- ¿Keyttlin? – exclamo realmente sorprendida.
- No quería interrumpir - gime de dolor - se ven tan… lindos juntos – sus palabras apenas son en sí comprensibles – pero soy una estúpida, perdónenme por favor, lo siento tanto.
Suelta en llanto una vez más y miro a Ashton quien parece igual de desconcertado que yo.
- ¿De qué hablas Key? – le pregunto completamente confundida.
- Por favor, no me odien…
- Es que no entendemos qué es eso que te tiene así, Keyttlin – dice Ashton con esa calma y dulzura que solo él posee.
- Yo lo he arruinado todo, Sr. Irwin – dice ella.
- ¿Todo qué? – pregunto.
- ¿Aún no le había contado? – Ashton niega con la cabeza.
- No todo, tenía planeado hacerlo hasta mañana.
- ¿Contarme qué? – digo empezando a sonar algo molesta. Me enfurece sentirme excluida, cómo si yo no fuese capaz de guardar un secreto o muy estúpida como para entenderlo.
- La otra parte del plan, la verdadera razón por la que estás aquí – Ashton no me mira, tiene la mirada al suelo.
- Entonces… - digo intentando calmar la bestia furiosa naciente en mí, me ha mentido, he sido usada – no era porque querías mi compañía, solo soy una pieza de tu plan, de ese maldito plan del que no soy digna de conocer o muy estúpida como captarlo.
- _____, no estás entendiendo nada – me dice Ashton.
- Obviamente no lo hago, cómo hacerlo si no tengo idea de qué es lo que ocurre porque no me lo cuentas…
- No quería preocuparte – se excusa – pero no me dejaste otra opción que poner manos en la obra cuando decidiste no contarme la verdad sobre Wesley.
- No tiene nada que ver… - le digo algo exaltada – yo decidí que alejarnos un tiempo sería lo mejor pues así las cosas que Wesley hiciera no nos afectarían ya que no estaríamos juntos.
- ¿Qué crees que hago yo entonces? _____, estoy intentando salvar lo más valioso que tengo de la mejor manera sin que todo se vaya por el caño.
“la más valioso que tengo”, su trabajo como profesor, el cual se ha visto estropeado a la primera por una estúpida colegiala de 17 años incapaz de ser de ayuda.
- Me utilizas para salvar tu precioso trabajo – espeto sin contener mi coraje.
- ¡_____! - chilla Keyttlin.
- No _____, yo no te utilizo para salvar mi “precioso trabajo” yo voy a dejar mi trabajo para salvar a mi “preciosa novia”.
Un letrero de estúpida y una L con el pulgar se me es asignado en el instante.
- ¿Cómo? – balbuceo torpemente.
- Mañana es mi último día como tu profesor.