ashton al ver que no obtiene una réplica de mi parte – sé que has pasado la mayor parte de tu vida alejando a las personas de tu lado, que has vivido por tu cuenta, pero ahora me tienes a mí, puedes contar conmigo, no estás sola, no más.
Que Ashton sea tan comprensivo y dulce cuando he sido tan toxica con él no me hace sentir mejor, solo más culpable… e infantil.
- Sé que mereces algo mejor que yo – yo lo miro sorprendida, ¿lo dice en serio? debe de estar bromeando, pero tiene su cara de “_____, estoy siendo sincero” – pero yo soy todo lo que puedo ofrecerte y no hay mucho que pueda cambiar de nuestra situación…
- Yo no merezco algo como tú, es verdad – le digo – pero no porque no seas suficiente, sino porque eres perfecto y no pienso encadenarte a mi…
- No estoy encadenado a ti, estoy contigo porque quiero, pero necesito que comiences a confiar en mí, porque no puede haber amor si no hay confianza.
- Y si quizá esto no es amor y solo nos emociona lo prohibido.
- ¿Eso crees? – Ashton alza la mirada y guarda silencio por un par de segundos, parece estar procesando algo mentalmente – sabes, tenía la esperanza de que al venir aquí podría… - pasa sus manos por detrás de su cuello y tira la cabeza para atrás respirando lentamente - eres como la princesa de ese cuento que sostienes, - me dice - viviste mucho tiempo en una torre, pero a diferencia de ella, tu no quieres salir… y por mucho que lo desee yo no puedo forzarte a hacerlo.
Ashton no dice nada más, gira y se pone en marcha. ¿A dónde va? me pregunto pero es ridículo ya que yo misma le he pedido que se marche.